Canal de la Patria: un monumento a la infamia
La civilización está ligada, invariablemente, a la disponibilidad de agua potable: por lo general, las grandes ciudades se fundaron a la orilla de un río. Conforme avanzó la tecnología, la ingeniería logró que, si las personas no llegaban al agua, el agua llegue a las personas: así es como siguen en pie aún hoy los acueductos romanos, emblemas de su época, pero también del ingenio humano.
Un poco más cerca en el tiempo, en los últimos meses circulan por las redes sociales imágenes estremecedoras, una mera muestra de la situación en una obra de 250 kilómetros que se extiende a través de la provincia de Santiago del Estero: el Canal de la Patria. Si esta obra no se modifica también será un monumento para generaciones posteriores, pero más digno de infamia que admiración.
En las condiciones extremas de sequía como las que atravesamos en los últimos años, en una región como el Gran Chaco Americano - donde está ubicada la provincia, y una de las ecorregiones más amenazadas por la deforestación a nivel mundial- la disponibilidad de agua es un valor elemental para la población humana y sus actividades económicas. También lo es para la vida silvestre. La presencia de agua funciona como una especie de cebo, que atrae a los animales sedientos, muchos de ellos sin la capacidad de percibir o evadir el riesgo al que se exponen: el canal tiene un talud inclinado y está revestido por paredes de concreto, que les impide poder escapar. La corriente veloz los agota rápidamente, y así el Canal de la Patria se vuelve el Canal de la Muerte: investigadores que monitorean el impacto del canal encontraron más de 250 cadáveres de unas 40 especies, tanto domésticas como silvestres, víctimas del ahogamiento, algunas de ellas con un alto grado de amenaza de extinción. Acaso la más emblemática entre ellas es el oso hormiguero gigante, un mamífero que sólo se encuentra en América del Sur.
Pero como si esto no fuera suficiente razón para tomar cartas en el asunto, el sufrimiento de estos animales no es el único impacto negativo del canal. La putrefacción de los cadáveres atrapados amenaza de forma directa la salud de las personas que utilizan el agua, invariablemente contaminada. De esta forma, la falta de previsión en la construcción, en el estudio de impacto ambiental, y la falta de análisis de medidas de mitigación de los efectos negativos de la obra la vuelven un riesgo antes que un beneficio. Es importante que el costo ambiental esté incluido en el costo financiero de la estructura.
En Santiago del Estero, el acceso al agua segura, potable y de calidad es de una necesidad innegable. Este debe ser uno de los derechos humanos más claros y necesarios, y en particular en una región donde la presencia de arsénico en el agua genera impactos tanto en la población como en los medios productivos. Y el estado debe desarrollar las obras acordes para satisfacer estas necesidades. Actualmente el canal cuenta con tres lados: dos laterales y un fondo. Es necesario construir uno más: una tapa. Es necesario tapar el canal con urgencia, para favorecer la calidad y cantidad del agua, la vida de las especies domésticas y silvestres y también de las personas.
Mientras tanto, es responsabilidad de los funcionarios encargados de la aprobación y el control de esta obra establecer soluciones rápidas. Entre ellas, recorrer el canal para poder rescatar a los animales que hayan caído al agua y así evitar su contaminación, como empezar a establecer medidas de mitigación mientras se realizan las obras para tapar el canal.
No se trata sólo de proteger a los animales: se trata de cuidar la salud de las personas y asegurar la calidad del agua que transporta el canal, para que realmente satisfaga el consumo de agua segura para la producción agrícola y ganadera. Sólo de esta forma el Canal de la Patria dejará de ser el Canal de la Muerte para poder estar a la altura de su nombre.
Director general de Fundación Vida Silvestre Argentina