Australia y China estabilizan su relación
El desafío de lidiar con China no es el monopolio de una nación en particular, sino el reto de muchas, y cada país debe hacerlo con el objetivo de salvaguardar sus intereses de corto y largo plazo, y respetando en lo posible sus propios valores. Un caso interesante ha sido el de Australia, que ha actuado con pragmatismo, proactividad y firmeza en su relación con Pekín en los últimos años.
Australia comenzó a desarrollar mayores lazos económicos con Asia –incluyendo China– a partir de los años 70. Esta reorientación económico-geográfica se potenció con la llegada del ministro del tesoro laborista Paul Keating en 1983. Keating logró el apoyo de los sindicatos para implementar esta estrategia, lo que convirtió este esfuerzo en una política de Estado para los sucesivos gobiernos laboristas y conservadores. Fruto de esta estrategia, Australia llegó a colocar el 61% de sus exportaciones en Asia, de las cuales China representó casi la mitad (30%).
Sin embargo, el nexo con China se alteró seriamente tras la irrupción de la pandemia del coronavirus, en diciembre de 2019, y el pedido de Canberra de que Pekín clarificara el origen del Covid-19, lo que disgustó seriamente a China. Esta respondió con duras medidas económicas, como la aplicación de tarifas del 288% sobre la importación de vinos australianos y la prohibición de importar carbón, cebada, langostas y carne australianas. China propuso 14 puntos para terminar con estas medidas coercitivas, a lo cual Canberra respondió que no los podía cumplir. Ante esto, Australia procuró expandir y diversificar más aún sus exportaciones a Asia, con foco principal en la Asean y la India.
Por otro lado, el primer ministro Scott Morrison buscó fortalecer su alianza militar con EE.UU. en septiembre de 2021, a través del tratado Aukus, que le permitió acceso a submarinos nucleares norteamericanos y británicos. Esto sin duda preocupó a Pekín. Australia ya era miembro de la sofisticada red de inteligencia “5 ojos” –junto a EE.UU., Canadá, Nueva Zelanda y Gran Bretaña– e integraba también el QUAD –junto a EE.UU., Japón y la India–, un foro estratégico que apoya la libre navegación en el Indo-Pacífico.
Un nuevo líder australiano –Anthony Albanese– y su canciller, Penny Wong, viajaron a China en diciembre de 2022 para intentar acercar posiciones. En retribución, el poderoso canciller chino, Wang Yi, visitó Canberra en marzo último, la primera visita de un canciller chino en siete años, en lo que el medio alemán Deutsche Welle consideró un prudente acercamiento de China a Australia. Justo antes del viaje, Pekín retiró la tarifa de 288% sobre los vinos.
Wong –de padre malayo de ascendencia china– le expresó a Wang Yi que estaba dispuesta a hablar en forma franca sobre temas de comercio, de seguridad marítima y hasta de derechos humanos, incluyendo la situación de un ciudadano australiano detenido en China. Por su lado, Wang Yi dijo que la relación entre ambos no estaba orientada contra terceras partes –aludiendo a EE.UU.– y que tampoco deseaba que estas terceras partes influyeran o perturbaran esa relación.
La canciller australiana agregó: “Es en nuestro interés común comprometernos para tener una estructura preventiva que reduzca el riesgo de conflicto, y que la comunicación mutua no sea restringida como castigo u ofrecida como recompensa”. A su vez afirmó: “El diálogo nos permite administrar nuestras diferencias, pero no las elimina. Australia será siempre Australia, China será siempre China”.