Borges y Kodama
No he leído La clase de griego de Han Kang, pero lo que anticipa LA NACION en la nota de Constanza Bertolini no me sorprende, porque narra la misteriosa relación de Borges con María Kodama, que tanto atrae en el mundo. Pude comprobarlo en la muestra “Atlas de Borges”, de la cual soy curador, que se exhibió en septiembre de esteb año en el Congreso Internacional de la Sociedad Dante Alighieri en el Palazzo Firenze de Roma, y estuvo abierta al público durante varias semanas.
Es una exposición de fotos sobre los viajes de Borges con Kodama, que dieron lugar a un libro con textos de ese escritor y fotos de María, y a esa muestra que causa fascinación entre quienes la visitan.
Podemos recordar que el Infierno de la Divina Comedia, de Dante Alighieri, le interesó mucho al escritor y a María. En el canto V encontramos a Paolo y Francesca, y podemos imaginar lo que Borges habló sobre una red inevitable de circunstancias que valen tanto para la Beatriz que Dante persigue y que no alcanza como para la pareja de adúlteros. Dante refiere con tan delicada piedad la culpa de Francesca que todos la sentimos inevitable, reconoció Borges.
Parece mejor ese amor de Francesca y Paolo en el infierno que el desdichado amor de Dante por la inalcanzable Beatriz en el paraíso, agregó, y subrayó que Dante jugó con la ficción de encontrar a Beatriz, pero la soñó severísima, inaccesible. Narró que cuando Dante se encuentra con Paolo y Francesca, sabe cómo han muerto ambos adúlteros. Francesca sabe que el castigo es justo, lo acepta y sigue amando a Paolo, añadió el autor de El aleph.
Y argumentó: Dante nos refiere el destino de los dos amantes y sentimos que él envidia ese destino. Paolo y Francesca están en el Infierno, él se salvará, pero ellos se han querido y él no ha logrado el amor de la mujer que ama, de Beatriz. Están juntos para la eternidad, comparten el Infierno y eso para Dante tiene que haber sido una suerte de Paraíso.
Enamorarse es crear una religión cuyo dios es falible, pensó Borges. Pero Dante no está dispuesto a aceptar ese pensamiento: sus convicciones religiosas lo llevan a condenar a Francesca y Paolo. Aunque su concepción, como bien señaló Borges, es falsa. El Dios que imagina es falso; tiene que adorar a ese Dios que no entiende. Esto es así es porque según Borges hay un personaje que falta en la Divina Comedia, Jesús, y que no podía estar porque hubiera sido demasiado humano.
En un prólogo, al referirse a un autor japonés, Ariwara No Narihira, famoso por sus amores, Borges escribió: “Narihira es un hedonista en un mundo inocente y pagano, no perturbado aún por el Tao y por la recta observación del óctuple camino del Buddha. De este o del otro lado del bien y del mal, estas páginas clásicas del Japón ignoran lo moral y lo inmoral”.
Son claves para entender su relación con María Kodama. En la muestra, “Atlas de Borges”, en el final del epílogo ella escribió, cuando el escritor ya había entrado al “gran mar” (como a ella le gustaba denominar a la muerte): “yo recorro aplicadamente los días, los países y las personas. Cada instante queda acercándome a usted hasta que se cumplan todas esas cosas que son necesarias para que otra vez se junten nuestras manos. Cuando esto suceda seremos otra vez Paolo y Francesca…definitivamente juntos, solo luz para la eternidad”.
Esta novela de Han Kang nos recuerda entonces esa eterna unión, ese reencuentro, que anhelamos que se haya concretado.
Vicepresidente de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, sociólogo, escritor y periodista