Breve adiós de un lector a sus lectores
En esta brevísima columna fueron señalados durante varios años libros de variado interés. Nunca fue un espacio de reseñas literarias; antes bien, quien firma estas líneas quiso estimular la lectura sin excesivos academicismos y detectar libros (o autores) que salvo excepción no suelen encabezar las listas de best sellers ni gozan de una especial cobertura periodística. En cierto modo, se trató de preservar la misma curiosidad con que leíamos cuando éramos niños. Es la última columna del autor, que quiere así despedirse de sus lectores y agradecerles precisamente la lectura. ¿Por qué leemos? Leemos para entregarnos a la aventura de un mundo distinto del nuestro o para comprender algo más de eso que llamamos la condición humana. Leemos para estar menos solos y acercarnos al alma de otros. Leemos para soñar y para conocer aquello que nos es desconocido. Leemos para distraernos de las amarguras y las hostilidades del mundo. Leemos para atisbar en el espejo resplandeciente de los libros atisbos de lo que somos. Leemos porque es una fiesta, y acaso esa fiesta nos hace mejores.