Avanzar hacia la Argentina de los consensos básicos
Ireneo Funes, el protagonista del cuento de Jorge Luis Borges, era un joven uruguayo de Fray Bentos que como consecuencia de un accidente con un caballo perdió el conocimiento y quedó tullido. Cuando lo recobró, su percepción y su memoria se volvieron infalibles. Recordaba todo, cada detalle, y asimilaba lecturas completas de obras literarias de las más variadas en distintas lenguas. Para recordar y reconstruir lo vivido en el día anterior, necesitaba otro día de 24 horas. Borges cierra el relato de "Funes el memorioso" con esta frase que opera como colofón: "Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, generalizar, abstraer". Es inevitable, cuando pensamos seleccionamos hechos, vivencias, sueños, recuerdos, experiencias, y desechamos otros. Pensar es seleccionar.
El documental The Social dilemma de la cadena Netflix, a propósito de la influencia de las redes sociales en los usuarios, promueve la reflexión sobre dos temas críticos en este proceso de selección que condiciona el pensar: ¿Seleccionamos por nosotros mismos o estamos expuestos a una creciente manipulación de otros que seleccionan por nosotros? ¿Seleccionamos recuerdos, hechos, vivencias de una realidad objetiva a nosotros o de una realidad virtual fabricada? Porque si otros piensan por nosotros y la frontera de la realidad virtual se solapa con la de la realidad objetiva, el contrato social de convivencia civilizada corre serios riesgos, como advierten los productores del film.
Confieso que no creo que los seres humanos seamos meras maquinarias biológicas que responden a determinados algoritmos básicos. La deconstrucción del ser ha llevado a estos desvaríos, pero no podemos dejar de reconocer que navegar en la nada en un mundo interconectado donde las fake news circulan mucho más rápido que las noticias verdaderas, y donde los algoritmos sesgan las audiencias para escuchar lo que quieren oír, polariza las audiencias tras relatos ficcionales promovidos en la realidad virtual, y obliga a la dirigencia preocupada por el futuro de la democracia republicana a redoblar los esfuerzos de diálogo en la búsqueda de consensos básicos.
El primer condicionante del diálogo entre nosotros es pensar la Argentina como parte de una realidad objetiva que nos trasciende. Porque si no aceptamos que hay una realidad objetiva a nosotros los juicios sobre el diagnóstico del estado de situación y sobre la viabilidad de los objetivos, programas y planes para superar la crisis y promover el desarrollo son inmunes al criterio de verdad
Por eso, el primer condicionante del diálogo entre nosotros es pensar la Argentina como parte de una realidad objetiva que nos trasciende. Porque si no aceptamos que hay una realidad objetiva a nosotros los juicios sobre el diagnóstico del estado de situación y sobre la viabilidad de los objetivos, programas y planes para superar la crisis y promover el desarrollo son inmunes al criterio de verdad. Si la "realidad no es la única verdad" entonces los enunciados sobre hechos y experiencias comparadas no pueden ser contrastados por su correspondencia o verosimilitud con datos de la realidad. Nada es verdadero ni falso. En el mundo de la posverdad, reina la mentira y es imposible establecer mínimos consensos a partir de lecturas subjetivas de la realidad. ¿Cómo establecer un diálogo y buscar consensos mínimos con los "terraplanistas" de la política? Imposible discutir datos con ellos y fundar en información empírica la verdad o falsedad de enunciados sobre hechos de la realidad.
La información empírica, los datos, las series históricas y la estadística oficial permiten enunciar que la Argentina real, la verdadera, es un país decadente, pobre, estancado, con inflación crónica, sin moneda, y con muchos excluidos y desocupados. Un país que no genera empleos formales desde hace tiempo porque no invierte lo necesario para crearlos, y que desaprovecha el potencial de sus recursos naturales y humanos. Una Argentina suspicaz, que no genera confianza adentro ni expectativas afuera. Una Argentina incómoda en la región, y sin una estrategia inteligente de inserción internacional en el nuevo orden mundial. Hay décadas de retroceso y culpas concurrentes en distinto grado de quienes gobernaron el país. El "coma económico inducido" por el confinamiento y su impacto en el colapso productivo, en la desocupación y en la pobreza, no hacen más que reducir al absurdo aquellos relatos nostálgicos de la Argentina rica que pudo ser y que ya no es.
¿Verdadero o falso el enunciado del párrafo? Los "terraplanistas" de la política dirán que el diagnóstico es falso, sin importarles los datos. Siguen con el relato de la Argentina rica y el imperativo de redistribuir esa riqueza. Ignoran la experiencia comparada y la realidad objetiva que les demuestra con abrumadora evidencia que la Argentina decadente redistribuye pobreza, no riqueza, e iguala para abajo. Pero no tienen cable a tierra, porque para los "terraplanistas" la realidad no es la verdad. El desafío y la tarea de diálogo y construcción de consensos queda para la dirigencia política y social para la que la "realidad es la única verdad". La buena noticia es que no son pocos. Hay un entramado transversal entre las fuerzas políticas y muchos referentes sociales, donde empieza a germinar el diálogo a partir de la preocupación por el presente y el futuro en la pospandemia. Empieza a compartirse el diagnóstico de un game over respecto a la reincidencia en políticas que han derivado en este cuadro de situación, y se enfatiza la prioridad de recuperar confianza adentro y afuera con el imperativo de evitar el peor escenario, aquel que Sartre identificaba no con "caer al precipicio" sino con "arrojarse al precipicio".
Por prueba y error la Argentina ha aprendido que el consumo reactiva en el corto plazo, pero que para crecer en forma sostenida hace falta inversión, mucho más de la que apenas repone el stock de capital en uso como la de este año. Por prueba y error hemos aprendido que el núcleo duro de la inversión tiene como contracara una base sustentable de ahorro nacional; complementada por ahorro extranjero. Por prueba y error ya hemos comprobado que las inversiones golondrinas especulan con nuestras debilidades crónicas haciendo el juego de la "bicicleta", mientras que la aversión al riesgo domina la inversión en capital fijo que hay que alentar y cuidar. Por prueba y error también hemos comprobado que el consumo orientado al mercado doméstico –en combo con la inversión para sustituir importaciones– está sujeto a ciclos acotados por la restricción externa (escasez de dólares). Los macro-desequilibrios de la cuenta corriente externa tarde o temprano se quedan sin dólares de contrapartida en la cuenta capital, caen las reservas y el tipo de cambio atrasado impone sendas devaluaciones que hacen explotar la economía. Por prueba y error hoy tenemos en claro que el consumo reactivador, para sostenerse en el tiempo, debe ser acompañado por el encendido de los motores de la inversión y las exportaciones en una estrategia alternativa de valor agregado exportable. El diálogo y estas lecciones deben guiar la agenda de consensos para pensar la Argentina futura.
Uno de los entrevistados en The Social Dilemma advierte que "la verdad es aburrida", "no vende". Pero la manipulación, la realidad fabricada virtualmente, las falsas noticias y la mentira están envenenando la convivencia civilizada, radicalizando las audiencias y minando los consensos de la convivencia democrática. Es un problema en el mundo agravado en el contexto argentino.
Doctor en Economía y en Derecho