Azerbaiyán y la reconstrucción del patrimonio cristiano
Esta semana, tras una guerra de seis semanas, las últimas fuerzas armenias, después de tres décadas de ocupación ilegal, han regresado a su propio país bajo la supervisión internacional.
Este debería ser un momento para la reconciliación, la sanación y la reconstrucción respetuosa. Sin embargo, los medios de comunicación internacionales retumban con las acusaciones de que Azerbaiyán ahora planea un "genocidio cultural" contra los monumentos y el patrimonio cristiano.
La "evidencia" de estas afirmaciones, tal como existe, viene de la época soviética, cuando Azerbaiyán no era más libre o independiente que cualquier otra parte de la URSS. Desde la destrucción de las iglesias ortodoxas por orden de Stalin en Moscú hasta la demolición de la catedral Aleksandr Nevsky en Bakú, la capital de Azerbaiyán, sumado a la pérdida de más de 25.000 mezquitas entre 1917 y la década de 1970, en todo el mundo soviético, la destrucción deliberada de los monumentos religiosos era una política de estado.
Sucede lo contrario en la política del Azerbaiyán moderno. Desde su independencia en 1991, Azerbaiyán ha demostrado al mundo su compromiso con la restauración de nuestra herencia multirreligiosa. La catedral armenia de Bakú, dañada durante el caos de 1990, ha sido completamente restaurada, albergando ahora una biblioteca de más de 5000 valiosos manuscritos armenios. Ha recibido también la visita del jefe de la Iglesia Armenia.
Una nueva catedral católica ha sido construida en un terreno donado por el gobierno, siendo inaugurada por el Papa . Las antiguas sinagogas han sido restauradas y reabiertas. También se construyeron nuevas escuelas judías.
Más allá de nuestras fronteras, Azerbaiyán ha financiado y contribuido a los proyectos de restauración religiosa que abarcan las catacumbas del Vaticano, las iglesias románicas en Francia y los vitrales de la Catedral de Estrasburgo. Es por eso, que el mundo puede y debe confiar en el liderazgo de mi país: nuestras acciones son testimonios de nuestras palabras.
La administración donde me desempeño, anunció públicamente que restaurará y reconstruirá tanto la herencia cristiana como musulmana de esta región devastada, y ahora, celebramos el anuncio sobre la participación de la Unesco en este proyecto. Este organismo internacional, demuestra, con razón, el compromiso de Azerbaiyán con el difícil camino de reconstrucción no solo del patrimonio, sino de la sociedad mixta y pacífica de la que alguna vez esta región había disfrutado.
Lamentablemente, hemos encontrado muy poco de aquello en los territorios que hemos liberado en el último mes.
Sabíamos de la destrucción que nos esperaba durante algún tiempo, al igual que muchos de los 700.000 azerbaiyanos expulsados de estas tierras durante la guerra de principios de la década de 1990. Ellos han estado revisando los mapas de Google desde su creación, buscando pruebas de lo que quedaba de sus casas, lugares de trabajo y de culto -con poco que encontrar-.
Trágicamente, ahora podemos ver con nuestros propios ojos, las dimensiones de la destrucción causada a lo largo de 30 años de ocupación ilegal. La profanación bien documentada de una mezquita convertida en un establo fue solo el comienzo: 700 monumentos históricos y culturales; 927 bibliotecas; 808 centros culturales; 85 escuelas de música y arte; 22 museos con más de 100.000 artefactos; 4 galerías de arte, 4 teatros, 2 salas de conciertos fueron dañados o destruidos.
Ahora podemos ver con nuestros propios ojos, las dimensiones de la destrucción causada a lo largo de 30 años de ocupación ilegal
Estamos asombrados por la destrucción que aún continúa: el mes pasado, la BBC proyectó imágenes del incendio de las casas por parte de quienes salían desde allí, bajo los términos del acuerdo de paz, "para que ningún azerbaiyano pueda ingresar".
Algunos podrían argumentar que esta violencia cultural atroz proporciona una justificación suficiente para una respuesta más contundente. Pero no es así. Ya hemos tenido suficiente destrucción. Debemos seguir adelante.
Nosotros creemos que la sensibilidad de Azerbaiyán hacia distintas culturas y religiones, alimentada desde la independencia, es el modelo a seguir. Hoy compartimos un país donde conviven judíos y cristianos de muchas ramas, practicando abiertamente sus creencias y celebrando sus culturas junto a sus vecinos musulmanes.
Cuando el Papa Francisco visitó Bakú en 2016, en un encuentro de líderes musulmanes, judíos y cristianos, remarco que "la armonía que las religiones pueden construir juntas, basada en las relaciones personales y en la buena voluntad de los responsables".
La buena voluntad compartida entre las comunidades de religiones abrahámicas en Azerbaiyán no puede ser vista más eficazmente que a través de un artículo conjunto del Gran Rabino de nuestro país, el Arzobispo Ortodoxo y el Sheikh-ul-Islam, el líder musulmán del país que apela al mundo para apreciar a Azerbaiyán por ser una nación multirreligiosa que es hoy.
No podemos impedir que se hagan acusaciones de que Azerbaiyán es una amenaza para la herencia cristiana. Pero, ¿por qué eso sería cierto para los territorios recientemente liberados luego de 30 años de ocupación ilegal cuando hemos fomentado múltiples religiones y restaurado las construcciones religiosas a su antigua gloria en el resto de Azerbaiyán durante los mismos 30 años?
Asistente de Política Exterior del Presidente de Azerbaiyán