Autorretrato: Ana Gallardo
La artista repasa los ejes centrales de las obras realizadas en la última década, que se exhiben hasta abril en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires
Obra efímera
Al borde del abismo
Esta muestra es un panorama de mis últimos diez años de trabajo. Se eligieron piezas emblemáticas que podían volver a construirse: casi toda mi obra es efímera, no tengo mucha obra objetual. Una de las piezas está hecha con muebles encintados: condensa la relación entre memoria, locura y obsesiones. Con mi hija estuvimos un año sin tener dónde vivir, deambulando por casas prestadas. Es una situación que aún hoy arrastro, vinculada con la economía precaria del artista. Guardé todos mis muebles en un galpón. Esos muebles terminaron totalmente arruinados, comidos por las ratas. Perdí casi todo. Con lo que rescaté hice la obra Casa rodante (2007): me gusta trabajar con la idea del fracaso, de que hay algo que nunca termina de concretarse, que siempre está en el borde del abismo.
Temas
Los propios límites
Los temas centrales que me preocupan, y en los que trabajo desde 2006, son el paso del tiempo, el envejecimiento y la cercanía de la muerte. Todos mis trabajos tienen como objetivo la construcción de un lugar para vivir cuando seamos viejos. Entre un amigo muy querido, mi hermano y yo pensamos cómo sería ese geriátrico, que más que un lugar para vivir es un lugar de encuentro, de trabajo, de formación. ¿Cómo hacer para ser vieja y sobrevivir en una sociedad que no te mira, que te maltrata, que te hace el vacío? Analizamos cómo se piensa la vejez, cuáles son las políticas de Estado. Cómo se piensa en la vejez en un momento en que los viejos somos jóvenes: somos productivos, podemos seguir trabajando y concretar sueños. Esta preocupación aparece en todos mis trabajos. Hice una serie de acciones que consiste en encontrarme con personas más grandes que yo para que me cuenten qué hacen, interactúo con ellos. Mi aspiración es hacer una escuela en La Boca donde las personas mayores cuenten qué hacen mientras envejecen. En la Bienal de San Pablo, invité a ancianos que bailaban danzón para que dieran un taller; este año en la Bienal de Venecia trabajé sobre la vejez con las presas de la cárcel de la isla con mi proyecto El pedimento. Además, durante un mes cuidé a una mujer agonizante del geriátrico de mujeres prostitutas de México. Todo lo que sentí al cuidar, alimentar y limpiar a esa mujer que no podía valerse por sí misma, y que estaba en un estado de absoluto abandono, lo tallé en una de las paredes del Mamba. Fue una experiencia violenta: me confrontó con mis propios límites y los límites del arte.
Dibujos
Dónde vivir tras la muerte
Me aterran la agonía, el miedo a morirme, todo lo que representa esta vejez que conocemos. No soporté el maltrato y la discriminación; el maltrato a los artistas que envejecen. Boceto para la construcción de un paisaje. La laguna de Zempoala es una serie de paisajes en carbonilla en los que reflexiono sobre la vida después de la muerte. Son dibujos del lugar donde, junto con mi hermana, tiré las cenizas de mi madre en México, después de veinte años de su muerte. Sentí que ése era el lugar ideal para vivir tras la muerte: la laguna de Zempoala tiene una naturaleza única. Cuenta la leyenda que la bella Zempoala murió de amor: la laguna se formó con las lágrimas de su familia.
Todos los dibujos están hechos en carbonilla sobre papel. Es la primera vez que dibujo paisajes. Para hacerlos, miré mucho a Claude Monet, especialmente los Nenúfares, en los distintos viajes que hice a París; todo el tiempo miré también los dibujos de Eduardo Stupía. Quise que el montaje fuera muy clásico, como una puesta museística del siglo XIX. Es un paisaje contemplativo, amoroso. El texto que acompaña los dibujos en sala lo escribí a corazón abierto, muy emocionada.
Este paisaje es mi propio cementerio: quisiera que mis cenizas estén ahí. Creo que la muerte no es tan dramática en un lugar tan especial como la laguna de Zempoala. Hay fenómenos de la naturaleza que sólo se ven allí, no ocurren en ningún otro lugar del mundo. Las cenizas tomarán la forma de algo único en la naturaleza.
Producción: Marina Oybin