Brasil del Sur, de Pablo Plotkin. Un futuro de vigilancia y autocontrol
“Utopía o distopía son categorías intercambiables en función de los valores de cada uno”, reflexiona uno de los personajes de Brasil del Sur, segunda novela de Pablo Plotkin (Buenos Aires, 1977) y en esa simetría se desarrolla el planteo: hacia fines de los años 70 de este siglo, fuerzas militares imaginan una Refundación en la cual Buenos Aires pasaría a ser parte de Brasil. Pese a que algunos pilares se cumplen a medias, como el relanzamiento de un zoo fitogeográfico en el Parque Indoamericano, una serie de explosiones causan una disminución notable de la población. En esas ruinas, se configura una estructura de poder planificada, amparada en los designios de la Inteligencia Artificial.
Un impulso coral sigue la biografía de tres participantes en la nueva microfísica: Elena, la encargada de un parque de autómatas que acepta destratos para poder pagar un buen asilo a su madre y al holograma de su padre; Wong, encargado de una cadena de supermercados sostén de la revolución que esconde una especie híbrida en su sótano y Fausto, un empleado inexperto que es enviado a China, una organización modelo, con un cargamento que desconoce. Con prolijidad, el libro explora un continuum de temas o reflexiones que bordean lo vivo y lo conjetural: la preponderancia de la “experiencia de usuario”, las conductas poco éticas que giran alrededor del caos, la vigilancia y el autocontrol, la represión estatal multiforme, el deseo maquínico. Una conjunción que, sin ser tan arriesgada, remite a las últimas películas del brasileño Adirley Queirós, otro lazo del pasado y del futuro que conecta ambas latitudes.
Brasil del Sur, de Pablo Plotkin (Emecé). 360 págs. $ 4500