Cambio climático: el momento de actuar es ahora
La semana pasada se conocieron los resultados del nuevo informe publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) “Cambio climático 2022: impactos, adaptación y vulnerabilidad”. Lamentablemente, no fue ninguna sorpresa que las conclusiones demostraran que el cambio climático, producto de la acción humana, está ocurriendo aquí y ahora, y el ritmo y la escala de sus impactos se están acelerando rápidamente, con consecuencias devastadoras para las personas y la naturaleza. El mensaje es claro: el cambio climático afecta a todas las personas, pero son los grupos más vulnerables quienes se enfrentan a impactos desproporcionados.
En el último tiempo pudimos atestiguar que la Argentina no está exenta de esta sentencia. El informe se presentó sólo unos días después de que todo el país se conmocionara por los incendios que quemaron más de una décima parte de la provincia de Corrientes y las imágenes de los bosques, pastizales y humedales correntinos en llamas parecen ilustrar las ominosas advertencias de dicho reporte, que detalla la pérdida de vidas y de medios de subsistencia, el colapso de los ecosistemas y extinciones de especies, ahora mismo y en el futuro.
Estas consecuencias son indicadores de que el momento de actuar es ahora, pues muchos de estos impactos serán irreversibles si los sistemas -tanto naturales como humanos- continúan siendo empujados más allá de su posibilidad de adaptación al cambio. Esto cobra especial relevancia en nuestra región, ya que el informe identifica a América del Sur como uno de los lugares más vulnerables a nivel global, no sólo por los factores ambientales sino también por los sociales, considerando variables como desigualdades económicas, falta de acceso a la educación o falta de solidez política. Este entrelazamiento pone en amenaza directa a los sistemas alimentarios, la salud de las personas y el desplazamiento de sus poblaciones.
Lejos de pensar a la naturaleza como una propiedad, debemos considerarla nuestra aliada, y tomar decisiones que permitan restaurarla y protegerla. Todos los líderes mundiales deben prestar atención a las advertencias de este reporte y cumplir con sus compromisos climáticos con mayor dedicación para construir resiliencia, mientras se frenan las emisiones y se priorizan las acciones de adaptación y mitigación del cambio climático. Es momento que los tomadores de decisiones entiendan que la protección de la naturaleza y sus sistemas, es análoga a la protección de las personas.
Es importante reflexionar y tomar acciones rápidas para estar a la medida de la gravedad que requiere la situación. En lugar de seguir profundizando la grieta entre ambiente y desarrollo, la Argentina debe actuar con urgencia para implementar a escala las buenas prácticas, de la que ya hay probada experiencia, para desarrollarnos de manera sustentable, al tiempo que las personas y los ecosistemas pueden adaptarse a los impactos climáticos.
La restauración de nuestros ambientes naturales debe ser una oportunidad local para el necesario cambio de rumbo, implementando soluciones basadas en la naturaleza, recuperando no sólo los ecosistemas, sino también la biodiversidad, los servicios ambientales y los sistemas productivos que se desarrollan en ellos. La evidencia indica que los procesos naturales enfocados en contribuir a la concreción de objetivos sociales son fundamentales para minimizar el cambio climático y se estima que podrían alcanzar un 30% de la mitigación climática necesaria para el año 2050, cumpliendo así con el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global.
En las ciudades, debemos seguir trabajando en modelos de transición energética, con políticas sólidas que diversifiquen la matriz y permitan la reducción de emisiones de forma concreta y rápida. Además, es necesario repensar la forma en la que nos desarrollamos, haciendo un giro hacia ciudades verdes y con posibilidades reales de enfrentar las adversidades de manera anticipada, y reforzando la seguridad para las personas que viven en ellas.
La oportunidad que tiene la humanidad para ser protagonista de esta historia es cada vez más estrecha. Pero no es imposible. Y esta necesidad es urgente, pues entre las conclusiones del reporte se encontró que muchos de los riesgos a los que se expone el planeta son mayores de lo que se estimaba y que pueden ocurrir con temperaturas aún menores de lo previsto. Adherir al límite de 1.5° es crucial: aunque es un escenario lejano a ser idílico, continúa siendo un umbral crítico para muchos ecosistemas. Cada incremento en una fracción de grado hace el panorama más oscuro, pero aún estamos a tiempo de revertirlo, si se cumplen los compromisos asumidos por los países que firmaron el acuerdo de Paris.
Director general de Fundación Vida Silvestre Argentina