Azul es una fiesta
"Los que venimos a Azul nos vamos cansados de tantas actividades, pero llenos de energía", dice José Manuel Lucía Megías, catedrático de Filología Románica en la Universidad Complutense de Madrid, en una de las pausas que el ritmo del III Festival Cervantino le ha permitido hacer. "Cuando vine aquí por primera vez, a la media hora me llevaron a una reunión en la Biblioteca Ronco. Entro y me encuentro las mesas llenas de niños que leían la adaptación de Disney del Quijote , distribuida por el diario El Tiempo en todas las escuelas, y creaban sus propias ilustraciones. Eso o sale de abajo o no sale. No puede venir un publicista y armarlo."
Lucía Megías sabe de qué habla. No sólo porque, autor de obras como Los primeros ilustradores del Quijote y El libro y sus públicos , es un reconocido especialista en novelas de caballería, sino, sobre todo, porque su participación ha sido clave para convertir, en 2007, a Azul en ciudad cervantina.
En efecto, además de asesorar, en 2004, a los organizadores de la muestra De la Pampa a la Mancha, que permitió redescubrir las joyas de la colección Ronco (más de 300 ediciones del Quijote ), fue él quien sugirió que la ciudad presentara su candidatura ante el Centro Unesco Castilla-La Mancha. Desde entonces, es un asiduo participante en los festivales cervantinos anuales, diez días en los que confluyen murgas, exposiciones, jornadas académicas, espectáculos musicales, teatrales, danzas, fiestas camperas y variadísimos proyectos que surgen de las propuestas de la gente. La actitud de los azuleños lo ha cautivado al punto de llevarlo a afirmar, en su columna del Diario de Alcalá ( http://www.diariodealcala.es/articulo/general/564/azul-revisitada ) que Guanajuato y Alcalá de Henares ganarían si tomaran a Azul como ejemplo.
Para medir la dimensión de la referencia, recuérdese que este año, en el Festival Internacional Cervantino de Guanajuato -que desde 1972 se celebra en esa ciudad mexicana- 2300 artistas de 25 naciones darán 450 funciones ante 500.000 espectadores y que, en 2008, el FIC se extendió a 104 ciudades, con 1.200.000 espectadores y 120 millones de televidentes. En materia de festivales, ¿qué puede Azul enseñarle a Guanajuato? Lucía Megías no duda: "Guanajuato es un megafestival, el más importante de México, pero, entre otras cosas, porque permite el consumo de alcohol en las calles. Ahora tienen por eso serios problemas. Aunque tuvo origen popular (la representación de entremeses en una plaza por el teatro universitario), la organización ya es totalmente profesional. En Azul, el proyecto nace desde abajo, la gente se reúne para crear en conjunto un marco de convivencia que tiene a la cultura y a una figura como don Quijote (habría podido ser otra) como motor. Quizá suene a quijotesco que a partir de eso se pueda crear economía, desarrollo. Pero cada vez son más los que se dan cuenta de que es posible. En vez de convertirse con el éxito en algo mucho más piramidal, al revés, se va abriendo la base y más gente va participando. Eso es lo que le da una vitalidad que no existe ni en Guanajuato ni en Alcalá de Henares".
Los signos de esa vitalidad están en todas partes (el mural colectivo ya concluido, el largometraje Auca Nahuel ) y muestran que la voluntad de incluir la diversidad no se agota en un lema.
El mismo entusiasmo con que Guillermo Giachetti y Lidia Claudel esperan a Marta Alcalde de Zarazola (especialista en integración por el arte, con quien han organizado cuatro clínicas y dos maratones de danza, para alumnos y docentes de escuelas primarias, secundarias, especiales y rurales) asoma en el orgullo con que el "maquinista" del trencito del Parque Municipal (cuyos bocetos se atribuyen a Thays) exhibe, ante un grupo de cronistas, los planos de la remodelación de su "Pamperito", en la que participará el plástico Omar Gasparini.
La iniciativa de constituir una biblioteca parlante para discapacitados visuales no sólo llevó a contactar bibliotecas (Nacional, Mar del Plata, La Plata) y aprender a buscar recursos en la Red, sino que ya los lectores voluntarios imaginan cómo su tarea servirá también para fomentar la lectura en otros grupos (adultos mayores, niños, etc.). Enrique Rodríguez, director de la Biblioteca Ronco, asegura que, aunque no logran adquirir una silla eléctrica para escaleras, quien desee un libro y no pueda subir los empinados escalones sólo debe llamarlos.
El multitudinario desfile inaugural, en que el paso de los cabezudos, títeres y mascarones ilustra las historias de barrios y personajes, reunidas durante el año por los alumnos de cada vez más escuelas azuleñas (sin olvidar ni al Ingenioso Hidalgo ni al Circo Papelito), es quizá la mejor síntesis del espíritu de la fiesta. El desafío que ahora enfrenta Azul es que su festival siga creciendo sin ahogar las raíces de las que se nutre. "No caer en decir: «Vamos a contratar una empresa que nos lo organice», porque entonces te has olvidado del poder que realmente tienes", concluye Lucía Megías.
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