Las llegadas de los nómades digitales, que combinan una temporada en el país con trabajo a distancia, superaron las predicciones y prometen mantenerse el año próximo
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Se acuerda los nombres perfectamente: Sos mi vida, Muñeca Brava, Rebelde Way. Las novelas que miraba cuando era chica fueron las principales razones para que Anastasia Shevchenko, de 30 años venga por tres meses a Buenos Aires, a vivir y trabajar remoto desde acá. “En Rusia, las telenovelas latinoamericanas tenían mucho éxito, especialmente las argentinas, Natalia Oreiro es mi actriz favorita y yo quería ver la Buenos Aires en la vida real y conocer a los argentinos. Hace unos años vi un video de la Patagonia y me enamoré”, cuenta.
Nació en Crimea, es soltera, da clases de inglés online y no necesita estar en un lugar fijo para trabajar. Ya vivió un poco en Europa, el año pasado estuvo cinco meses en Sudáfrica, luego un par en Turquía y un mes en Georgia. Ahora, por fin, pudo conocer y establecerse un tiempo en Buenos Aires, la ciudad que espiaba por la televisión, pero de la que sabía poco y nada. Luego de sus horas de trabajo matinales, se dedica a recorrer los barrios porteños, especialmente las plazas, también viajó por a la Patagonia y ahora planea unos días en las Cataratas.
Anastasia es una de los 46.000 extranjeros que llegaron en lo que va del año a la Argentina como nómades digitales, según datos de Nomad List, plataforma de referencia para la comunidad mundial de nómades digitales, una cifra récord y en continuo ascenso, especialmente después que el trabajo remoto se extendió masivamente por la pandemia. No son viajeros convencionales. No están de vacaciones, aunque sus vidas se parecen bastante a unas vacaciones eternas. Vienen a vivir como locales, disfrutar de la gastronomía, la vida cultural y el entretenimiento por una temporada, generalmente entre tres y seis meses, pero con un factor en común: trabajan por internet y continúan con sus responsabilidades desde acá. Una importante fuente de ingresos para la economía local.
“El alquiler temporario es caro, similar al de cualquier ciudad europea; la ropa y el calzado también, pero el transporte público, la comida y especialmente el vino, que en Rusia es muy costoso, me resultan muy accesibles; aprovecho a comer carne, también”, cuenta Anastasia sobre sus hábitos porteños. El cambio favorable ayuda a atraer nómades, aunque está lejos de ser la única razón.
No son viajeros convencionales. No están de vacaciones, aunque sus vidas se parecen bastante a unas vacaciones eternas. Vienen a vivir como locales, disfrutar de la gastronomía, la vida cultural y el entretenimiento por una temporada, generalmente entre tres y seis meses, pero con un factor en común: trabajan por internet y continúan con sus responsabilidades desde acá. Una importante fuente de ingresos para la economía local.
Buenos Aires sigue ascendiendo posiciones entre las ciudades más buscadas del mundo para este estilo de vida. El ránking de la citada Nomad List, que clasifica a más de 1300 ciudades en más de 190 países sobre calidad, costo de vida, clima y velocidad de internet, entre otros ítems, la ubica en el puesto 7, detrás de Lisboa, Bali, Chiang Mai (Tailandia), Madeira (Portugal), Bangkok y Ciudad de México. Hace apenas unos meses estaba en el puesto 9. El sitio web reporta que actualmente hay 11.220 nómades extranjeros en la ciudad.
Con rutina laboral
Carla Mouriño, española, de 28 años está fascinada con su estada de dos meses en Buenos Aires, donde se siente como una local y confirma las estadísticas que la ubican en los primeros puestos: “Es una de las mejores ciudades para nómades digitales. Estoy en varios sitios donde dan consejos para nómades y siempre es de las más recomendadas, por eso la elegí y me siento muy cómoda, muy a gusto acá, siempre hay algo para hacer”. Carla aclara que Buenos Aires es recomendada no solo por la economía favorable para los bolsillos con euros o dólares, sino también por la vida social, cultural y de entretenimientos. “Amo las milanesas, las empanadas y especialmente los dulces, como los alfajores, que me parecen los mejores del mundo”.
Aquí mantiene una rigurosa rutina de trabajo: se levanta todos los días a las 5.30. Trabaja de 6 a 14, siguiendo el horario español para diversas startups para las que hacer relaciones públicas y luego, sí, la tarde para ella. “Habitualmente voy a museos, a exposiciones, recitales, cafés, amo las librerías de Buenos Aires donde me quedo horas y también me apunté en un grupo de gimnasia, para entrenar”, cuanta sobre su cotidianidad porteña. Alquiló un departamento en Palermo, va al supermercado, se cocina. También trabaja en cafés y en espacios de coworking.
“Mis amigos de España me preguntan si me animo a viajar en transporte público. No se qué piensan de la Argentina, pero les digo que es como en cualquier lugar, que hay que tener cuidados. Por ejemplo, en Madrid me robaron tres veces. Pero acá me siento segura, por supuesto no ando de noche por lugares oscuros”.
Carla comenzó esta nueva vida nómade gracias a la pandemia. Se quedó sin trabajo de un día para el otro, justo cuando el Covid se espació por el mundo. Ese punto de inflexión la ayudó a dar el volantazo que esperaba: “Me di la oportunidad de ver si podía empezar una vida más libre, de ser freelance, de manejar un poco más mis tiempos. Me marqué plazos y lo conseguí. Y después me animé a cumplir otro de mis sueños, que era viajar, vivir en diferentes lados y me di cuenta que me encantaba, que era lo que quería”, recuerda. Al principio empezó viajando por un mes a ciudades cercanas a España, como Milán y Londres.
Después probó con Uruguay y Colombia, donde tenía conocidos que la recibían. Seguía manteniendo su departamento alquilado en Madrid. Hasta que decidió cortar ese lazo y comenzar la vida oficialmente nómade: “No tenía sentido seguir pagando 600 euros por mes por un piso compartido en Madrid”, asegura. La hoja de ruta siguió con Tailandia, Bali, ahora Buenos Aires y en 2023 recalará en Guatemala y en México. Pero piensa repetir Buenos Aires: “Es una ciudad muy buena para vivirla”.
Los nómades digitales crecieron en números exponenciales en los últimos años. La pandemia fue un trampolín para animarse a un cambio de vida. A nivel global, se estima que hay 35 millones de nómades, en su mayoría jóvenes entre 20 y 40 años. Principalmente son de Estados Unidos y también de Inglaterra, Rusia, Portugal y Alemania. Casi el 29% de los nómadas digitales visitan entre tres y cinco países al año mientras trabaja.
Muchos países, como Croacia, Georgia, Tailandia, Australia, Brasil, Alemania, Grecia, México, Portugal, España, Costa Rica y varias islas del Caribe, viendo la oportunidad de recibir visitantes de este nicho, crearon visas para nómades, que les permite quedarse entre uno y dos años.
Según datos de Nomad List, la ciudad de Buenos Aires aumentó de modo interanual un 629% sus nómades digitales y se posicionó en 2022 como el segundo destino del mundo con mayores tasas de crecimiento después de Singapur
La Argentina también se sumó a esta tendencia: en mayo el gobierno nacional presentó una visa especial para nómades digitales, que se otorga por un plazo de 180 días prorrogables por única vez para teletrabajadores que acrediten trabajar y cobrar para el exterior.
A nivel global, las ciudades que más nómades recibieron en el año son Londres, Bangkok, Nueva York, Berlín, París y Lisboa. Buenos Aires se posicionó en el puesto 26 a nivel global, y tercera en la región detrás de Ciudad de México y Medellín. Según datos de Nomad List, la ciudad de Buenos Aires aumentó de modo interanual un 629% sus nómades digitales y se posicionó en 2022 como el segundo destino del mundo con mayores tasas de crecimiento después de Singapur. Los nómades que viene provienen principalmente de Estados Unidos, Brasil y Francia.
“Para ser sincero nos sorprendió la cantidad de nómades que vinieron este año, es una de las ciudades que más creció en el mundo. Teníamos proyectado que llegarían la mitad, cifras más cercanas a la prepandemia”, dice Fernando Straface, secretario general y de Relaciones Internacionales del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Según su análisis es atribuible, en parte, al trabajo que hicieron de promoción internacional de las bondades de Buenos Aires, durante el 2020, cuando se vislumbraba esta tendencia. “Además, estamos en una gran ciudad, muy reconocida internacionalmente para estos viajes, que es accesible para los extranjeros y por supuesto, fuimos favorecidos por una ola mundial, que aspiramos poder sostener el año próximo, ese es el gran desafío. En la medida en que esta ola siga, podremos igualar los números”.
A esa ola de trabajo a distancia maridada con viajes se subió Filippo Quitadamo, que hace un año y medio que se considera nómade. El Mundial fue una buena excusa para que este italiano eligiera Buenos Aires: quería disfrutar de la pasión futbolera de la ciudad. Es su primera vez en la Argentina, donde se quedará un par de meses. Trabaja de personal trainer, pero da clases online. “Llegué hace muy poco, cuando empezaba el Mundial y estoy fascinado con la comida, que es muy barata y de muy buena calidad, además siempre hay cosas para hacer, es una gran ciudad”.
También hay principiantes: Saionara Figueiredo, de 34 años, nacida en Florianópolis, Brasil, está viviendo su primera experiencia como nómade digital. Es profesora de lengua de señas, vino a Buenos Aires para hacer un posdoctorado, está estudiando español y además trabaja para una empresa brasileña como intérprete simultáneo de manera online. Cuando llegó, hace cuatro meses, no conocía a nadie, no era parte de la comunidad de nómades, que suelen compartir recomendaciones y consejos.
“Cuando llegué todo me parecía una locura, era la primera vez que visitaba otro país latinoamericano y el tema del cambio me resultaba muy difícil de entender, no comprendía como hacer las transacciones, pero ya me acostumbré, solo uso la tarjeta de crédito para emergencias”, recuerda entre risas. Alquila un departamento en Caballito y le encanta Buenos Aires, porque siempre ofrece algo para hacer. “Ganar en reales me permite tener una vida cómoda en Buenos Aires, porque el cambio me favorece. Me encantan los bares, la pizza argentina, las pastas y el vino, que compro a diario en el supermercado”.
Si bien en julio regresa a Brasil, esta experiencia la hace pensar en otras oportunidades: “Antes vivía preocupada por tener trabajo estable, dinero, pero esta vida te obliga a ver las cosas de otra manera. No sé qué voy a hacer en un futuro, pero seguro algo cambiará, ya sé que puedo trabajar desde el exterior, disfrutarlo y hasta hacer que el dinero me rinda más.”
Que tres testimonios sean de mujeres no es simple casualidad. Las mujeres representan el 49.81% de los nómades, prácticamente un porcentaje similar al de hombres. Tanto Anastasia, como Carla y Saionara dicen sentirse seguras y contentas, a pesar de estar solas. Una buena publicidad para un país que necesita el ingreso de divisas.