Camus y la reconciliación argentina
“Para hablar de todos y a todos, es necesario hablar de lo que todos conocen y de la realidad que nos es común. El mar, la lluvia, la necesidad, el deseo, la lucha contra la muerte, eso es lo que nos reúne a todos. Nos reunimos en lo que vemos juntos, en lo que conjuntamente sufrimos. Los sueños cambian con los hombres, pero la realidad del mundo es nuestra patria común”. Convocantes palabras de Albert Camus para apostar al diálogo y al encuentro entre los hombres. Mirar lo que nos es común para entendernos y conversar.
A contracorriente de una mentalidad que presenta una insalvable división entre los hombres, la mirada de Camus vuelve a confiar en una razón compartida y capaz de verdad. Es mejor rehuir de los sueños a ojos cerrados que construyen aisladas torres de marfil y en cambio, abrir los ojos a lo que está frente a nosotros.
Para Camus, el artista, el escritor o el periodista comprometido, habita en la ambigüedad de negar lo que no va bien en el mundo y consentir a lo que es.
El 3 de noviembre tendrá lugar el Coloquio Internacional de la Sociedad Latinoamericana de Estudios Camusianos “Camus artista escritor, en vivo”. Se desarrollará en la sede central de la Alianza Francesa de Buenos Aires, cerrando un nuevo ciclo de lectura anual, dirigido por la Dra Inés de Cassagne. En esta ocasión los textos recorridos estaban vinculados a la vocación del artista, sus problemas y su responsabilidad. Para noviembre contaremos con la presencia de miembros de la Société des Études Camusiennes de Francia.
En su discurso de recepción del Nobel, en 1957, el escritor argelino se propone reconciliar de nuevo trabajo y cultura. ¡Qué necesaria esta propuesta en la Argentina que nos toca! Reconciliar lo que supo estar unido: culto, cultura y cultivo, una experiencia de unión interior abierta a lo sagrado.
Camus sintió una verdadera vocación a hacer su oficio: iluminar la vida cotidiana y luchar contra las tiranías actuales. “La pasión del artista, dice, es la libertad”. Después de las desmesuras totalitarias y las ideologías que exigieron sumisión inhumana, la lucha por la belleza no es una frivolidad epidérmica y esteticista, sino que puede ser un proceso doloroso, como lo es en la tragedia griega recuperar la propia, profunda medida.
Si la ideología se transmite por decreto, en cambio la cultura se transmite en una vida.
El camino camusiano sugiere que cada uno disponga de tiempo y libertad para realizar esa búsqueda común. “Creo en la necesidad de una regla y de un orden”, afirma el pensador en una entrevista. El renacimiento deseado por Camus, en contraste con la mentalidad extendida hoy, reconoce en el ceñirse a la propia esencia su verdadera posibilidad de expansión y libertad.
Miembro del Consejo Consultivo del Instituto Acton Argentina