Balotaje: el salto al vacío que hace implosionar a Juntos por el Cambio
“El problema de Juntos para el Cambio es qué hacer a partir del 20 de noviembre como principal coalición opositora, el 19 es un problema de Massa y Milei, no nuestro”, afirma un dirigente radical que supo ser muy cercano al macrismo. La frase sirve para describir que la crisis de Juntos por el Cambio no culminó el 22 a la noche luego de conseguir un magro 23% sino que siguió, y seguirá, a partir de la decisión personal de Patricia Bullrich y su compañero de fórmula, el radical Luis Petri, con la anuencia del expresidente Mauricio Macri, de romper la neutralidad y apoyar a Javier Milei en el balotaje del 19 de noviembre.
La definición “a título personal” no es la indicada para el accionar de una dirigente como Bullrich, que no solo fue candidata sino que hace horas reasumió la presidencia del Pro, su decisión compromete al resto por más que genuinamente no sea esa su intención. Esa coalición, que nació en 2015 para gobernar el país durante cuatro años, ya no será la misma a partir de ahora. Seguramente Juntos se volverá una especie de acuerdo entre la gran mayoría de la UCR, la Coalición Cívica, el peronismo republicano y una parte del Pro, liderada por Horacio Rodríguez Larreta. Los radicales que no apoyaron a Larreta en las PASO sí estarán con él ante la imposibilidad de sumarse al apoyo de la candidatura de Javier Milei. Es un “barajar y dar de nuevo” para el espacio opositor, que comienza a dejar flotando la duda sobre si falló a la hora de asumir el papel que la historia le exigía.
Vale decir que algunos radicales también jugaron de modo anticipado, llamado a votar aisladamente por Sergio Massa, una convocatoria también innecesaria cuando aún no llegaba a enfriarse el duelo del domingo a la noche. No se actúa en caliente, no se hace política con una mirada absolutamente endogámica, no son horas para saber quién es más liberal o progresista, es momento para no malograr lo conseguido y asumir el lugar que el voto les dio. Sus votantes los querían en el poder sabiendo que, si no alcanzaba, su lugar es en la oposición. En política se juega como al ajedrez, no todas las movidas son definitivas, hay que pensar en la tercera o cuarta jugada antes de hacer la primera, que seguramente tendrá consecuencia sobre aquéllas. Es por eso que esta decisión, que rompe Juntos tal cual lo conocimos, solo favorece al peronismo, ahora con el camaleónico Sergio Massa a la cabeza.
Es un “barajar y dar de nuevo” para el espacio opositor, que comienza a dejar flotando la duda sobre si falló a la hora de asumir el papel que la historia le exigía
Hoy Unión por la Patria se regodea en su propio bienestar, atraviesa como gobierno una de las crisis económicas más grandes de la historia pero lo hace en forma relajada, riendo y viendo como explota la principal coalición opositora. Además, si llega a ganar las elecciones encontrará a esa oposición fragmentada y saldrá en busca de la pesca de heridos, tal como hizo Néstor Kirchner en su primer mandato con la excusa del gobierno de unidad nacional. Eso es lo que deberían ver quienes abandonaron la neutralidad de Juntos para intentar frenar al peronismo y su vocación hegemónica con la necesidad de gobernar en la situación más difícil que les haya tocado. Es que, si gana el balotaje, el desastre que deja Massa como ministro de Economía deberá solucionarlo Massa presidente, y en el afán de hacerlo necesitará normas de emergencia que estarán rozando por fuera de la legalidad institucional. Seguramente se llevarán puesta nuevamente la convivencia cívica que hace funcionar a la república y, de ser necesario, no dudarán en intentar “cargarse” a la Corte Suprema de Justicia con mecanismos inconstitucionales, con tal de correr todos los obstáculos para llevar adelante políticas para salir de la crisis, sin descartar la permanente tarea para buscar impunidad a los infinitos hechos de corrupción a cielo abierto que no se pueden ocultar. En su defensa, el 36% votó eso, y ganó las elecciones, ¿por qué se comportarían de otra manera si así les fue bien?
La sociedad tiene todo el derecho a elegir su destino, a sus gobernantes, nadie le puede quitar esa potestad, pero también debe comenzar a hacerse responsable de lo que elije. El caso más relevante en esta elección se dio en Lomas de Zamora, donde el 50% de los votantes eligió celebrar los paseos de Insaurralde en el yate Bandido: una obscenidad como resultado de sumarle frivolidad y desprecio a la pobreza que el propio Insaurralde administra de la mano de la corrupción. Y esto es solo un ejemplo más entre tantos.
Si gana el balotaje, el desastre que deja Massa como ministro de Economía deberá solucionarlo Massa presidente, y en el afán de hacerlo necesitará normas de emergencia que estarán rozando por fuera de la legalidad institucional
Un dato que debemos observar en la oposición que actúa equivocadamente a contra reloj es que no puede dejar de observar que nace un nuevo polo de poder dentro de lo que queda en Juntos por el Cambio, que es la flamante “liga de gobernadores”, diez en total, que mirarán la política desde otro lugar, el de la responsabilidad de gobernar sus distritos. A ellos no les sirve la política testimonial, y en ese sentido ya dieron un mensaje: hasta ahora ninguno se pronunció por uno u otro candidato, están pensando en lo que viene y, seguramente, no dejarán que una mesa política que se reúne en una oficina porteña decida por ellos mismos, que tienen que ponerle el cuerpo a la gestión cotidiana. Es, sin dudas, el factor de poder a observar de aquí en más. Alfredo Cornejo, gobernador electo de Mendoza, fue claro: “Hemos decidido no acompañar ningún proyecto político de los candidatos a presidente de la Argentina” algo que después confirmaría toda la UCR. Los gobernadores opositores, junto a los 500 intendentes y los más de 100 legisladores, entre diputados y senadores, eran el punto fuerte que mostró Juntos en la campaña, y era en ellos donde deberían posar su atención los dirigentes más reconocidos para ser una oposición responsable, que le ponga límites a la permanente intención totalitaria del PJ, sin la necesidad de apoyar o aliarse con alguien está en las antípodas de lo que ellos piensan.
Aliarse con Milei no resulta una buena decisión por más que el libertario gane las elecciones. Va a ser muy difícil ordenar ese poder de los gobernadores e intendentes detrás de las ideas de La Libertad Avanza. Son piezas de distintos rompecabezas. Por más que lo intenten, no concuerdan, no coinciden, no se sienten parte, y tienen todo el derecho a pensar y actuar así. No se puede forzar un acuerdo con Milei y su fuerza cuando las distancias ideológicas son enormes. Además, los libertarios en poco tiempo copiaron lo peor del kirchnerismo, despreciando con insultos graves durante toda la campaña a todo aquel que los criticaba: los jóvenes que no comparten sus ideas pasaron a ser “adoctrinados” y hasta calificaron con los peores insultos a los adultos que no los ven como una opción fiable. También fueron contra los periodistas, que pasaron de ser para el kirchnerismo “empleados de la corpo” o “de los medios hegemónicos” a “ensobrados hijos de la pauta” para el mundo libertario, inhabilitando así no lo que decimos o escribimos, sino desde donde supuestamente lo hacemos. Puede no gustarles una determinada opinión o una tarea periodística, pero no se ofende gratuitamente la honorabilidad de quien hace su trabajo y que, por la misma definición de su profesión, nunca va a gustar o a complacer a todos. Y este fanatismo, reitero, muy similar al que pregonaba el kirchnerismo, comenzó de arriba hacia abajo, no fue parte del debate si no una directiva dirigencial, la misma que nunca denunció la corrupción K y que fue forjando alianzas locales o dividiendo el voto opositor, estrategia que siempre terminó favoreciendo al peronismo, en este caso a Massa, con el que negociaron listas de legisladores y concejales en varios distritos. ¿Por qué acudirían ahora en su ayuda cuando Milei fue funcional al oficialismo desde antes de las PASO? No lo harán, por eso este apoyo termina siendo una jugada solo de un sector del Pro que representa a todos aquellos que creen que es necesario dejar pasar por alto esa estrategia libertaria, sus formas, sus proyectos inconducentes, sus agravios, con tal de interrumpir el ciclo de poder kirchnerista.
La pregunta surge naturalmente, si ese voto de todas maneras se iba con Milei ¿para qué darle formato de acuerdo político? Era absolutamente innecesario. Quien cree eso de todos modos votará a Milei, quien se siente alejado de sus ideas y modos, y descartando que nada los acerca a Massa, votará en blanco o se abstendrá y esta será una opción que se destacará seguramente el 19 de noviembre.
Apoyar a uno u otro, en definitiva, es a sabiendas que tiene el costo de romper Juntos por el Cambio. Nadie es inocente en esto, sus votantes son libres, intentar asumir su representación política de un escenario coyuntural -que para nada es definitivo- en este contexto no suma, al contrario, rompe. Si eso querían, eso tuvieron.