Marcelo Leiras: "El antikirchnerismo no es una fórmula para gobernar eficazmente"
En el encuentro con Marcelo Leiras sobrevuelan dos fechas, acaso dos excusas para la reflexión política en este final de año: aquel vibrante 10 de diciembre de 1983, del que se cumplen 35 años; y este otro, más cercano, a tres años de la asunción de Mauricio Macri, al frente de un gobierno al que Leiras considera "fallido" porque, entre otras cuestiones, "subestimó la profundidad de las dificultades de la economía argentina y sobreestimó sus capacidades".
Aunque se siente lejos "de la orientación ideológica" de Cambiemos y en especial del Presidente, el politólogo y sociólogo le reconoce, sin embargo, la capacidad de construir un espacio, contener a sus principales referentes y mantener unida una coalición al interior de la cual, a pesar de las críticas de algunos de sus miembros como Elisa Carrió, no observa una "tensión peligrosa". Además, considera que es "importante que existan alternativas electorales, que haya un polo no peronista, del mismo modo que me parece muy importante que haya un polo peronista constituido".
Director del Departamento de Ciencias Sociales y de la Maestría en Administración y Políticas Públicas de la Universidad de San Andrés e investigador del Conicet, Leiras integra el Grupo Fragata, un colectivo de intelectuales muy críticos del Gobierno. "Nació de la necesidad de construir una interpretación de lo que estaba pasando y ver cómo se le puede ganar una elección a Cambiemos", afirma.
Se cumplieron 35 años de la recuperación democrática. ¿Qué queda de ese momento fundacional?
En esa época, y en ese 10 de diciembre, nos dimos cuenta de que habíamos redefinido algo muy importante de la cultura política local, que es la relación con la violencia. El siglo XIX fue muy violento. El siglo XX también: el peronismo había tocado varias cuerdas sensibles, la reacción contra el peronismo fue muy violenta y el peronismo también tuvo momentos muy violentos. Algo de esa convivencia cómoda con la violencia cambió después de la dictadura y el primero que lo registró fue Alfonsín.
El Juicio a las Juntas condensa esa voluntad de redefinir la relación con la violencia.
Sí, el Juicio a las Juntas fue muy potente. Y esa intolerancia frente a la violencia política nos queda. Pero creo que parte de la confrontación entre el macrismo y el kirchnerismo reactivó algunos instintos crueles de la política argentina, sobre todo de parte de los partidarios del macrismo.
¿A qué se refiere específicamente?
A la reacción por la desaparición de Santiago Maldonado. Fue muy cruel y me sorprendió mucho. Es cierto que muchas de las declaraciones de los mapuches que estaban con Maldonado fueron falsas, pero la sospecha sobre las fuerzas de seguridad en un operativo represivo en la Argentina no es infundada, tiene fundamentos en una larga historia de ejercicio de la violencia desde el Estado. Aún no sabemos qué pasó con Maldonado, solo sabemos que se ahogó, pero no sabemos en qué circunstancia.
¿Leyó el fallo de la Justicia?
No lo leí. Está confirmado y no hay duda de que Maldonado se ahogó, ya había leído los peritajes anteriores. No digo que lo ahogaron; sí que hay un operativo donde interviene una fuerza federal y hay un chico de 28 años que se ahogó. Eso para mí es suficiente para preocuparme. Tampoco pensé que el Gobierno había mandado a secuestrarlo, pero sí hay un ejercicio de violencia preocupante.
El gobierno de Cambiemos cumple tres años y transita su último tramo. ¿Qué balance hace?
Creo que es un gobierno fallido porque no cumplió con su objetivo, probablemente porque el objetivo era desmesurado. Se propuso cambiar la cultura política argentina y cambiar el sistema político argentino. Se propuso disputar el electorado del peronismo, en particular en la provincia de Buenos Aires, asumiendo que de ese modo iba a desterrar al peronismo como alternativa electoral viable en elecciones presidenciales. A mí me parece que ese objetivo era no solo desmesurado, sino también innecesario. Al Gobierno le bastaba con constituirse en el polo no peronista estable y estaba, y todavía está, en condiciones de conseguirlo. Lejos de necesitar desterrar al peronismo, necesitaba consolidar el voto no peronista de un modo confiable, para lo cual debió haber llevado adelante un plan económico basado en un diagnóstico consistente. Subestimó la profundidad de las dificultades de la economía y sobreestimó sus capacidades.
En Cambiemos conviven fuerzas políticas de distintas tradiciones. El radicalismo marca sus diferencias y Carrió pone límites. ¿Esta diversidad debilita la coalición o la fortalece?
No me parece que haya una heterogeneidad ideológica fuerte dentro de Cambiemos. Es una coalición con cierto pluralismo, sobre todo en cuanto a los orígenes de los dirigentes, pero no tanto desde el punto de vista de su propósito. Sí creo, y me parece valioso para la democracia argentina, que es una coalición bastante robusta. No veo una tensión peligrosa en Cambiemos. Al contrario, es sorprendente que con una gestión tan poco exitosa y dadas las enormes dificultades, todavía se mantengan la unidad y la integridad de la coalición.
¿Por qué cree que sucede eso?
Porque ninguno de los miembros de la coalición estaría mejor fuera de ella y, también, porque ha habido una capacidad de contención que es sorprendente y positiva. Me parece muy importante que haya alternativas electorales, que haya un polo no peronista en la Argentina, del mismo modo que me parece muy importante que haya un polo peronista constituido.
¿Por qué cree que Cristina Kirchner vuelve a tener cierta centralidad?
Me lo pregunto, y la respuesta honesta es "no sé". Creo que hizo una lectura muy fina de las dificultades del gobierno nacional, apostó a tener alguna posibilidad de crecer si al Gobierno no le iba bien y fue muy consistente en la representación de las aspiraciones de su electorado. Últimamente, a diferencia de cuando era presidente, parece estar conversando con, literalmente, todo el mundo del espacio no macrista. Me parece que eso le permitió crecer. Cada vez son menos los peronistas que encuentran en Cristina un límite y ahí hay que mencionar a Pichetto y Urtubey, pero ese grupo se ha reducido.
¿Qué critica a los gobiernos de Cristina Kirchner y qué le reconoce al de Mauricio Macri?
Yo no lo concentraría solo en Cristina. Fueron 12 años, cuatro de los cuales gobernó Néstor. Le criticaría el fracaso en renegociar los contratos de provisión de los servicios públicos. Los contratos que firmó Menem no son iguales en todos los sectores, pero en muchos fueron muy malos, de modo que renegociar eso era indispensable. La renegociación con subsidio de tarifas no me parece la mejor solución. La política energética fue muy mala y terminó con un resultado fiscal malo. Y luego la decisión de Néstor, no de Cristina, de intervenir el Indec. La decisión de poner retenciones altas a las exportaciones agropecuarias me parece adecuada; sin embargo, la gestión del conflicto de 2008 me pareció muy mala. Todo esto lo diría en el contexto donde se consiguió algo muy importante que no lo había conseguido ningún otro gobierno democrático, y que fue extender la protección social. La cantidad de gente que está al cobijo del Estado frente a riesgos de desempleo, de enfermedad, aumentó significativamente. Eso me parece muy importante, porque todos los otros gobiernos democráticos habían reducido o mantenido baja la protección social.
Cambiemos lo mantuvo y lo amplió.
Pero Cambiemos expuso a mucha gente a riesgo alimentario con aumento del precio de los alimentos, que da aumento de la pobreza. Frente a esa decisión de política económica, aumentar un poco la cobertura social... La verdad es que me cuesta reconocerle algo al gobierno de Cambiemos, porque realmente creo que es un mal gobierno. No comparto la posición ideológica del Presidente en particular, no comparto su pobre lectura de la historia argentina, ni su insensibilidad respecto a cuestiones de derechos humanos, ni su idea de que hay que respaldar a cualquier costo a las fuerzas de seguridad, ni su diagnóstico de política económica, ni su creencia de que él podía ser ministro de Economía reduciendo la autonomía para hacer política económica de los funcionarios del área, algunos de los cuales son competentes.
¿Qué va a definir la elección próxima? ¿La economía o la política?
Hay dos bloques electorales fuertes: uno muy antikirchnerista, otro muy kirchnerista. El bloque kirchnerista es también antimacrista. Ambos contingentes son numerosos y creo que la elección se va a definir en un balotaje que va a ser parejo. Ciertamente la situación económica no ayuda al Gobierno, pero creo que algunos elementos políticos le juegan a favor.
En América Latina hubo regresos de presidentes. ¿Puede pasar con Cristina Kirchner?
La probabilidad es fifty-fifty. Es tan probable como improbable. Un tercer gobierno de Cristina sería muy difícil porque despertaría las pasiones de una parte del electorado antikirchnerista, que es muy intenso, y generaría tensiones políticas muy altas.
¿Qué otra figura del peronismo le resulta interesante?
Me cuesta encontrar un candidato presidencial que demuestre estar leyendo lo que pasa. Una cosa que distingue a los presidentes exitosos es su capacidad para captar un estado de ánimo colectivo y expresarlo en palabras: es la sensibilidad que tenía Alfonsín, la que tenía Menem, la que tenía Néstor Kirchner y que por momentos tuvo Cristina; es la sensibilidad que, creo, no tiene Macri. No encuentro una sensibilidad así todavía entre los precandidatos peronistas. El dirigente que me parece más interesante de los que demostraron voluntad de correr es Felipe Solá.
¿Cree que Macri tuvo la sensibilidad de captar lo que el electorado antikirchnerista estaba necesitando en 2015?
Sí, pero eso es un sentimiento colectivo bastante menos extenso que lo que hace falta para gobernar eficazmente. El antikirchnerismo ciertamente no es una fórmula para gobernar como presidente. Hace falta ser más amplio que eso.
¿Reconoce alguna destreza política en el hecho de que sea gobierno una coalición encabezada por un partido joven que no es radical ni peronista?
Sí, desde ya. Macri obviamente es una persona muy diestra políticamente, no se llega a presidente sin serlo, y parte de esa destreza es construir alrededor de su figura un espacio con dirigentes con vocación para trabajar juntos, gente joven con aspiraciones que se ha mantenido dentro de la organización. Contener es una virtud política, también. Es una construcción valiosa; admirable podría decir.
¿Cree que el Gobierno termina el mandato?
Sí, ¡¿cómo que no?! Sí, por virtudes propias y también porque es diestro políticamente. Y me alegra. Esto es democracia. A este juego se juega ganando elecciones. Yo quiero ganarle elecciones a Cambiemos, no que Cambiemos deje de gobernar a cualquier costo.
¿El dato de que un gobierno no peronista termine un mandato en estos 90 años de historia argentina dice algo?
Esa efeméride indica que existe un antiperonismo muy fuerte. Alfonsín se fue antes pero lo hizo de un modo institucional, con los mecanismos previstos y tuvo un extraordinario mandato en una circunstancia extraordinaria. De la Rúa no estuvo todo su mandato, pero su salida fue también una salida con un acompañamiento institucional extraordinario, diría yo, dada la profundidad de esa crisis y la enorme torpeza de ese gobierno. La acusación al peronismo de que forzó la salida de De la Rúa me parece un delirio y la efeméride de que éste va a ser el primer presidente que termine el gobierno después de Alvear me parece una lectura inadecuada.
¿Sí?
Sí. Muy gorila y acomplejada, diría. Los gobiernos no peronistas son más diestros de lo que cree esa efeméride. Y es una lectura muy injusta respecto del gobierno de Alfonsín, que fue un muy buen gobierno, y que ha dejado un legado muy importante, más allá de los errores de política económica; el legado institucional es invalorable. Tanto que el sistema político después bancó muchas tormentas, Hay que dejar de ser gorila... ayudaría.