Asume la Presidenta
Por Abel Posse Especial para lanacion.com
Después de más de un año de titubeos, la presidente Cristina Kirchner se asumió en su cargo de primera mandataria. Ordenó preparar el helicóptero en Olivos y apareció, por fin, en la reunión de los representantes agrarios con el Gobierno.
¿Habrá quedado entreabierta la puerta del búnker?
Lo cierto es que -inmediatamente- se sintió a lo largo y ancho de la Nación una sensación de alivio. La situación había alcanzado su máxima tensión y sin la actitud de mando y la firma de un compromiso por escrito (como exigen las bases movilizadas del agro a lo largo de los caminos) se evitó un descalabro de imprevisibles consecuencias.
¿La Presidente hizo una escapada o se decidió a nacer y ser para servir a la más alta magistratura? ¿Significa esto la destitución del cogobernante? ¿Pasamos del resentimiento irracional actuante al diálogo?
Es un sentimiento generalizado que hemos llegado a un punto decisivo para todo proceso gubernamental: la conjunción de la caída económica con el descrédito político. Lo primero, además, se agrava con la crisis mundial que golpea nuestras exportaciones.
Tal vez la Presidente decidió dejar de ser una figura decorativa y salvar su poder que nació hipotecado por el continuismo de conductas y personas impuesto por su marido.
Lo que ocurrió da la esperanza de la posibilidad de desembarazarnos del absurdo y alcanzar la lógica democrática.
Estamos desunidos en el peor momento nacional e internacional. Cristina Kirchner seguramente entrevió, con intuición femenina, pese a las gruesas paredes del búnker, que el país no aguanta más y que la locura de tener arrodillada la fuerza productiva que proporcionó los mejores años de crecimiento del gobierno K, es un despropósito suicida.
¿Se inicia una vía? El Gobierno ya nacionalmente perdedor y desgastado debe saber que se encamina hacia los "idus de Octubre".
En las fotos de la Presidente al salir de la reunión, apareció un rostro alegre, liberado.
Tal vez liberándonos del enconamiento, ella misma se libera y experimenta la alegría de jugar su inteligencia y sus experiencias políticas más allá del resentimiento.
Tal vez somos todos quienes la liberamos a ella. O tal vez ella, al liberarse y ser, descomprime la energía acorralada de un país que tiene excepcional posibilidad de bancar la catástrofe financiera mundial, exportando lo único que se paga hasta con el último dólar: el alimento, el pan…