Autorretrato: Benito Laren
Fiel a su estilo, con gran sentido del humor, uno de los integrantes de la mítica "generación del Rojas" repasa su historia mientras exhibe sus obras en Colección Fortabat y en la galería Cecilia Caballero
Siento que no soy de acá, que vengo de otro planeta. Mi madre me confesó, hace unos años, que cuando nací era totalmente verde.
EL LOCO, EL RARO
Soy pintor y escritor autodidacta. Crecí en San Nicolás. Fui un par de veces a un taller de arte, pero no quise ir más porque había demasiados alumnos y la profesora apenas me dedicaba unos minutos. Aprendí muchísimo comprando fascículos de historia de arte que vendían en quioscos de revistas. En 1987 Obtuve varias menciones, entre ellas el Premio Internacional de Literatura de la Fundación Givre, en 1987. Luego, me dediqué a la pintura.
Soy técnico químico. Esos estudios me sirvieron para experimentar y no tener temor de hacer un desastre como hicieron otras personas. Repetí 3°, 4° y 5° año del secundario: me lo pasaba escribiendo cuentos y dibujando. Después de recibirme, trabajé ocho años en Somisa. En mis ratos libres hacía dibujos en un bloc muy chico que colaba en el bolsillo de mi camisa; al entrar, nos revisaban sólo los bolsos.
El trabajo allí me sirvió para lograr autonomía económica, pero no lo pasé bien. Me tenían como el loco, como el raro, y me lo decían en la cara. Les estoy profundamente agradecido a mis padres, Elda y Antonio, a mis hermanos y a mi hijo, Guillermo Carlos, porque siempre me apoyaron en mi pasión por el arte.
POP ¡OH! ART
En 1987, creé una técnica de pintura sobre vidrio y fundé el Pop ¡Oh! Art. Lo denominé así porque la gente al ver las obras que pintaba sobre vidrio decía: “¡Ohhhh!” Ese mismo año colgaron trabajos míos en el Museo del Vidrio de Corning, en Nueva York.
Cuando empecé a pintar, a los 17 años, me puse como pseudónimo Laren porque mi hermano me dijo que iba a arruinar nuestro apellido. Como me gustaba mucho Sophia Loren, adopté su apellido cambiándole una letra. Comencé siendo casi “auto” didacta en el Di Tella: hacía dibujos en el Siam Di Tella de mi tío. Así, fui construyendo mi camino.
Empecé a exponer en el Centro Cultural Rojas en la década de 1990 e hice residencias en Nueva York en 1992, 1993 y 1997.
Pasé por el período azul cuando la pintura de ese color era más económica. Luego el precio de los colores se equiparó y logré ampliar mi paleta: la primera fue la misma que usaba para jugar a la pelota-paleta en el frontón. Tras el período azul, incursioné en el período rosa: copiaba imágenes de dibujitos animados; me fascinaba la Pantera Rosa. Después practiqué el cubismo: los dibujos que no me gustaban los arrojaba a un cubo.
EL ARTE DE REMASTERIZAR
En la muestra actual en Colección Fortabat se incluye Desde mi temperamental ventana, la primera obra que hice y que se llama así porque es una témpera basada en una obra de la pintora naíf Anikó Szabó. Me gusta remasterizar obras de artistas, desde Gumier Maier hasta Antonio Berni. Hice naturalezas vivas con fragmentos de pinturas de Cándido López anteriores a la guerra del Paraguay. Pinté el cuarto de Van Gogh con La maja desnuda de Goya en la cama y le solucioné un problema a Vincent, al que le costaba conseguir chicas.
LARENLAND
Como siento que no me valoran, creé mi propio país en una isla: Larenland. Primero, llamé a una astróloga que determinó cuándo lo tenía que crear para que fuera próspero. Yo, como rey, estoy representado por una alfombra de un metro cuadrado; mi hijo, por una de 75 centímetros cuadrados. También nombré ministros y embajadores que tienen sus alfombras de 65 centímetros cada uno. Mi amiga Amalia Amoedo es la ministra de Belleza de Larenland; puse su imagen en una de las estampillas. Para que el país se sostenga necesito que la gente compre una alfombra de 50 centímetros: la pueden colgar o poner en el piso. Creo que de esta forma mi país saldrá adelante.
Diseñé 50 modelos de estampillas. En una se me ve como Carlos Gardel; se llama Carlos Burdel. En otra, como Papá Noel; Papá no es él. Ya circularon por el mundo dos mil cartas que sellaron en distintos países. Considero que así están reconociendo la soberanía de Larenland.
En mi país estoy deportando ilegales: los obligo a hacer deporte. La moneda es la pepa (llevan la leyenda Viva la Pepa y la imagen del rey) y los billetes, los dolarens. Algunos ya vienen escritos y fileteados de fábrica; otros, con un diseño especial para pagar sueldos en negro.
En Larenland hay vistas magníficas que cautivan a los turistas. Una fila de computadoras conforma el muro de “ver-links”. Está el Cerro Jorobado, que es jorobado para escalar, y en la cima hay un restaurante que te joroba con los precios. La flor nacional es flor de culo, y la maceta es el quilomboedro, una figura geométrica que no se sabe cuántos lados tiene. Los cielos son auroras boreales. El Obearisco, mezcla de Estatua de la Libertad, Obelisco y Torre de Pisa, es el principal monumento, y el himno lo compuso Nacho Marciano.
Para contribuir a pagar los alquileres de la embajada de Larenland, en Boedo, la gente puede venir a tomar el té, pintar una obra conmigo y ver videos de este nuevo país: la visita dura unas dos horas y hace falta un “avisado” telefónico.
Producción: Marina Oybin