Bullrich vs Rodríguez Larreta: la pelea de fondo comienza el 14 de agosto
“El 13 vamos a discutir con Larreta quién es presidente, por ahora vamos tranquilos. El 13 lo discutimos, ahora vamos tranquilos, estamos acá apoyando a Nacho, a todos los chubutenses”, dijo Patricia Bullrich al grupo de militantes que coreaba un “Se siente, Patricia presidente” en la sede del gobernador electo de Chubut, Ignacio Torres, ante una incomodidad manifiesta de Horacio Rodríguez Larreta. Bullrich entendió que el momento obligaba a dar un gesto de unidad, sobre todo porque la victoria en la provincia patagónica le da aire a Juntos por el Cambio que, envalentonado, espera triunfos en Santa fe, Chaco, Entre Ríos y dar la sorpresa en Santa Cruz, para sumarlas al grupo de provincias gobernadas por ese espacio. No era momento para internismos, por más que la campaña haya escalado a niveles de confrontación que no se esperaban un año atrás.
El jefe de Gobierno, por su parte, se anotó apoyos trascendentales en los últimos días como el de Rodrigo de Loredo y Facundo Manes, provenientes del radicalismo y en especial el de María Eugenia Vidal, algo que generó mucha bronca hacia adentro del Pro. “Ella dijo que iba a ser neutral, deberá explicarlo”, dijo Bullrich al respecto y no dejó pasar gratis la jugada a la que se sumó con dureza el expresidente Mauricio Macri: “Lo mejor en la vida es hacer lo que uno dice”, dijo, agregando que la exgobernadora se está “desdibujando”.
Rodríguez Larreta, al compartir fórmula con Gerardo Morales, se garantizó gran parte del aparato radical, eso es innegable. El gobernador jujeño tiene llegada e influencia sobre dirigentes importantes del interior como el candidato santafesino Maximiliano Pullaro. Bullrich también hizo lo suyo, y el eje mendocino que conduce Alfredo Cornejo le garantiza caciques radicales en todos los pueblos. Todo es así, en estos últimos días, los dos candidatos de JxC suman dirigentes del Pro y la UCR, mientras esperan la definición de algunos neutrales antes del 13. Sin embargo, ambos saben que el apoyo dirigencial les puede garantizar fiscalización, expansión, llegada de sus propuestas en los territorios donde trabajan, pero que bajo ningún punto de vista eso se traduce en votos. El ciudadano de a pie, el que no milita y no tiene compromisos o lealtades partidarias y que está dispuesto a votar a la principal coalición opositora, no va a cambiar su voto por una foto o un posteo en Twitter de determinados dirigentes. Los dirigentes saben mejor que nadie que el aparato ayuda, pero no convence masas.
En estas PASO, sin duda, la pelea dentro de Juntos por el Cambio es lo más atractivo que nos ofrecen las elecciones por dos razones principales: la falta de competencia en otros espacios y porque es una coalición que cuenta con muchas chances de colocar al próximo presidente. Es por eso que algunos analistas ven esta interna como un ballottage adelantado.
El domingo de las primarias también estaremos atentos a los votos que puedan recolectar Sergio Massa y Juan Grabois, una fotografía electoral que expondrá si el votante kirchnerista consume con gusto el “sapo” en forma de candidato, que es el mismo que prometió arrasar con todos ellos, tratándolos de corruptos poco tiempo atrás o si manifiesta su disconformidad eligiendo al dirigente social que los representa mejor ideológicamente, aunque una mala elección de Massa también demuestre que Cristina, si bien indiscutible líder de ese espacio, no puede manejar todas las voluntades. Y, por otro lado, si el libertario Javier Milei demuestra en la cancha todo lo que amenaza jugar desde el vestuario, hasta ahora, en las preliminares provinciales, no dio la talla y si no hace una buena elección en las PASO nacionales, como suele sucederles históricamente a las terceras fuerzas, si no arrima a la pelea, puede pagar con sus propios votos una posible polarización en octubre.
Por todo esto, y por la competencia reñida que promete la interna en JxC, donde las encuestas al ser tan variadas y disimiles confunden más de lo que aclaran, la pelea Rodríguez Larreta versus Patricia Bullrich es el plato fuerte, el combate estelar de estas primarias, esa condición hace que, en principio, los votos que reúnan en la participación electoral de ese espacio sean esperanzadores para las fuerzas que lo componen con vistas a las elecciones generales. Sin embargo, así como las adhesiones de los dirigentes no garantizan las voluntades individuales del elector, el gran problema al que se enfrentarán esos mismos dirigentes es que sus gestos de unidad no alcancen para que a partir del 14 de agosto los votos del candidato que no gane la primaria no se vayan a otras fuerzas por disgusto. Ya algunas tendencias, que marcan los afamados focus group, indican que eso podría pasar con un sector importante de los votantes para el que van a tener que construir herramientas y discurso para saber contenerlo, tanto de un lado como de otro. Este escenario es el que anticipó Elisa Carrió semanas atrás. “Cuando se hace la coalición de Juntos por el Cambio en 2015, que nos permite derrotar al kirchnerismo, se hace sobre la base de no salirnos del centro, el lugar de convergencia. Y en la actual crisis del país y lo que va a vivir en adelante no te podés ir de una banquina a otra”, dijo Carrió advirtiendo que su límite es “la derecha”, ante la posibilidad de que el sector de Bullrich se encuentre más cómodo con posiciones que pondera Javier Milei. Esta declaración de Carrió, que quedó allí y no se amplió por ahora, es para tener muy en cuenta porque anticipa lo que podría ser un desencuentro grave en las filas de los “cambiemitas” porque la comparten sectores del Pro y mucho más en la UCR.
En los últimos días, operadores de ambos sectores buscaban alternativas para comenzar a reconstruir la unidad desde el domingo 13 a la noche, compartir sede de campaña, fotos, discursos conciliadores, señales de incorporación cercana de mujeres y hombres del bando perdedor a la campaña del candidato electo para las generales. En JxC saben que la elección no está ganada, que el peronismo a pesar de estar culminando el peor gobierno desde el retorno de la democracia sigue siendo competitivo, que las chances existen y son importantes, pero para afrontarlas, deberán cuidar primero el frente interno.
Hasta hoy, la campaña enconada, la disputa ideológica y de formas, los golpes bajos que dieron el presente más de una vez, pero sobre todas las cosas el modelo de gobierno y las posibles futuras alianzas parlamentarias con terceros -ahí aparecen apuntados Javier Milei por un lado y Juan Schiaretti por otro- están dejando la cuerda tan tensada que cualquier equivocación grosera puede llegar a cortarla, dejando caer a ambos lados la posibilidad de volver al poder.
Juntos por el Cambio tiene un gran desafío por delante, que no es solo elegir candidato el domingo 13 de agosto, sino demostrar que a partir del lunes 14 están a la altura de consolidar una alternativa de gobierno madura, fuerte, que convenza y que, sobre todas las cosas, sepa ceder lo necesario ante sus pares para evitar un quiebre, que haría germinar nuevamente el falso mito de que el único partido de poder en la Argentina es el peronismo.