Brasil y la Argentina, una relación que va más allá de Lula y Milei
“No hablé con el presidente de Argentina porque creo que tiene que pedir disculpas a Brasil y a mí. Dijo muchas tonterías, sólo quiero que se disculpe”, dijo Luiz Inácio Lula da Silva, presidente del Brasil. Inmediatamente, el Gobierno respondió a través de su vocero, Manuel Adorni: “El Presidente no cometió nada de lo que tenga que arrepentirse”.
No es una polémica más que se puede tomar a la ligera, se juega sobre un campo muy espinoso un partido que debería estar caracterizado por la calma. Brasil es el principal socio comercial de la Argentina y nuestra economía en crisis necesita de todos los mercados, pero sobre todo de aquellos que ya existen y nos permiten sostener algunas industrias. Según OEC World, en 2022 la Argentina exportó $9,34MM (MM=Mil Millones) a Brasil. Los principales productos que la Argentina exportó a Brasil fueron Camiones de entrega ($2,53MM), Coches ($2,05MM), y Trigo ($1,38MM). En el lustro 2017/2022 las exportaciones de la Argentina a Brasil han tenido un incremento a una tasa anualizada de 8,68%, pasaron de $6,16MM en 2017 a $9,34MM en 2022. Frente a estos datos no se entiende que una pelea ideológica o de simpatías políticas hagan peligrar estos indicadores que mantienen viva, aunque débil, a nuestra economía.
Es cierto que Milei detesta a Lula, al que llamó “corrupto” y “comunista” más de una vez, justamente por lo que Lula pide una disculpa pública, y se siente identificado con el expresidente Jair Bolsonaro, al que invitó a su asunción llamándolo “presidente” cuando no lo era, en una videoconferencia, que el propio Milei hizo pública en redes sociales, antes de hablar o invitar formalmente al mismo presidente Lula, que era lo que correspondía. Por otra parte, desde el círculo de Milei destacan, y con razón, que Lula apoyó abiertamente a Sergio Massa durante la campaña electoral. Pero, si esto está mal ¿no hizo lo mismo Milei con otros candidatos como Donald Trump en Estados Unidos, o de la extrema derecha europea como el candidato del Vox español Santiago Abascal? En estos niveles la acción política debe ser más consecuente con su prédica.
Hay un trasfondo más complicado en la relación Lula-Milei. Un hombre muy cercano al presidente argentino, Fernando Cerimedo, exjefe de su campaña presidencial en el área digital, administrador de la granja de trolls mileístas, fue acusado por un juez de la Corte Suprema brasileña de integrar una “organización criminal”, con “núcleos de actuación y milicias digitales” en el intento de golpe de Estado que encabezó el expresidente Jair Bolsonaro tras las elecciones de octubre de 2022, donde perdió por escasa diferencia con Lula da Silva. Cerimedo dijo que fue sobreseído, sin embargo, en Brasil señalan que no está definido y que solo se decidió unificar la investigación en la Suprema Corte. Con el agravante de que cerca de un centenar de brasileños que participaron de la turba que intentó un golpe en Brasilia el 8 de enero de 2023 se encuentran en la Argentina esperando ser asilados políticos, el mismo Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente y actual diputado, pidió en un Congreso de LLA el 30 de mayo por todos ellos. En el gobierno de Lula genera mucho malestar la falta de buena predisposición de la Argentina respecto a un tema tan delicado en la región como es custodiar los sistemas democráticos.
Además, tal como lo hizo Jair Bolsonaro en 2018, que eligió Chile como primer destino protocolar como presidente, Javier Milei no cumplió con la tradición de visitar Brasil en su primer viaje como primer mandatario, Es más, aún no lo hizo y eso que viajó mucho más que cualquier otro presidente en el mismo período, en total realizó 9 viajes al exterior, pasó 38 días en otros países lo que significa casi un 20% de los días que lleva como presidente viajando y salvo el Foro de Davos o el G7 en Italia, el resto fueron viajes por motivos personales que incluyen recibir premios de poco renombre, otorgados por entidades que abrevan con su ideología, promocionar su libro o reunirse con líderes religiosos. Nada de esto último redunda en un beneficio directo al país, ni inversiones ni posicionamiento internacional.
Esta semana, Milei tuvo el mal tino de autoproclamarse candidato al Premio Nobel de Economía justo cuando el organismo oficial de estadísticas daba a conocer indicadores económicos que mostraban la crueldad de la recesión que es central en esta parte de su plan (¿lo hay?) económico. El lunes el Indec señaló que el primer trimestre de este año el PBI de los argentinos se derrumbó un 5,1% y que el desempleo subió al 7,7%, estadísticamente corresponde compararlo con el primer trimestre del año pasado, pero es imposible soslayar que el último trimestre de 2023 el desempleo fue del 5,7%. Así que la realidad es más dura aún que lo señalado por esta medición que bien explicada marca una destrucción de 612.500 empleos, de los cuales 81.600 eran registrados y 530.900 en la informalidad, mientras que 196.600 fue la disminución de la oferta laboral. Algunos datos preliminares auguran un peor segundo trimestre. Lo sabremos en septiembre.
No se puede culpar al actual gobierno del desastre económico que heredó, pero a esta altura debería comenzar a mostrar algo más que un bestial recorte de gastos y ejecución presupuestaria junto al cruel ajuste previsional que hizo a los jubilados sentirse la “casta”, en lugar de aquella que según el candidato Milei iba a pagar las consecuencias. No fue así, comenzó por el sector pasivo. Dice un dicho popular que para esconder un elefante hay que rodearlo de una buena cantidad de elefantes, algo así hizo Milei, ajustó tanto y en tantos lugares al sector público, que para muchos el “elefante” más importante, que son los jubilados, pasa inadvertido.
El Gobierno esgrime el “déficit cero” como su mayor logro, junto con la desaceleración de la inflación, no es poco, pero no es tan cierto. Horas atrás, recibió reclamos importantes de deudas que no afronta. Por un lado, Gustavo Weiss, presidente de la Cámara de la Construcción -”Cámara de la Corrupción” la llamó Milei sin presentar una denuncia formal en la justicia- reclamó una deuda al gobierno nacional de unos $400.000 millones. A este reclamo se le sumó el de la deuda por Cammesa. El martes, la Asociación de Generadores de Energía Eléctrica de la República Argentina (Ageera) le envió una carta al ministro de Economía, Luis Caputo, en la que le recuerda estar dispuestos a aceptar un bono en dólares al año 2038 que tiene una quita del 50% implícita. La deuda alcanzaba los $600.000 millones y era por la compra de energía de diciembre y enero. Quedan dos días hábiles para finalizar junio y el gobierno no pagó lo que se comprometió a regularizar este mes. Pero lo más importante que varios especialistas destacan, es que el Gobierno “esconde basura bajo la alfombra”, ya que ninguna de estas deudas aparece en la cuenta fiscal que permite alcanzar el déficit cero, al ocultarlas el Gobierno miente o quizás incurre en algo peor: está creyéndose su propia mentira.
En este contexto, no es buena idea pelearse con Lula y con Brasil, ni con Pedro Sánchez y España. No está bien que Milei no aproveche los viajes al exterior para recorrer la región, relacionarse más y mejor con gobiernos de países vecinos con los que solo tuvo diferencias como con Chile y Uruguay. También, meterse más de lleno con los problemas del país viajando al interior y visitar gobernadores. Hablar, conocer, después de todo, es parte de su trabajo.
Necesitamos del mundo, y las inversiones y la posibilidad de comerciar más productos argentinos en el exterior. Si bien puede considerarse como positivo que el Presidente se haya encontrado en los EE.UU. con líderes del sector tecnológico y empresarios privados vinculados a la Inteligencia Artificial, y que haya hablado ante inversores en la conferencia del Instituto Milken -aunque eso no se haya traducido en anuncios inmediatos- estas soluciones no van a venir de la mano del Vox, de los partidos de ultraderecha que no gobiernan en Europa, y que cuando lo hagan, si lo hacen, tendrán una agenda más identificada con los problemas de la Unión Europea que de un compromiso filosófico con amigos de esta parte del mundo que piensan igual. Es casi infantil creerlo, basta mirar con detalle cómo se maneja Giorgia Meloni en Italia.
La economía argentina necesita más de socios comerciales como Brasil, porque los títulos religiosos como ser “Embajador Internacional de la Luz” junto a su hermana Karina, nombrado por parte de un sector de la colectividad judía de Miami, liderado por Jabad Lubavitch o una confirmación de sesgo duro de parte del franquista Santiago Abascal o recibir premios de dudosos reconocimientos internacionales, pueden servir para alimentar el ego del presidente Milei, pero no traerán soluciones a una economía que, como una “pelota pinchada” no rebota, y que ya comienza a darnos señales de que si no se infla de aire productivo en lo inmediato, el futuro aún se puede ser peor.