Candidata imbatible
“Estoy haciendo un trabajo académico” (De Mariel Súarez, jueza de Chubut.)
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No me verán hoy referirme a temas tan “condenados al éxito” como las negociaciones con el FMI, la “natural reelección” del presidente Alberto Fernández o la licuación del triunfo de Juntos en apenas días. De eso se encargan, y lo bien que lo hacen, varios colegas de esta querida Redacción. Les propongo que reflexionemos sobre el diamante aún sin pulir que se nos presenta ideal para la Corte Suprema de Justicia, desde que se jubiló Elena Highton de Nolasco y dejó a ese cuerpo sin cupo femenino y sin quinto integrante.
Sí, estoy refiriéndome a la jueza Mariel Suárez, viralizada en un entrevero pasional en una cárcel con un condenado a cadena perpetua que tiene todos los condimentos para entronizarla en el Palacio de Tribunales. Ni Eugenio Zaffaroni soñó tan en grande esta posibilidad, pero seguro que después de leer esta columna inicia una campaña en change.org en favor de su postulación.
Destituida y repuesta en su cargo de jueza durante el segundo mandato presidencial de la actual vicepresidenta, Suárez cuenta con un suculento currículum (ver Google; es muy extenso y me quita mucho espacio) y hace composé con algunos de los inoxidables kirchneristas de la primera hora. Centrémonos sí en algunos de sus hitos imbatibles. Su señoría fue acusada de “liberar presos por teléfono”, una agilidad de despacho que anhela Cristina Kirchner desde las PASO de 2019, y de “desconocimiento inexcusable del derecho y mal desempeño en el cargo”. Música para los oídos de los díscolos kirchneristas que oscilan entre el “ay, pero Macri” y el “lawfare” para justificar sus defecciones al haber dejado una huella acá, una “fotocopia” allá y siguen entreverados en expedientes eternos.
Como es mi costumbre de ir contra la corriente, debo advertirles a quienes creyeron ver un gesto sentimental en el encuentro en el que condenado y jueza estaban “tomando mate” en la prisión que creo en su palabra de que se trataba de un “trabajo académico”, y no descarto que estemos frente a la Truman Capote de estas pampas olvidadas. Su señoría dijo que quiere escribir la historia del reo (de prontuario espeluznante), pero que me hizo pensar en la grandiosa A sangre fría, “non-fiction novel” para la que el autor norteamericano tuvo encuentros en prisión con los asesinos Dick Hickcock y Perry Smith, ahorcados por sus crímenes. “Las cosas no salen siempre como uno quiere, a veces salen al revés”, planteó Capote y pienso que es probable que a su señoría le pase lo mismo: quizás en lugar de escribir la novela, tenga un futuro judicial brillante. La Argentina es la tierra de las mil y una sorpresas.