Bullrich y el síndrome del pato rengo
La ministra podría sufrir una pérdida de poder hasta las elecciones internas del Pro del 19 de marzo
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Patricia Bullrich tiene en su política de seguridad el principal escollo para encarnar un liderazgo alternativo al de Mauricio Macri en el Pro. Es decir que la tarea por la que cobra importancia para el gobierno le restaría consenso para disputarle ese lugar al expresidente. A pesar de los elogios que recibe de Javier Milei y de ser reconocida en los sondeos con una imagen superior a la del Presidente, la ministro no podría detener los efectos del síndrome del pato rengo: una pérdida progresiva de poder cuando se acerca la fecha para renovar un cargo electivo. Sobre todo si quien lo ocupa está impedido de volver a postularse.
El Pro elegirá a sus nuevas autoridades el 19 de marzo. Hasta ahora, Macri es el único candidato a sucederla en la presidencia. Aunque Bullrich no descartó hacerlo a través de un candidato respaldado por ella, llegaría a esa instancia sin cumplir con las dos premisas que se habría propuesto: ser el canal de ingreso de dirigentes del Pro al gobierno y ocupar la jefatura de Gabinete en un eventual recambio. Las dos parecen difíciles de alcanzar en el corto plazo.
Milei acaba de designar en el BID y el Banco Mundial a dos exfuncionarios de Macri: Miguel Braun y Daniel Pierini. Los libertarios se quejan de los supuestos allegados a Guillermo Dietrich y Francisco “Pancho” Cabrera que ocuparían posiciones en la Jefatura de Gabinete, el Ministerio de Economía y el de Capital Humano. Bullrich tuvo que aguardar hasta el 18 de enero para que sea designado Tito Ventura Buena, su viceministro en funciones desde el 10 de diciembre.
El 24 pudo confirmar en la Agencia Nacional de Armas (Anmac) a Juan Pablo Allan, el dirigente que perdió por cinco mil votos las PASO en La Plata contra Julio Garro. Las designaciones dependen de Nicolás Posse. ¿Una advertencia del jefe del Gabinete? De momento, solo una suspicacia. La disputa entre Macri y Bullrich no es ajena a la crisis del oficialismo con sus aliados por la ley ómnibus. Los dos se arrogaron el respaldo sin fisuras a la iniciativa libertaria del bloque Pro de diputados. Su jefe, Cristian Ritondo, demostró pericia de equilibrista para satisfacer a ambos y evitar fugas. Pero más que el temor latente a una fractura, la unidad parece garantizada por el 85 por ciento de los electores de Juntos que están dentro de los 52 puntos de adhesión que recoge el gobierno en una opinión pública dividida. Es lo que refleja un trabajo que circula entre dirigentes de esa alianza.
Bullrich tributa con su gestión a ese nivel de aprobación que Santiago Caputo promueve fidelizar a través de la dicotomía entre el líder que trabaja por la felicidad del pueblo y quienes obstruyen su tarea. El antipueblo. La demarcación entre leales y traidores efectuada por un comunicado oficial es parte de la estrategia del asesor de imagen que reproduce una noción básica del populismo. La ideología que Bullrich prometió combatir la noche de su derrota en primera vuelta.
La ministra tendría reservado otro rol decisivo en la relación de Milei con Macri: evitar que un desgaste prematuro lo obligue a profundizar sus acuerdos con el expresidente. Dicho de otro modo, que se contagie del síndrome del pato rengo. Un riesgo que correría si se convierte en algo más que una amenaza su ruptura con los gobernadores. Especialmente el de Córdoba, Martín Llaryora. La base del entendimiento con el peronismo no kirchnerista alcanzado por el ministro del Interior, Guillermo Francos.
Igual que Maximiliano Pullaro (Santa Fe) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Llaryora desconoció el reajuste automático de los salarios a los estatales pactados por sus antecesores. Los tres concedieron un 14 por ciento de aumento a cuenta de un aumento en la recaudación que nadie espera en los próximos meses. La diferencia de LLaryora con los otros dos casos es que sucedió a Juan Schiaretti, alguien de su propia fuerza.
La necesidad urgente e insatisfecha de liquidez explicaría la intransigencia de los cinco diputados que le responden por Córdoba. La provincia donde Milei triplicó en votos a Sergio Massa en la segunda vuelta. El Presidente no echará por ahora a dos excolaboradores de Schiaretti: Osvaldo Giordano (Anses) y Franco Mogetta (Transporte) El desenlace de esta situación es seguido con expectativa por los entornos de Macri y de Bullrich.
Un diputado de la excandidata, Gerardo Milman, presentó un proyecto de ley para que el gobierno llame a un plebiscito por la ley ómnibus. Una iniciativa inscripta en la lógica de Caputo que, en apariencias, habría sido descartada. El Pro estima inevitable la confluencia electoral con la Libertad Avanza en 2025, cuando Córdoba y la ciudad de Buenos Aires elijan senadores. Esa especulación estimula desconfianzas recíprocas entre el denominado cordobesismo y los libertarios.
Emilio Monzó, Nicolás Massot y Florencio Randazzo fueron sindicados por la oficina de prensa del Presidente como parte del lote de supuestos traidores en la que también anotó a los diputados de Salta y Misiones que responden a Gustavo Sáenz y Hugo Passalaqua. Dos gobernadores muy cercanos a Massa. El líder del Frente Renovador mantendría activos sus vínculos con Monzó, Massot y Schiaretti, de quien Randazzo fue candidato a vicepresidente.
Massa se atribuiría haber incidido en el voto negativo de los radicales de Evolución y en el de Facundo Manes. Una versión del “centrao” con características propias. A diferencia del Brasil, su misión consistiría en evitar la sanción de leyes antes que garantizarla. La versión del diálogo con el neurólogo que desparrama Massa es confirmada por el kirchnerismo que, con sorna, lamenta que libertarios y bloques afines no hayan abierto uno con Germán Martínez. Una muestra del cariño que el exministro de Economía despierta en Unión por la Patria. El jefe de ese bloque le confesó a un ex legislador su perplejidad por no haber sido invitado a entablarlo. En la Legislatura bonaerense no desmienten el pedido que habría efectuado Massa para que los cinco diputados de Manes reciban un trato cordial de las autoridades de esa Cámara. En la actual dispersión del cuerpo podrían contribuir a darle al oficialismo mayoría en las comisiones legislativas. Una probabilidad concreta en el Senado gracias a los tres libertarios disidentes que responderían al jefe del Frente Renovador.
La aparente solidaridad de uno de ellos, Carlos Kikuchi, con el solitario fiel a Milei, Sebastián Pareja, despierta todo tipo de conjeturas. Particularmente por la licencia que pidió Pareja para ocupar un cargo con Karina Milei cuya creación está pendiente. Kikuchi y Pareja fueron los responsables de la campaña electoral de La Libertad Avanza en el conurbano. Su activismo en las dos sesiones del año pasado habría conmovido al rudo Rubén Eslaiman. “Son peores que nosotros”, habría exclamado el diputado de Massa. Una exageración de sus detractores, seguramente.
A Eslaiman y a Raúl Pérez se los sindica por los supuestos vínculos con Julio “Chocolate” Rigau. El fiscal Juan Menucci citó a indagatoria a Juan Benavídez y Alejandro Villordo, los jueces de la sala 1 de la Cámara de Apelaciones de La Plata que habían anulado la causa contra Rigau. Los magistrados no están obligados a declarar, a menos que sean destituidos por el juicio político pedido en su contra. Para que avance es preciso que la Legislatura conforme la comisión bicameral encargada de evaluarlo. Benavidez y Villordo fueron denunciados penalmente por María Eugenia Talerico, Javier Iguacel y Ricardo López Murphy.
La UCR dialoguista espera que se destrabe la situación en Diputados para tratar la media sanción pendiente en el Senado a la boleta única, que obliga a desdoblar las elecciones nacionales de las provinciales. Lo que les facilitaría a las autoridades provinciales tejer una alianza propia. ¿Con Victoria Villarruel de primera candidata a diputada?
La vicepresidenta se apersonó esta semana al plenario de comisiones para garantizar a Maxi Abad que sus objeciones a la ley de Lavado de Activos serán analizadas luego de la inspección del GAFI a la Argentina el 26 de febrero. Un tema por el que también se interesó Macri. Abad preside el radicalismo bonaerense. Macri obtuvo el respaldo de 22 distritos y el de los gobernadores para presidir el Pro. No lo hicieron la ciudad y la provincia de Buenos Aires. Dos espacios que controla a través de su primo Jorge, Ritondo, Néstor Grindetti y Diego Santilli, unido en apariencias al jefe del gobierno porteño por intereses comunes que justificaría la permanencia de Claudio “Chiqui” Tapia en la vicepresidencia del Ceamse. El titular de la AFA es un aliado de Juan Román Riquelme, vencedor de Andrés Ibarra, el candidato de Macri en las elecciones de Boca, donde tuvo escasa participación Daniel Angelici. El amigo que Jorge le presentó a Mauricio.
Sin Boca, la posición de Macri en la FIFA sería más endeble. ¿Otro pato rengo? La sobreactuación de su oficialismo con los operativos de seguridad que en la ciudad le atribuyen a la ministra es su principal argumento en la pelea con Macri. Pero le dificultaría hallar alguien dispuesto a enfrentarlo. Diego Valenzuela podría ser un aliado en esa cruzada.
El intendente retuvo a Tres de Febrero aventajando a su candidata a presidente por 25 puntos. Podría consolarla la anécdota que le adjudican a Santilli. Haber descubierto que Valenzuela repartía boletas de Grindetti, su rival en las PASO.