Biden, ante un escenario internacional liderado por China
El presidente norteamericano Joe Biden asumió su cargo en un año caracterizado por su alta volatilidad económica y social. El Banco Mundial estima en su informe de enero de este año que aunque la economía mundial está creciendo de nuevo tras una contracción en el 2020, la pandemia ha causado un gran número de muertes y enfermedades, ha sumido a millones de personas en la pobreza y puede llegar a deprimir la actividad económica y los ingresos durante un período prolongado. Se espera que la economía mundial se expanda un 4 % en 2021, suponiendo que la distribución inicial de las vacunas contra el Covid-19 se amplíe a lo largo del año.
Una nota positiva ha sido la rápida recuperación en China, pero las perturbaciones de la actividad en la mayoría de los demás mercados emergentes y economías en desarrollo fueron más graves de lo esperado. Se prevé que el PBI de Estados Unidos se expanda un 3,5% en 2021, después de una contracción del 3,6% en 2020. Se espera que la economía de China se expanda un 7,9% este año, tras el crecimiento del 2% el año pasado (uno de los muy pocos países que aumentaron su PBI). El impacto económico de esta pandemia global no ha podido alterar las tendencias de la evolución económica de las naciones a largo plazo, caracterizado por el liderazgo chino en la expansión económica.
El presidente Biden inicia su mandato en un período histórico caracterizado globalmente por el predominio asiático, liderado por la China. Desde hace cuatro décadas el polo principal del crecimiento económico global está girando desde Estados Unidos hacia China, ya que la economía china año a año viene avanzando más rápido que la de EE.UU.
Las disparidades en el crecimiento económico de las naciones no son novedad, ya que una característica de la historia ha sido que las naciones no crecen al mismo ritmo. Hacia fines del siglo XVIII Inglaterra, gracias a su Revolución Industrial, desplaza a los Países Bajos, que previamente habían superado a China, país líder durante muchos siglos. Lo mismo pasó después con Estados Unidos, que desplazó a Inglaterra después de la Guerra de Secesión.
Cuando Jimmy Carter era presidente, en 1980, los Estados Unidos registraban un PBI que era nada menos que 9 veces más grande que el de la República Popular China, que recién comenzaba a dejar atrás el primitivo modelo colectivista implantado por Mao después de la Segunda Guerra Mundial. Pero hoy las cosas son distintas, ya que desde ese tiempo año a año la economía china viene creciendo a un ritmo muy superior al de los Estados Unidos. En 1990, siendo presidente George Bush, el PBI de Estados Unidos era 5,30 veces equivalente al de China; dos décadas después, con el presidente Obama, el PBI de Estados Unidos achicaba su diferencia con el PBI chino (1, 2 veces superior). Ahora, cuando Trump es reemplazado por Biden, el PBI chino ya supera al de los Estados Unidos, ya que es un 16 por ciento mayor. impulsado por un crecimiento económico sin parangón en la historia económica.
Año a año se viene consolidando el liderazgo económico de China. Cuando Trump asumió la presidencia enfrentó activamente al gigante asiático en la arena de la economía internacional, con poco éxito: cuando inició su mandato, en 2017, el PBI de los Estados Unidos era el mismo que el de China, y al finalizar su periodo presidencial el PBI chino es 16 por ciento mayor. -
Esto no debe sorprender, ya que la tasa anual de ahorro y de inversión es en China más del doble que en los Estados Unidos, por eso el FMI estima que dentro de un quinquenio el PBI chino será un 40 por ciento mayor. También es cierto que el nivel de vida de la población en los Estados Unidos sigue siendo superior al de China, pero esta diferencia se viene reduciendo aceleradamente. En 1980 era nada menos que 41 veces mayor, en el año 2000 era 12 veces superior y en la actualidad el PBI por habitante en los Estados Unidos reduce su diferencia con el chino a 3,7 veces. Año a año el PBI por habitante de China se acerca al de los Estados Unidos.
Esta expansión productiva china no es la única en Asia, ya que otras naciones asiáticas también se encaminan por el mismo sendero, por ejemplo, la India, Indonesia, Corea, Vietnam, Singapur, Malasia y Bangladesh. Por eso no debe sorprender que el desigual avance de la producción de bienes y servicios venga cambiando año a año el mapa mundial de las actividades económicas, que está girando desde Europa y América del Norte hacia el Asia- Pacifico, con China que año a año fortalece su liderazgo productivo en el mundo.
¿Por qué las naciones crecen a un ritmo desigual? La respuesta a este interrogante se encuentra en el proceso de acumulación del capital invertido en un país, el ritmo de aumento en este stock viene determinado por la inversión productiva de cada país. Las diferencias son notables; por ejemplo, China desde hace varias décadas viene expandiendo anualmente su PBI a un ritmo que es el doble que el de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, su inversión es también más del doble que la de EE.UU. Los países que año a año más invierten de su PBI en activos productivos logran asegurar mayores tasas de incremento en su producción anual de bienes y servicios.
La creciente importancia del capital humano acumulado por los sistemas educativos también fortalece el crecimiento asiático, como lo evidencia la prueba PISA, que involucró a alumnos de 15 años edad de 79 naciones. China lideró los resultados en las tres áreas evaluadas. Los siete primeros lugares de esta prueba PISA corresponden a participantes asiáticos. Este liderazgo asiático en el nivel de conocimientos de los alumnos, tanto del nivel elemental como el medio, se viene afianzando desde hace tiempo. Esta mayor acumulación de capital humano, pero también de capital físico, fortalecerá aún más el avance de las economías asiáticas en comparación con el antiguo mundo "occidental".
El crecimiento económico de China tiene también importantes implicancias ambientales, ya que sus emisiones contaminantes de CO2 son hoy el doble que las de Estados Unidos, que es el segundo contaminador mundial. Estos dos países, que hoy representan un tercio de las emisiones globales, también representaban esta misma magnitud hacia 1980, pero entonces el liderazgo contaminador lo tenía Estados Unidos. Sin el compromiso de estas dos naciones será difícil implementar una acción global para evitar los crecientes daños del calentamiento global de la Tierra, por esta razón las elecciones en los Estados Unidos interesaron a todos. Hay que recordar que Trump rechazó el Acuerdo de París, por ello es una buena noticia que Biden haya dicho que su primer acto de gobierno será aceptar el Acuerdo y haya planteado la necesidad de una nueva política energética que estimule las energías limpias. apuntando a que a mediados de este siglo todas las energías tengan esas características.
En las próximas décadas el centro del poder económico mundial se consolidará aún más en Asia. Este es el escenario global que enfrentará Biden, en un mundo en el cual es urgente la definición de una nueva política climática por estas dos naciones fuertemente contaminadoras.
Miembro de la Academia Nacional de Educación