Bien por Biden
El pasado domingo, el presidente Biden hizo lo que tenía que hacer (lo honorable): renunció a su candidatura para el Partido Demócrata (PD). Algunos lo critican por haber tardado demasiado, pero al final las encuestas, focus groups y colegas partidarios (expresidentes, diputados, senadores y gobernadores) lograron convencerlo de que lo mejor para él, el partido y el país era bajarse de la candidatura para la elecciones del 5 de noviembre próximo.
Habría que estar en su lugar. No es fácil para un ser humano y presidente nada menos (de 81 años y visiblemente disminuido física e intelectualmente) aceptar o reconocer que su capacidad ha disminuido y que ya no tiene la energía y claridad mental para competir y gobernar el país más poderoso del mundo. Pero más difícil habrá sido aceptar que varios de sus propios partidarios no lo perciben como en condiciones para dirigir el país por cuatro años más. Decisión muy difícil para cualquier ser humano. Pero ya ha recibido el agradecimiento y felicitaciones de colegas partidarios, de comentaristas y de ciudadanos aterrados por la posibilidad del triunfo de Trump.
Bien también por apoyar a su vicepresidente, Kamala Harris (pronunciado Kámala, de ascendencia india y jamaiquina) como candidata para la nominación del partido. Eso la ha convertido en “front runner” en el proceso nominatorio. La mayoría de los probables competidores (gobernadores) ya se han alineado con ella, y ya tiene comprometidos más de 2000 delegados (los verdaderos decisores) de los que Biden ganó en las primarias (se necesitan 1976 para la nominación). También ya ha recibido el apoyo de los Clinton y de Nancy Pelosi, expresidenta de la Cámara de Diputados, de Chuck Schumer, Presidente de la Cámara de Senadores, y de varias figuras prominentes del PD. Faltan los Obamas, quienes han aplaudido la decisión de Biden. Aunque hay algunas voces que sugieren prudencia, no apurarse y hacer una consulta más amplia de partidarios. Habría sido injusto y disruptivo para el partido si Biden no la hubiese elegido como candidata a sucederlo, y sería casi ilógico que se le negase la candidatura. Además, sería humillante para Biden que el partido no la escoja después de haberla endorsado él mismo.
Harris es una buena candidata. Tiene como experiencia varios años de procuradora de y senadora por California y cuatro años de vicepresidente; es conocida nacional e internacionalmente, puede defender mejor que nadie el récord exitoso de Biden en lo socio- económico, energético y en el campo internacional. Se la conoce por sus cualidades de fiscal acusador y senadora dura e incisiva y se piensa que incomodará a Trump en los debates pre comicios. Ya ha energizado y movilizado a la base del PD que estaba decaída, inclusive la misma noche del anuncio de Biden hubo donaciones por más de 40 millones de dólares para la campaña. Su desafío será convencer, atraer y movilizar a los republicanos no-trumpistas (que los hay) e independientes en estados pendulares. Los republicanos deben estar nerviosos y recalibrando su estrategia de campaña. Las encuestas la miden mejor que a Biden versus Trump. La diferencia con Trump es uno o dos puntos en los estados pendulares, dentro del margen de error.
El candidato Trump. Su contrincante electoral es un convicto por extorsión, condenado por abuso sexual y un instigador a la violencia; un sedicioso que todavía desconoce su derrota en 2020 y que instó a cientos de seguidores a invadir el Congreso (el fatídico 6 de enero de 2021) para prevenir la certificación presidencial de Biden; que presionó a jueces y autoridades electorales para que desconozcan los electores del PD al Colegio Electoral; que presionó para que se cambien los resultados en varios estados; que llamó traidor a su vicepresidente Mike Pence por rehusar su orden de no certificar a Biden. Transgresiones por las que tiene dos juicios criminales pendientes y uno más por llevarse de la Casa Blanca documentos secretos de seguridad nacional y resistir devolverlos al Archivo Nacional (obstrucción a la justicia). Su anunciada política exterior es nacionalista, proteccionista, aislacionista, anti inmigrantes (en el país de los inmigrantes), anti-multilateralismo, anti-OTAN y pro-Putin --el dictador e invasor de Ucrania. Todo un renunciamiento al liderazgo de Estados Unidos en la promoción y defensa del mundo liberal y democrático. Estos son los dos candidatos por ahora para gobernar la nación democrática más poderosa del mundo ¿A quién votarías?
Lo importante ahora para Harris es organizar su campaña (ya tiene la estructura de la de Biden), galvanizar el apoyo del PD y lograr la nominación sin mayores contratiempos, y seleccionar su vicepresidente. Lo ideal sería que el partido se unifique detrás de ella inmediatamente, en un cónclave pre-convención, como se había pensado hacer para confirmar la candidatura de Biden. Ello para evitar un prolongado debate intestino que lo divida, que demore y le quite energía a la campaña electoral.