Biden deja a dos países árabes sin chips avanzados
Washington impuso restricciones a la venta de chips a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos por temor a que terminen en manos chinas
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En una movida que generó debate tanto en círculos políticos como tecnológicos, la administración de Joe Biden impuso restricciones a la venta de chips y tecnología avanzada a Arabia Saudita y a los Emiratos Árabes Unidos. Estas medidas responden a un entramado complejo de razones geopolíticas y económicas que trascienden la simple justificación oficial.
La justificación oficial es el temor a que los chips terminen en manos chinas, ya sea mediante reventa directa o a través de acceso indirecto. Según fuentes del gobierno estadounidense, esta preocupación se basa en informes recientes sobre la inversión de Aramco, la gigante petrolera saudí, en una empresa china de inteligencia artificial competidora de ChatGPT. Esta relación directa con Beijing plantea serios riesgos de transferencia de tecnología avanzada que fortalecerá su posición en la inteligencia artificial (IA).
La administración Biden subrayó que cualquier transferencia de tecnología sensible a China representa una amenaza a la seguridad nacional. “No podemos permitir que nuestra tecnología más avanzada sea utilizada por naciones que podrían actuar en contra de nuestros intereses”, declaró un portavoz del Departamento de Comercio de Estados Unidos.
Más allá de las preocupaciones oficiales, el contexto político interno de Estados Unidos juega un papel crucial. El precio del petróleo se mantiene alto, lo que afecta negativamente la popularidad de Biden de cara a las elecciones de 2024. Con el precio de la nafta duplicado respecto a los niveles de la administración Trump, los votantes estadounidenses, especialmente en estados clave, sienten el impacto en sus bolsillos.
Al restringir la venta de chips, Biden presiona a los saudíes para que moderen los precios del petróleo, mejorando así la economía doméstica y sus perspectivas electorales. Esta medida puede ser vista como un intento de influir en la política energética global a favor de los intereses estadounidenses. Esta estrategia refleja la interdependencia entre la política exterior y las necesidades electorales internas de Estados Unidos.
La preocupación es que Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos puedan convertirse en centros de servidores y, por ende, en competidores directos de Estados Unidos en el campo de la tecnología y la inteligencia artificial. El plan estratégico estadounidense no contempla la posibilidad de ceder terreno en esta área vital.
La restricción sobre chips avanzados busca mantener el liderazgo tecnológico estadounidense y evitar la creación de centros tecnológicos rivales en el Medio Oriente. “La competencia tecnológica no es solo una cuestión de economía, sino de seguridad nacional,” afirmó un informe del Consejo de Seguridad Nacional.
Finalmente, la restricción de la venta de chips se alinea con la visión estratégica de que la inteligencia artificial es un recurso más importante que el petróleo. Quien controle los avances y la infraestructura de la IA, tendrá una ventaja decisiva en términos de poder e influencia global. Por lo tanto, estas restricciones aseguran que ninguna otra nación desafíe la supremacía tecnológica de Estados Unidos.
Control esencial
“El control de la IA es esencial para la seguridad y el liderazgo global de Estados Unidos en el siglo XXI”, comentó un experto del Instituto Brookings. Esta visión resalta la importancia de la IA no solo en términos económicos, sino también estratégicos y geopolíticos.
Estados Unidos tiene absoluto control sobre los chips y no hay nadie que pueda competir gracias a su dominio sobre las tres compañías que hoy son monopolios: ASML de Holanda, que es la única que fabrica las máquinas para hacer chips; TSMC, que tiene la tecnología para hacer los chips más eficientes para inteligencia artificial a mucha distancia de sus competidores; y finalmente Nvidia, la líder en esta área de los chips de inteligencia artificial. Gracias a su control sobre estos tres, nadie, nunca, en ninguna condición puede competir. China no lo puede hacer, Arabia Saudita no lo puede hacer, ninguno de ellos puede ni acercarse a competir -y están atrasados en 20 años.
Tanto Arabia Saudita como los Emiratos son dictaduras y su estabilidad no está garantizada. Mañana puede haber una revolución y estos semiconductores caer en manos de, por ejemplo, grupos terroristas o entregarlos a los enemigos como Irán, China o Rusia. Este es otro de los factores por los cuales Biden decidió utilizar sus poderes que le da la ley Chips, con sus atribuciones. La Ley Chips proporciona a la administración las herramientas legales necesarias para restringir la exportación de tecnologías críticas cuando se considera que existe un riesgo significativo para la seguridad nacional.
El hardware de la inteligencia artificial será al final congelado en casi todos los países y la mayoría sólo recibirá servicios de IA vía la nube, bajo el celoso control de Estados Unidos y solamente se dará acceso según su comportamiento dentro de las alianzas con Estados Unidos. El país que le sea adverso a Estados Unidos no recibirá acceso a la nube o tendrá un acceso muy restringido.
La relación entre Estados Unidos y Arabia Saudita ha sido históricamente compleja, caracterizada por una mezcla de cooperación y tensión. Desde el pacto del petróleo de 1945, cuando Estados Unidos garantizó la seguridad del reino a cambio de un suministro estable de petróleo, hasta la reciente alianza en la lucha contra el terrorismo, ambos países navegaron una relación pragmática pero a menudo tensa.
La creciente inversión saudí en tecnología y su interés por diversificar su economía lejos del petróleo, como parte del plan Visión 2030, añadió una nueva capa de competencia. Esta ambición tecnológica preocupó a Washington por el potencial de Arabia Saudita para convertirse en un actor dominante en sectores tecnológicos críticos.
Las restricciones generaron diversas reacciones a nivel internacional. Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos expresaron su descontento, señalando que estas medidas obstaculizan su desarrollo tecnológico y económico. “Estas restricciones son un obstáculo injusto a nuestra capacidad de innovar y avanzar”, declaró un portavoz del gobierno saudí.
Por otro lado, China observó con interés, ya que cualquier limitación en el acceso a tecnología avanzada en el Medio Oriente afecta indirectamente su propia estrategia tecnológica. La UE también mostró preocupación, ya que estas restricciones desestabilizan el mercado global de tecnología.
El impacto de estas restricciones en el mercado global de tecnología es significativo. Limitar el acceso a chips avanzados desacelera el progreso tecnológico en Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, afectando sus economías y su capacidad para competir globalmente. Además, provoca un aumento en los precios de la tecnología avanzada debido a la reducción de la oferta.
Las restricciones a la venta de chips a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos responden a una serie de razones que van más allá de la preocupación oficial por la reventa a China. Estas medidas están arraigadas en consideraciones políticas internas, competencia económica y tecnológica, y estrategias geopolíticas. Al observar estas restricciones a través de un lente amplio, queda claro que están diseñadas para proteger y consolidar el liderazgo global de Estados Unidos en el ámbito de la inteligencia artificial.
Las cosas como son.