Borges, entre creyentes y agnósticos
¿Por qué Jorge Luis Borges fue el escritor elegido para proponer un diálogo entre agnósticos y creyentes en nuestro país? Acaso porque, si bien se declaraba incrédulo, no dejó de escribir con extraordinaria sensibilidad sobre ese hombre "áspero y judío" del que anotó: "Seguiré buscándolo hasta el día último de mis pasos por la tierra". Y recordando a su admirado Oscar Wilde añadió: "Nos ha dejado espléndidas metáforas y una doctrina del perdón que puede anular el pasado". En una de las postreras entrevistas, publicada en España, el autor de "El Aleph" afirmaba: "Cristo fue para mí el personaje más vívido de la historia. El hombre más extraordinario. Qué raro que todo eso lo sepamos a través de unos oyentes suyos. Se me ocurrió en estos días que la tarea de un escritor podría ser, aunque imposible, escribir un quinto testamento sin repetir los anteriores y que, sin embargo, no fuera del todo indigno de ellos".
Se podrá argumentar que Borges cultivó la duda y no la fe. En más de una ocasión, el papa Francisco dejó entrever su perplejidad ante quienes sólo manifiestan certezas y no contemplan ninguna duda. En ese sentido, la obra de nuestro genial escritor se presta a la reflexión, tal como aconteció el año pasado en Buenos Aires y en Córdoba en ocasión del Atrio de los Gentiles, y volverá a suceder en los próximos días en la ciudad de La Plata. Se trata de una iniciativa promovida por el papa Francisco, cuya organización fue confiada al Foro Ecuménico Social y a la Fundación Internacional Jorge Luis Borges.
En estos días, nuevamente con la presencia del cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, a la que se suman algunos expositores de nuestro país, se llevará a cabo en la Universidad Católica y el Teatro Argentino de La Plata a través de tres paneles, una conferencia central en la participará también Pedro Barcia, muestras plásticas y expresiones musicales. Por otra parte, tal como había ocurrido el año pasado, volverá a tratarse paralelamente el tema de la responsabilidad social y ciudadana, con docentes de la Universidad Nacional de La Plata y el invitado español Juan José Almagro, de la Universidad Complutense y de Alcalá de Henares, en el auditorio platense del Colegio de Médicos.
El Atrio de los Gentiles, si bien tiene antecedentes en las reuniones celebradas años atrás en Milán por el cardenal Carlo Maria Martini e intelectuales como Massimo Cacciari, comenzó a realizarse con carácter universal a partir de Benedicto XVI. Debe su nombre al antiguo Templo de Jerusalén, construido por Salomón, del que hoy sólo queda el simbólico Muro de los Lamentos. Además de las áreas reservadas al pueblo de Israel, poseía un lugar (un patio o atrio) en el que también se daban cita los gentiles (los no judíos, que hoy definiríamos como creyentes de otras religiones o agnósticos). Los maestros de la ley hebrea estaban allí en diálogo con ellos. Un espacio abierto a todas las personas en búsqueda, sin distinción de cultura, idioma ni pertenencia religiosa.
Cuando la Iglesia realizó la primera convocatoria de esta iniciativa, en el atrio de la catedral de Notre-Dame de París, en 2011, Joseph Ratzinger señaló en un mensaje que el encuentro aspiraba a ser un momento de respeto y amistad entre personas de convicciones diferentes. Dirigiéndose explícitamente a los jóvenes creyentes y no creyentes, dijo: "Queridos amigos, construyan puentes que los unan. Aprovechen la oportunidad que se les presenta para descubrir en lo más profundo de la conciencia, a través de una reflexión sólida y razonada, los caminos de un diálogo precursor y profundo. Tienen mucho que decirse unos a otros". Recordó también que se debería poder estrechar lazos con todos, sin distinción e incluyendo a los que viven en la pobreza o en la soledad y se sienten al margen de la sociedad.
Entre otros conceptos, Ratzinger quiso darse a entender: "Creo importante sobre todo el hecho de que las personas que se consideran agnósticas o ateas estén cerca de nuestro corazón como creyentes. Cuando hablamos de la nueva evangelización, estas personas quizá se asusten. No quieren verse como objeto de misión ni renunciar a su libertad de pensamiento y de voluntad. Pero la cuestión sobre Dios se mantiene aún presente, aunque no pueden creer en concreto que Dios se ocupa de nosotros. Como primer paso debemos procurar mantener viva esta búsqueda; debemos preocuparnos de que el hombre no descarte la cuestión sobre Dios como una cuestión esencial de su existencia. Me vienen al pensamiento las palabras del profeta Isaías citadas por Jesús: que el templo tendría que ser una casa de oración para todos los pueblos. Él pensaba en el denominado Atrio de los Gentiles, que dejó libre de negocios ajenos para que el lugar, quedara disponible para los gentiles que querían orar allí al único Dios, aunque no podían participar en el misterio al servicio del cual estaba dedicado el interior del templo. Creo que también hoy la Iglesia debería abrir una especie de Atrio de los Gentiles donde los hombres puedan entrar en contacto de alguna manera con Dios sin conocerlo y antes de que hayan encontrado el acceso a su misterio". Una iniciativa para establecer diálogos y encuentros fecundos y respetuosos, y para afianzar los ya existentes para bien de la convivencia social y en la búsqueda de la verdad.
Por su parte, el Foro Ecuménico Social se inspira en un texto de Borges que da nombre, precisamente, a Los conjurados: "Se trata de hombres de diversas estirpes, que profesan diversas religiones y que hablan en diversos idiomas. Han tomado la extraña resolución de ser razonables. Han resuelto olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades. (...) Mañana serán todo el planeta. Acaso lo que digo no es verdadero; ojalá sea profético".
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