Bajo el signo de la convertibilidad
¿Por qué fracasó la paridad cambiaria, pese a haber sido sinónimo de éxito durante casi una década? ¿Por qué nadie previó su abrupto final? Diez años después, las causas del estrepitoso colapso del 1 a 1 aún dividen aguas entre los economistas
Cuando se escucha la palabra "convertibilidad" suceden dos cosas. Primero, la mayoría se olvida de que el 1 a 1 alguna vez tuvo éxito. Y segundo, nadie explica muy bien por qué su caída no fue anticipada.
Hoy, hablar de la convertibilidad es sinónimo de contar la historia de un fracaso. Y de enumerar, una por una, cuáles fueron las causas que llevaron a la Argentina al mayor colapso económico, político y social de su historia.
Las explicaciones de por qué cayó la convertibilidad pueden resumirse en cinco: la culpa fue del neoliberalismo, de las expectativas, de los shocks externos, del equilibrio fiscal y del tipo de cambio. La culpa la tuvo uno de estos factores o la combinación de varios de ellos. Veamos uno por uno.
El fantasma neoliberal
La explicación de echarle culpas al neoliberalismo ganó adeptos en los últimos años. Según Aldo Ferrer, economista y ex ministro de Economía, la Argentina fue campo de prueba del Estado neoliberal durante la década del noventa. Pero en exceso, aclara. "No hubo ningún país donde el modelo neoliberal provocara la calamidad que trajo aquí. Ningún país vendió la explotación de su petróleo como lo hizo la Argentina. Llegamos a un nivel de endeudamiento inmanejable, que provocó una crisis económica y una fractura institucional. En ese sentido, los países de Asia, como Corea, Taiwan o Singapur, nunca se sometieron a los criterios de los mercados. Tuvieron fuertes políticas de desarrollo e industrialización."
Por supuesto que no todos suscriben esta teoría. En todo caso, si la culpa del fracaso del 1 a 1 realmente fue del neoliberalismo, ¿por qué, entonces, la economía creció en los primeros años de los noventa cuando recibió capitales y abrió sus fronteras? "El neoliberalismo no es una variable explicativa", señala Nicolás Cherny, politólogo y autor de una tesis doctoral sobre el final de la convertibilidad, que recibió el premio al mejor trabajo académico en ciencia política de América latina.
Razones económicas
La mayoría de los economistas prefiere centrarse en las restantes cuatro explicaciones. Sebastián Galiani, Daniel Heymann y Mariano Tomassi, de la Universidad de San Andrés, creen que la depresión fue el resultado de lo que ellos llaman "expectativas erróneas": los argentinos (y el resto del mundo) pensaron que el país era más rico de lo que era como consecuencia de las reformas de los noventa, y consumieron por encima de sus posibilidades.
El tercer factor que los economistas utilizan para explicar la caída del 1 a 1 son los shocks externos. La Argentina tiene una economía pequeña pero abierta. Y cualquier cambio en los precios internacionales impacta directamente en los costos de su estructura productiva. Prueba de ello son el precio de las materias primas o el del dólar a nivel mundial. Cherny ilustra el punto haciéndose una pregunta: "Hoy todos nos preguntamos por qué la convertibilidad cayó en 2001, pero más interesante es por qué no desapareció antes".
Recordemos. La convertibilidad atravesó tres crisis. La primera en noviembre de 1992. Cavallo dijo en una reunión en el Club de las Naciones que el futuro del 1 a 1 era una canasta de monedas. Pero los mercados se pusieron nerviosos y en dos meses se fugaron US$ 6000 millones. Menem corrigió a su ministro en público: "La convertibilidad se mantiene a rajatabla", dijo. La segunda crisis fue en diciembre de 1994, con el efecto tequila. Y la tercera crisis ocurrió en 1998-1999, con la crisis de Rusia y la devaluación de Brasil. Para 2001, la presión se había vuelto insostenible porque el dólar continuó apreciándose a nivel mundial (y los precios de los granos continuaron cayendo). Cuando el FMI dejó de asistir a la Argentina, la economía local no aguantó el hecho de tener que funcionar con una moneda tan cara.
Michael Mussa, un ex economista del FMI, se inclina por la cuestión fiscal para explicar el fin del 1 a 1. El crecimiento de la deuda y el gasto de las provincias ahogaron el crecimiento de la economía. Sin embargo, no todos están de acuerdo con esta explicación. Y en parte porque la culpa no era el funcionamiento del Estado, sino del régimen monetario: los precios altos en dólares inflan automáticamente el gasto público.
El tipo de cambio
¿El problema entonces se remite al quinto factor, la cuestión del tipo de cambio? Mientras está probado que anclar el valor de la moneda trae resultados para frenar una hiperinflación, también está probado que afecta al sector real y financiero de la economía. Aunque acá también hay debate: algunos economistas creen que la apreciación cambiaria estancó las exportaciones argentinas durante los noventa, y eso generó la recesión. Pero también es cierto que las ventas al exterior se duplicaron entre 1991 y 1998. En su trabajo "Una depresión en perspectiva", el economista Lucas Llach sostiene que la rigidez cambiaria afectó el funcionamiento de la economía argentina a través del canal financiero: bajo un sistema de tipo de cambio fijo cualquier expectativa futura de devaluación se traduce en un aumento de la tasa de interés, y eso ralentiza la economía.
Si Ferrer culpa al neoliberalismo y Cherny se inclina por dos de los cinco factores para explicar el fin del 1 a 1 ("El shock externo y la rigidez cambiaria son las dos explicaciones más consistentes", dice), Llach mezcla los cuatro factores económicos: por un lado, la apreciación del peso magnificó el desequilibrio fiscal y las expectativas de la gente, y por otro, los shocks externos demostraron que el esquema monetario era demasiado rígido. Los economistas del Cedes Roberto Frenkel, Mario Damill y Martín Rapetti, por su parte, señalan que en 1994 ocurrió algo que fue clave para el futuro de la convertibilidad: el Estado perdió la recaudación de los aportes de los trabajadores como consecuencia de la privatización del sistema de seguridad social.
¿Se podía salir?
Pocos recuerdan que Carlos Menem ganó las elecciones legislativas de octubre de 1991 gracias al plan que su ministro de Economía había lanzado en abril. Y que fue releegido cuatro años más tarde con más votos que en 1989. La economía argentina era la historia de un milagro: había crecido un 33% en cuatro años, mientras que México lo había hecho en un 11%. Hasta las cuentas fiscales habían mejorado. Un trabajo de Frenkel, Damill y Rapetti señala que el déficit fiscal promedio de 7 puntos del producto de la década del 80 había sido reducido a menos de un punto entre 1991 y1994, con lo cual la deuda pública se mantuvo relativamente estable, en torno del 30%, hasta el tequila.
Pero vayamos a una segunda cuestión. ¿Cómo es que si tanta gente se jacta de haber previsto el final del 1 a 1, nadie anticipó que esto iba a suceder? ¿Por qué no hubo alternativas concretas al 1 a 1 entre 1999 y 2001 si la convertibilidad en verdad se acababa? Muchos incluso defendieron la convertibilidad el mismo día que se votó su derogación. Cristina Kirchner, senadora por Santa Cruz, se abstuvo de votar porque -según ella- el problema no era "el mecanismo de la convertibilidad", sino la gestión menemista y de la Alianza.
El 25 de julio de 1998, ante 2000 personas congregadas en el gimnasio del Club Parque Central de la ciudad de Neuquén, Duhalde lanzó su candidatura. Debajo, a unos metros, Néstor y Cristina Kirchner aplaudían de pie. Habían volado desde Río Gallegos para dar su apoyo. Aquel día, Duhalde habló 35 minutos. Y dijo: "Este modelo está agotado, hay que cambiarlo". Pero tres semanas después, en un encuentro de la Fundación Mediterránea, organizado en la sede del Club Americano, dijo: "La convertibilidad tendrá vida mucho tiempo". Hasta Cavallo sostuvo que el 1 a 1 seguiría en pie cuando más del 50% de los argentinos aplaudieron su llegada al gobierno de la Alianza. Incluso el titular de la UIA, José Ignacio de Mendiguren, le brindó su apoyo.
Hubo tiempos en los que la convertibilidad fue sinónimo de éxito. Y tiempos en los que nadie previó un desenlace tan abrupto. Una fórmula que para algunos hoy vuelve a presentarse: un modelo que dio resultados y la dificultad de prever cómo seguirá la película.
El autor es editor del semanario El Economista y autor del libro 7 ministros (Planeta)
Tocar fondo
LOS NUMEROS DEL 2001
US$ 14.500
Millones de reservas
Había en las arcas del Banco Central (BCRA) a fines de diciembre de 2001; sólo alcanzaba para cubrir el 81,9% de los pasivos de la entidad.
$ 8719
millones de déficit fiscal
El resultado implicó un deterioro de las cuentas públicas del 28% respecto del año 2000.
10,7%
Caída del PBI
Fue la baja en el cuarto trimestre de 2001 respecto de igual período de 2000.
18,3%
Desocupación
Llegó a ese número en octubre de 2001 a nivel nacional. En el Conurbano alcanzó al 21%.
38,3%
Línea de pobreza
Eran las personas pobres en octubre de 2001, el equivalente al 28% de los hogares.
PRECIOS
LOS COSTOS DE LA VIDA COTIDIANA, PRECIOS EN PESOS
1 kilo de asado
2001: 3,43
2011: 35
1 paquete de cigarrillos
2001: 1,60
2011: 8
1 diario
2001: 1,20
2011:3,80
1 litro de nafta Sùper
2001: 1
2011:4,80
1 boleto mìnimo
2001: 0,65
2011: 1,10
Ezequiel Burgo