Capitalismo contra capitalismo en la era post-Covid-19
En 1992 se publicó un clásico trabajo de Michel Albert, Capitalismo contra capitalismo. El mundo de comienzos de los años noventa se encontraba en una etapa de procesamiento, tanto en el mundo académico e intelectual en general como así también en el político, de aquellas grandes transformaciones resultantes de la quiebra de los -recordando aquella metáfora del politólogo italiano Norberto Bobbio- socialismos realmente existentes, primero con la crisis que se tornara crónica con el correr de los años de su variante democrática (la socialdemocracia) y luego con el colapso de su variante autocrática (la vieja Unión Soviética y la antigua Europa del Este).
El capitalismo se quedaba de esa manera sin competidores, o por lo menos eso parecía suceder en la nueva escena global. El libro del autor francés venía a presentar dos modelos de capitalismo en competencia en un mundo de posguerra fría sin alternativas: por una parte, el modelo anglosajón o "neoamericano" basado en el éxito individual, el beneficio a corto plazo y su gran aparato publicitario; por la otra su contraparte "renana", con Alemania, Bélgica, Holanda, Suiza, Luxemburgo, los países de Europa del Norte y Japón con algunas variantes como principales referentes, con una mayor preocupación por el éxito colectivo, el consenso y la preocupación por el largo plazo.
Esta íntima convicción del autor francés, devenida en una suerte de sentido común de la época, pareció encontrar su límite durante la primera década del presente siglo: diferentes factores contribuyeron a ello, como la crisis financiera internacional del 2008/2009, la crisis del prometedor proyecto europeo y el ascenso de un nuevo jugador global, la República Popular China. Las reformas puestas en ejecución luego de la muerte de Mao Tsé tung dieron inicio a un proceso de crecimiento sostenido de la economía del país asiático a lo largo de prácticamente cuatro décadas, convirtiéndolo hoy en la segunda potencia económica mundial, luego de los Estados Unidos.
En un muy sugestivo artículo publicado en la revista Foreign Affairs, a comienzos de abril pasado, el analista internacional Richard Haass sostuvo que las pandemias, como la originada por el Covid-19, tienden a acelerar el curso de la historia más que a redefinirla, dado que ninguna crisis representa por sí misma un momento crucial o una coyuntura decisiva. En esta línea el autor describe la posible profundización de tendencias tales como el deterioro de las democracias liberales, el posible ascenso de China y la declinación del liderazgo de los Estados Unidos, entre otras.
Teniendo en consideración esta tesitura del autor estadounidense, el mundo que se avizora antes durante y luego de la pandemia parece estar signado por la profundización de la confrontación entre dos modelos de capitalismo: el primero en su versión occidental representado por Estados Unidos y Europa Occidental, el segundo en su variante asiática, siendo precisamente China su expresión más emblemática.
¿Es China realmente una economía capitalista? El economista Branko Milanovic, en su libro Capitalismo nada más. El sistema que domina el mundo, afirma que para poder ser capitalista, una sociedad debería caracterizarse porque la mayor parte de su producción se llevara a cabo utilizando medios de producción de propiedad privada (capital, tierras), la mayor parte de los trabajadores fueran asalariados (no vinculados legalmente a la tierra y que no fueran trabajadores autónomos que utilizaran su propio capital) y la mayoría de las decisiones relativas a la producción y a la fijación de precios se tomaran de forma descentralizada (es decir, sin que nadie las impusiera a las empresas). China, sostiene el autor, cumple con los tres requisitos para ser considerada capitalista.
Serán en todo caso las reglas procedimentales, competitivas en la versión occidental, no competitivas en la versión asiática, tanto para la selección como para la renovación de sus autoridades las que permitan diferenciar estas dos variantes de capitalismo en competencia (democrática vs autocrática).
Nuevamente, parafraseando a Michel Albert, el capitalismo confronta con el capitalismo.
Politólogo, profesor asociado regular UBA