Capitán América, el héroe que derrotó a Hitler y resucitó con Hollywood, cumple 75 años
El 6 de mayo el superhéroe regresará a los cines con Capitán América: Guerra civil
El Capitán América, como cualquier héroe surgido en la fiebre de los cómics –los años 30 y 40– nació con una ambición de mercachifle: Timely (lo que hoy es Marvel Comics) buscaba un personaje para competir con su archirrival Detective Comics (hoy, DC Comics), que se había anotado dos éxitos rotundos con Superman y Batman.
Archie Comics tenía un éxito en vena patriotera con The Shield, un héroe chauvinista que vestía gran parte de la iconografía del tío Sam. Así que Joe Simon y el dibujante Jack Kirby, catorce meses después, tomaron el modelo de The Shield y lo llenaron de anabólicos (metafóricos y literales). El 30 de marzo de 1941, hace 75 años, nacía el Capitán América con una entrada dramática que demostraba dónde estaba parado: en la portada de su primera aventura, el sujeto rubio y atlético que viste la bandera norteamericana le asesta un mamporro al mismísimo Hitler.
En sus comienzos, el Capitán América era la perfecta forma de sintetizar el talento fuera de borda de su creador. Kirby era una leyenda en el medio por su creatividad y estilo. Poderoso visualmente, el personaje pronto vendió un millón de ejemplares de sus aventuras. No sólo fue el primer superhéroe que actuaba bajo la ley y con licencia para matar, sino también el perfecto catalizador de ingenuidades y chauvinismos urgentes cuando, pocos meses después, el país al que defendía le declarara la guerra a Hitler también en el mundo real, luego del bombardeo a Pearl Harbor.
Desde esos días, es fácil asociar al Capitán América, ya sea la versión actual en los cómics –Sam Wilson, la primera vez que un hombre de color se hace cargo del personaje– como la del cine en el rostro y físico del actor Chris Evans –que vuelve el 6 de mayo con Capitán América: Guerra civil– con ese histrionismo necesario en aquella década: con un país en guerra y una industria que debía vender de todos los modos posibles.
J.M. De Matteis, guionista durante los años 80 del personaje, tiene otra lectura: "La reacción ante el traje es entendible, dentro y fuera de los Estados Unidos, ya que tiene que ver demasiado con el momento en que fue concebido el personaje: un traje chillón, colorido y que bordea el absurdo. Creo que aquellos que no lo conocen podrían leer al Capitán América como una reliquia de otra época o un héroe patriótico creado por mentes reaccionarias. Pero esa es una lectura superficial, y lo sabe cualquiera que haya leído los últimos 50 años del personaje". Para dejar en claro el pathos de Steve Rogers, el guionista aclara: "Sus historias generalmente reflexionan sobre el Sueño Americano y su enfrentamiento con la Realidad Americana. El personaje mismo ha enfrentado cambios que van a la par con los que ha sufrido su país. Eso lo ha hecho muy interesante."
Entre el número 1 de Captain America Comics, en 1941, y este número aniversario de Captain America: Sam Wilson #7 (de 80 páginas, donde escribe Joss Whedon, papá intelectual del universo Marvel en el cine, y se rumorea que Steve Rogers volverá a calzarse el traje abanderado), el Capitán América mantiene una rara característica: mientras que otros deben adaptarse a los tiempos que corren, el Cap ha hecho de esa distancia con el presente uno de sus fuertes. Siempre será el tipo que estuvo en la Segunda Guerra y fue rescatado por los Vengadores en los 60 (cuando Stan Lee y Kirby lo reinsertaron laboralmente, para regresar como un paria, descastado y desencantado). Steve Rogers siempre vive de prestado.
Perfecto juguete conceptual, el Capitán América es tanto un hombre enojado con los modos invasivos de los Estados Unidos y alguien que sale a pelear a puño limpio contra Al Qaeda
El guionista Ed Brubaker, responsable de las últimas y celebradas décadas del personaje, deja en claro el valor de ese marco temporal con un ejemplo: "Cuando era chico, Watergate fue noticia. En ese mismo instante, en el cómic, Rogers descubría que el presidente era un villano asociado a un grupo de supercriminales. Siempre sentí que el Capitán América podría ser un súperhéroe con poderes que se insertaría perfectamente en el mundo real. Bueno, en una versión del mundo real".
Perfecto juguete conceptual, el Capitán América es tanto un hombre enojado con los modos invasivos de los Estados Unidos y alguien que sale a pelear a puño limpio contra Al Qaeda. Sobran ejemplos de esa bipolaridad: así como en Ultimates –una relectura moderna de los Vengadores que es influencia directa en los films de Disney– le respondía a George Bush haciendo la venia, afirmando que el siglo XXI le parece "Cool, señor presidente, definitivamente cool", también puede polemizar con el Tea Party al ridiculizar sus consignas, como sucedió en 2010.
De Matteis habla sobre el hombre que vino de los años 40 y su condición de pararrayos político: "Es un maravilloso dilema: al no tener un hogar, el personaje abre todo un mundo a la hora de pensar en las formas de explorar, a nivel emocional y psicológico, al Capitán América y, de paso, hacerlo con los Estados Unidos y el lugar que ocupa hoy en el mundo."
Como ningún superhéroe, Capitán América comprime, licua y fosiliza el absurdo del género. Hay quienes han convertido eso en alteración y milagro (Brubaker, por ejemplo, introduciendo conceptos sobre viajes en el tiempo de Kurt Vonnegut en este cómic), y otros que han visto en Steve Rogers el rancio reflejo del status quo. Por lo pronto, el Capitán cumple hoy 75 años y vive su mejor momento creativo.
No existe mejor época para un hombre sin tiempo.