Beatriz Bragoni: "San Martín cinceló su legado desde su ostracismo voluntario"
Doctora en Historia por la UBA, Beatriz Bragoni se propuso llegar a la figura histórica y humana de San Martín, que había quedado velada por la construcción de la imagen del General, referente de las más variadas tradiciones políticas. Lo hizo en San Martín. Una biografía política del Libertador (Edhasa), en donde pone el foco en cada una de las etapas de su vida pública. En dos capítulos se dedica a narrar además el modo en que se han conformado los diversos mitos sanmartinianos, hasta devenir en Padre de la Patria. "Las naciones requieren de mitos y héroes que sirvan a la sedimentación de identidades y sensibilidades colectivas", dice Bragoni, profesora en la Universidad Nacional de Cuyo e investigadora principal del Conicet.
¿Por qué la decisión de escribir una biografía de San Martín?
-Hay dos razones que primaron: la pretensión de reinterpretar la vida de un personaje central de las guerras de independencia hispanoamericanas según las nuevas perspectivas historiográficas que pusieron en entredicho las mitologías nacionales; y la aspiración de ofrecer una narrativa que explicara al gran público el desacople entre la experiencia del personaje de carne y hueso, y las operaciones políticas e intelectuales que lo erigieron en el Padre de la Patria. Esto exigía controlar el peso del bronce y el suelo reivindicativo que suele impregnar los relatos y usos públicos de San Martín.
-¿Qué otras biografías de San Martín tuvo en cuenta?
-Sin duda la narrativa de Mitre y la de Rojas constituyen referencias ineludibles. La biografía de Mitre corona su obra como historiador inserto en el clima del nacionalismo liberal. Le permite proyectar la revolución rioplatense a escala continental y fortalecer la excepcionalidad argentina en clave republicana. La de Rojas está orientada a ensalzar la vida del personaje como modelo de virtudes morales.
-¿Qué lugar ocupa San Martín en el imaginario social? ¿Por qué es el gran héroe nacional?
-Las naciones requieren de mitos y héroes que sirvan a la sedimentación de identidades y sensibilidades colectivas. Que San Martín haya sido candidato ideal para liderar el panteón nacional obedeció a la percepción y voluntad de intelectuales y políticos de recuperar el pasado revolucionario para convertirlo en fragua de la unificación nacional, por encima de la división de opiniones o facciones. También por representar la imagen de un general exitoso que proyectó la revolución rioplatense en el concierto de las repúblicas sudamericanas, para lo cual fue necesario despojarlo (como lo hizo primero Sarmiento y después Mitre) de su pasado monárquico.
-¿Cómo se desarrolló, históricamente, esa construcción?
-Se trata de la construcción de una monumentalidad de largo aliento, de una serie de operaciones políticas, intelectuales y prácticas que adoptaron diferentes soportes materiales e inmateriales y que incluyen actos cívicos, efemérides, homenajes, estatuas y monumentos arbitrados por instituciones estatales y de la sociedad civil. El Altar de la Patria condensa esa línea genealógica que se inauguró con el depósito de sus restos en la capilla anexa de la Catedral metropolitana en 1880; la posterior ceremonia fúnebre dedicada a Las Heras en 1906, que los reunifica en el mausoleo; la iniciativa de Perón de colocar allí un homenaje al soldado desconocido; y la última intervención, en 1966, cuando los restos de Tomás Guido se llevan al Memorial a instancias del gobierno militar; esto, en medio de la disputa sobre la memoria sanmartiniana con la juventud peronista, que había debutado en el plano simbólico en 1963 con el secuestro del sable corvo exhibido en el Museo Histórico Nacional, que denotaba el lazo entre San Martín y Rosas.
-¿Qué usos políticos hubo de su figura hasta nuestros días?
-Se podrían señalar diferentes momentos de los usos públicos de San Martín en la narrativa estatal nacional: el primero distingue las intervenciones de los románticos argentinos que jalonan la formación de una cultura e identidad nacional en el siglo XIX. El segundo identifica el giro introducido en la Argentina de entreguerra, que priorizó el perfil militar, en sintonía con el creciente papel de las Fuerzas Armadas en la vida política del país; el tercero erige al peronismo clásico como principal promotor del culto sanmartiniano, que gravita en su radicación fija en el imaginario nacional, susceptible de ser interpelado por las vertientes de derecha y la izquierda que marcaron el combate político y cultural posterior a 1955.
¿Por qué San Martín se retira de la vida pública y viaja al exilio?
-Por razones políticas y militares: la gestión del Protectorado tras la independencia del Perú y la política antipeninsular dirigida por su ministro Monteagudo quiebran el consenso con las elites locales; el círculo íntimo de los jefes y oficiales del ejército de los Andes también se quiebra por sus preferencias monárquicas, y por las iniciativas tomadas para organizar un ejercito peruano con oficiales que respondían al gobierno rioplatense; a eso se suma las severas restricciones para enfrentar la resistencia realista en la sierra. La entrevista con Bolívar en 1822 lo convenció de que ambos no cabían en el mismo escenario.
-¿Cómo jugó en su imagen ese ostracismo?
El ostracismo voluntario, como lo definió, no constituye un momento homogéneo en la vida del general. Entre 1823 y 1834, se hace patente su preocupación sobre la opinión adversa que pesa sobre su conducta pública, y su juicio negativo sobre la rivalidad o lucha entre partidos, que trasluce la desconfianza sobre los dirigentes políticos. Una cosmovisión de la política que guarda sintonía con la prioridad del orden frente a la libertad, y que explica bien el apoyo al sistema de Rosas en el plano interno e internacional.
-¿Cuál fue su mayor virtud?
-Sin duda la firme opción por la independencia americana en una coyuntura adversa y la destreza política y estratégica para gestionar recursos, organizar el ejército, y emprender el cruce de los Andes. Se trata de un rasgo crucial en la que se aprecia una formidable capacidad de negociación con el gobierno central, los cuadros del ejército y los actores locales. El manejo de la opinión mediante líderes comunitarios, y la red de espías afines a la causa, y el modo de limitar o vetar a sus adversarios, son evidencias de un ejercicio político basado en el cálculo, la oportunidad y en una extraordinaria osadía.
-¿Una flaqueza o debilidad?
-Para San Martín la independencia resultaba asociada con la opción monárquica constitucional, porque la juzgaba más conveniente frente al "estado social de los pueblos americanos", en franco contraste con el ejemplo norteamericano. Esa convicción lo condujo a promover la búsqueda de príncipes europeos para encabezar el edificio político peruano, una iniciativa que fue rechazada por la elite peruana, el círculo de oficiales próximos (como Las Heras), y que cercenó las bases de su liderazgo.
¿Qué revelación inesperada tuvo durante la escritura del libro?
-El trayecto posterior al accionar en América resulta aleccionador en varios aspectos. Ante todo, el modo en que el juicio histórico y la reputación patriótica lo condujo a cincelar su legado; es decir, realizó intervenciones propias: clasificó la documentación que llegó décadas más tarde a manos de Mitre, conversó con memorialistas y diplomáticos sudamericanos y escribió su testamento público, que quedó sintetizado en la famosa carta al mariscal Castilla. También su familia operó en la memoria sanmartiniana: su hija lo hizo retratar cuando ya era anciano, y dispuso que su cadáver recibiera tratamientos dispuestos para difuntos célebres. Su yerno entregó a Mitre el archivo San Martin, y su descendencia asistió a la ceremonia que inauguró la estatua que luce en Boulogne sur mer desde 1909.
-¿Qué le dice San Martín a la Argentina de hoy?
-Es difícil ensayar una respuesta porque toda conjetura corre el riesgo del anacronismo. Sin duda, quienes comparten una concepción clásica que atribuye a la historia un carácter pedagógico-cívico recogerían el legado sanmartiniano en términos de unidad nacional y de gran patria americana. Frente a los revisionismos de ayer y de hoy, opto por otra forma de entender al héroe ejercitando aquello que señaló Oscar Terán: "La ventaja de la historia frente al mito es que no se cierra nunca".