Baje un cambio, tómese un tecito
“Que se tome una manzanilla” (De Maduro a Lula da Silva)
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Trump se repuso, Biden cayó y renunció la directora del Servicio Secreto de los Estados Unidos. Windows se apagó de golpe afectando vuelos, programas de televisión, actividades bancarias y hasta la compra en el supermercado. La flamante revelación de documentos confidenciales da cuenta ahora de que el príncipe Felipe, esposo de Isabel II, estuvo enredado con un par de mujeres en un escándalo sexual de hace 60 años.
Los franceses están que trinan porque los Juegos Olímpicos, que empezaron anteayer, les vallaron la vida, y Pedro Sánchez, mandamás español, fue citado a declarar por el juez que tramita la causa contra su esposa, acusada de tráfico de influencias.
La cosa no termina ahí, querido lector. Nicolás Maduro dijo que si “la derecha extremista bolsonarista, seguidora de Milei” ganara hoy las elecciones presidenciales en Venezuela, habrá “un baño de sangre”. Inesperadamente, su viejo amigo Lula se manifestó asustado frente a tamaña declaración y Maduro lo mandó a “que tome una manzanilla” para relajarse. Lo más grave, sin embargo, no es eso, sino que el propio Maduro bajó a Alberto, nuestro profe Alberto, como veedor de los comicios porque dice que no es imparcial, que no le tiene confianza. Él tampoco.
Frente a eso, acá, en la Argentina, nos encontramos genial. Maduro llega tarde con la prescripción yuyeril. Nosotros estamos recontra preparados para lo que sea. Desde hace décadas que venimos echando mano de la manzanilla para calmarnos el ánimo. También de la caléndula, aunque esa la usamos cuando, además de tener angustia, nos sentimos inflamados por la perorata de tantos charlatanes de café que lo saben todo cuando lo ven de afuera y no les toca arreglarlo.
El jengibre nos cura los espasmos que nos provocan algunos debates públicos y el eucalipto nos despeja la nariz para poder olfatear la cercanía o presencia de los cínicos. Decir que el cardamomo es intenso, pero qué planta noble para bajar la alergia que producen los pesimistas de siempre. Por suerte, está el hinojo para atemperar los problemas estomacales cuando nos olvidamos de apagar el noticiero a la hora de la cena. Y contra los envidiosos nos reservamos la ruda, tan olorosa como eficaz para alejar las malas ondas. Querido amigo lector, eche mano del botiquín de yuyos, que además de soluciones, no suele provocar efectos indeseados.
Y, como yapa, le recordamos una vieja adivinanza, tan oportuna como sabia: ¿sabe usted en qué se diferencian las peleas políticas de una pila? En que la pila tiene un lado positivo.