Bisiesto
El ritual se repite virtualmente año tras año. El teléfono empieza a sonar bien temprano, el 28 de febrero. ¿Es hoy? ¿Te podemos decir feliz cumpleaños? A lo largo del día, la misma pregunta, cada llamada, cada mensaje en las redes. ¿Cuándo festejás? Y sigue hasta el 1° de marzo, a última hora.
Los más puntillosos llaman el 28 a las 12 de la noche, para no equivocarse. Y para no recibir la ya clásica respuesta que a él le divierte dar: "No, es mañana, llegaste antes". O, el 1° de marzo: "Fue ayer, se te pasó". También están los "olvidadizos", que se escudan en no saber cuándo saludarlo: "No llamé porque no sabía cuándo era".
Ayer, o anteayer, no lo sé exactamente, mi marido cumplió 53. O, en realidad, 13 y pico. Apenas unos años más que nuestra hija menor. Ella también está desconcertada: no entiende por qué su padre es el único que tiene el privilegio de festejar durante dos días.
Tendremos que esperar tres años más para celebrar en serio. Mientras tanto, en la era de las redes sociales y las verdades alternativas, Facebook ya tomó la decisión: Francisco tiene que festejar el 28. O, por lo menos, eso decretó unilateralmente en su perfil. Y así se lo comunicó a sus amigos.