Cambio climático: las acciones corren detrás de los compromisos
No caben dudas que el cambio climático es un problema global y, para mitigarlo, todos los países deben hacer un esfuerzo conjunto que asegure una reducción del nivel de emisiones alcanzando la carbono neutralidad hacia mediados de siglo. ¿Esto qué implica para la Argentina? ¿Cómo debe ser nuestro compromiso?
A fines de 2020, nuestro país presentó la actualización de sus compromisos climáticos para 2030 con una mejora significativa respecto de los anteriores: 26% más desafiantes. Se trata de una reducción de las emisiones contra las actuales que nos retrotraerían al nivel de 2010. Sin embargo, lo que parecería ser un buen progreso para la Argentina, bajo el análisis del organismo Climate Action Tracker (que analiza compromisos y políticas climáticas) es calificado como “altamente insuficiente” para acompañar la reducción de emisiones que asegure un planeta por debajo de los 2°C.
Esto puede abrir un debate respecto de qué cuota de responsabilidad debe asumir el país en esta problemática global. Por ello, de la misma fuente, y analizando las políticas y acciones climáticas efectivas nacionales, suponen un escenario para los próximos 10 años no sólo sin reducción de emisiones, sino más bien con el crecimiento de ellas. Estas perspectivas están fuera de cualquier escenario de mitigación del cambio climático.
La generación eléctrica (con un 15% del total de emisiones) es un buen ejemplo de la realidad argentina, que cuenta con gran potencial y logró en los últimos 5 años que las energías renovables crecieran 384% hasta alcanzar al 2020 una participación del 9.5% de la matriz eléctrica. Según un ranking de la consultora E&Y (que evalúa el atractivo para invertir en energías renovables) la Argentina, que supo estar en el top 10 en 2019, hoy está en la posición 25 y en plena caída. La falta de incentivo, como así también otras señales contrapuestas -inversiones en carbón en Rio Turbio; subsidios al consumo eléctrico (50% según Cammesa); modificación a la ley de biocombustibles- imposibilitan que las energías renovables terminen de despegar para dar con los desafiantes objetivos que este sector tiene a futuro.
La situación que vemos en la Argentina, donde las acciones corren detrás de los compromisos, se replica al grueso de los países cuando evaluamos el panorama global. Esto genera preocupación, dado que las políticas que se terminan llevando adelante aún distan de estar alineadas con los grandes discursos y títulos que vemos en los diarios.
En este contexto, una mirada optimista nos invita a pensar que los líderes convocados a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26, en la ciudad escocesa de Glasgow) ya no pueden ser indiferentes a esta problemática. A la fecha 131 países han adoptado o están discutiendo escenarios de carbono neutralidad en sus agendas. De cumplir con estos desafíos, podríamos pensar que el Acuerdo de París vuelve a estar en la mira. Si la Argentina no agiliza una agenda de transición hacia una economía baja en carbono, empezará a quedar fuera del acceso a los mercados internacionales para exportar bienes, para financiarse. La recuperación post pandemia deberá ser descarbonizada e inclusiva, o no será posible.
Ingeniero Industrial especializado en Desarrollo Sostenible. Profesor de Cambio Climático en Maestría en Política, Derecho y Gestión Ambiental de Universidad Austral