Boleta única de papel: cuando la ciudadanía tiene la palabra
Vivimos tiempos de crisis en varias dimensiones. A las crisis económicas recurrentes, que impactan socialmente con un 50% de la población bajo la línea de pobreza, se agrega un malestar creciente y sostenido de los ciudadanos para con todas las instancias y los espacios institucionales de representación.
El entusiasmo por la recuperación y consolidación de la democracia constituye un viejo recuerdo, que cedió terreno frente a la inclemencia de la exclusión social, la falta de logros de los sucesivos gobiernos, la distorsión de la gestión pública y la ruptura de lazos sociales. Siguiendo a Francois Dubet, las crisis recurrentes y la falta de respuestas concretas fueron debilitando “todo lo que nos une” para vivir en sociedad.
Sin embargo, en determinadas situaciones, se regeneran o se expresan movimientos diversos o iniciativas que despiertan solidaridades y que logran adhesiones fuertes que redefinen el accionar de todos los actores sociales. Recientemente lo comprobamos con la marcha federal universitaria.
Pero estas manifestaciones ciudadanas esporádicas reafirman una vacancia recurrente: la ausencia de diálogos y de acuerdos perdurables que atiendan e intenten paliar la erosión de legitimidad de nuestras instituciones. Una temática en la que hubo importantes avances, pero sólo en algunas provincias, es en la forma en que elegimos a nuestros representantes. Opera allí una resistencia opaca a que se implementen cambios que faciliten y simplifiquen un acto fundacional de la democracia: el voto.
Hace dos años que la Cámara de Diputados de la Nación aprobó un proyecto de ley que establece la Boleta única de papel (BUP) como instrumento de votación para las elecciones de orden nacional: presidente y vicepresidente, senadores y diputados, y parlamentarios del Mercosur. A fines de 2023, intentamos darle sanción definitiva en el Senado, pero las mezquindades político partidistas lo impidieron.
Es el momento de impulsar un nuevo tratamiento en la Cámara alta, porque es hora que las elecciones nacionales cuenten con mayores garantías de transparencia, universalidad, equidad, modernización y sostenibilidad ambiental.
En nuestro país contamos con interesantes experiencias subnacionales innovadoras que modificaron el instrumento de votación, tres de las cuales (Mendoza, Córdoba y Santa Fe) incorporaron la BUP. La experiencia internacional es abrumadora: más del 80% de las democracias del mundo eligen sus representantes con boleta única, que resulta un método sencillo para el elector.
Por su parte, desde el año 2007 la Cámara Nacional Electoral expresa en fallos y acordadas la necesidad de “...reflexionar sobre otro de los sistema de votación, el de boleta única suministrada por el tribunal electoral” (cf. “Datos sobre el sistema de partidos”, CNE, Nov. 2007, introducción del Dr. Rodolfo E. Munné).
¿Cuáles son las ventajas de implementar la boleta única de papel en las elecciones nacionales?
1. Mayor transparencia electoral, ya que se eliminan y desalientan prácticas fraudulentas como la adulteración, destrucción o robo de boletas y el “voto cadena”.
2. Universalidad de la oferta electoral, porque se garantiza que todos los partidos/candidatos estén siempre presentes y disponibles en la oferta electoral.
3. Equidad, porque la presencia en la oferta electoral ya no depende de la capacidad económica de cada fuerza política para la impresión de sus propias boletas.
4. Ahorro de recursos financieros en la impresión de boletas.
5. Sostenibilidad ambiental, porque se reduce de manera significativa el uso de papel y de tinta.
Propiciamos y promovemos un debate público amplio e informado, sin mezquindades, para alcanzar un consenso multipartidario para tratar y modificar una regla sustancial del proceso electoral nacional.
Luego será el tiempo de hacer docencia para explicar y difundir este “nuevo instrumento de votación” garantizado por el Estado. Las experiencias de Mendoza, Santa Fe y Córdoba nos marcan un camino posible.
Estoy convencido que se puede mejorar el sistema electoral argentino mediante este cambio en el instrumento de votación. Sería un avance sustantivo para mejorar el sistema electoral, y una señal más de que nuestro país pretende estar a la altura de las demandas ciudadanas y que puede regenerar una relación virtuosa entre representantes y representados.
Senador nacional de la UCR por la provincia de Buenos Aires