Cambio climático: celebramos la ambición, pero necesitamos la acción
En la Cumbre de Líderes sobre el Clima realizada la semana pasada, la Argentina ha continuado con el aumento de sus compromisos en lo que se conoce como la “ambición climática”: en primer lugar, confirmando la decisión de avanzar hacia la carbono neutralidad en 2050 y, en segundo lugar, anunciando mayores Contribuciones Nacionales Determinadas (NDCs) a ser presentadas en la COP 26 en Glasgow.
Esta actitud acerca más al país al objetivo de reducir un 26% las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, y asegurar el aporte proporcional comprometido para detener el aumento promedio de la temperatura global y evitar así que llegue a los 1,5°C. No obstante este enorme esfuerzo, es necesario seguir agudizando el ingenio y la interacción política e institucional para lograr comprometer, en el futuro cercano, mayores niveles de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Para llevar adelante esta tarea resulta urgente la creación del Consejo Asesor establecido en la Ley de Cambio Climático sancionada en 2019, que incluye la participación de representantes de la sociedad civil.
Como se ha indicado recurrentemente, nos encontramos en la década de la implementación: hoy tenemos que transformar los compromisos en acciones concretas, tangibles y medibles, para lograr los efectos esperados. Si esto no ocurre en esta década, las consecuencias pueden ser muy graves y, en algunos casos, ya no habría vuelta atrás. Es por ello que, si bien celebramos el aumento de la ambición, estamos convencidos de que lo que se necesita con urgencia es el pasar a la acción.
Por citar un ejemplo, la Ley 27.191 estipula que, para 2025, el 25% de la energía eléctrica debe provenir de energías renovables, pero actualmente ese porcentaje sólo alcanza el 9,7%. Es por eso que resulta central y urgente incrementar la incorporación de energías renovables en la matriz energética argentina, a la vez que implementar el plan desarrollado para la eficiencia energética en la industria, el transporte y la construcción.
Celebramos el anuncio de erradicar la deforestación ilegal en la Argentina, una acción sumamente necesaria ya que el 50 % de la deforestación de los últimos 10 años ha ocurrido en zonas categorizadas como rojas o amarillas donde el cambio de uso del suelo está prohibido por la Ley de bosques. Sin duda la tipificación del delito ambiental en el Código Penal,-cuya discusión se encuentra activa en el Congreso de la Nación- puede y debe ser una herramienta central para luchar contra la deforestación ilegal y muchas de las agresiones al ambiente que, en muchos casos, son responsables del aumento de emisiones de gases de efecto invernadero.
El país ya ha recibido un importante pago de 82 millones de dólares por servicios ecosistémicos, por parte del Fondo Verde del Clima, a causa de la reducción de emisiones por deforestación evitada entre 2014 y 2016. La correcta y efectiva implementación de estos fondos deberá ser un reaseguro para que contribuciones de este tipo puedan ser mantenidas y aumentadas.
Por otro lado, los procesos de “canje de deuda por naturaleza” fueron analizados en la década del 1980 e implementados en algunos países con condiciones particulares. Estos procesos implican un monitoreo del país acreedor en relación a los compromisos ambientales asumidos, cuestión que podría contrastar con el dominio de los recursos naturales por parte de las provincias y comprometer la soberanía nacional. Por otro lado, este tipo de canjes podrían ser posibles sólo ante acreedores públicos, ya que los acreedores privados no siempre presentan sensibilidad a este tipo de canjes, que no se vinculan a sus compromisos o responsabilidades.
La nueva ley de Educación Ambiental será sin duda una herramienta central para reforzar el cambio de paradigma que la sociedad necesita, y fomentar así acciones concretas que los ciudadanos y ciudadanas puedan llevar a cabo. Y aquí el tiempo también nos apremia: los niños y niñas de hoy no deben ser los responsables de los cambios futuros, sino los beneficiarios de los cambios que nuestra generación debe asegurar en el presente.
Desde Fundación Vida Silvestre Argentina coincidimos y apoyamos los compromisos y reclamos esgrimidos por nuestro presidente Alberto Fernández en la Cumbre de Líderes Sobre el Clima, pero alertamos sobre la urgencia del pase a la acción para que estos compromisos cumplan con su finalidad. A su vez, debemos poner el foco en aquellas actividades productivas y extractivas cuya promoción o falta de control atentan contra el éxito de los compromisos asumidos y, sobre todo, contra el real desarrollo sustentable de nuestro país. El desafío es enorme y toda la sociedad debe hacer su aporte y asumir sus responsabilidades.
Director General de Fundación Vida Silvestre Argentina