Así de loca
Están ahí; bueno, de eso se trata, están pero no están: ¿dementes? No, pirados, piantaos, locos lindos...
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Estar rayado, loco, locucho, pirucho, piantao, con un mambo bárbaro, mal del balero, colifato, más loco que un plumero, con los pájaros volados o más loco que una cabra. ¿Quién no ha tenido un mal día y perdió los estribos o se fue fuera de sí, es decir, fuera de sí mismo pese a que siguió dentro de su cuerpo?
En la locura hay dos caminos: o se está mal de la cabeza clínicamente hablando o simplemente se está mal del marote. Y se puede estar mal del marote de nacimiento o con los años ir adoptando esa actitud de repirado. Acá se hablará de los segundos, de los pirados, de los que le dieron la razón a la locura. Antes de avanzar, una aclaración importante: no hay que dejar de destacar que están aquellos a los cuales no les llega el agua al tanque, o les faltan algunos caramelos en el frasco o les patina el embrague. Esos, quizás, estén más cerca de la tontera que de la locura.
Si uno se encuentra con alguien que está rayado momentáneamente, ya sea por un tema de estudio, de trabajo, de pareja o simplemente porque se le cruzaron los cables, es mejor correrse y evitar hacerle cosquillas. Solo un loco haría eso.
Sin embargo, si uno se topa con alguien que está mal del bocho como forma optimista de enfrentar la vida, hay que aprovecharlo. Estos revirados son los que descubrieron que la vida es una repetición de días, de formas, de costumbres y de situaciones defectuosas, imperfectas, fallidas, falladas y fallutas, y que en vez de enojarse se ríen porque son los únicos que se dan cuenta de ello.
Estos, que están mal del tomate, son capaces de sacar una ocurrencia de la galera en cualquier situación. ¡Igual cuidado! Son locos, pero no tontos: son conscientes de su pire y según el contexto se miden y levantan ese manto que es la solemnidad para pasar un poco más desapercibidos y no quedar como locos-locos, locos-malos, locos-de-remate, locos-al-por-mayor o locos-sueltos. Ellos son, para que se entienda, los locos-lindos, esos que se hacen querer, chiflados simpáticos que se dieron cuenta, como dice Celia Cruz, que la vida es un carnaval y que las penas se van cantandoooooo. Son los mismos que aman con locura, se ríen hasta la locura y sueñan locuras. Quizás, también, se enojan como locos pero no a lo loco.
Después, como todo en la vida, uno elegirá qué loco le queda mejor, porque tampoco hay que hacerse los desentendidos y pensar que uno es muy cuerdo (y si así lo fuera, usted se debe aburrir bastante y eso es de locos). Hay quienes prefieren locos (y locas) de estación, esos que muestran la locura con una copita de más, en una fiesta, en la cancha o en el pogo del recital. Es decir, loco un poco, nada más.
Otros, en cambio, prefieren a los locos (y locas) del día a día, que están al tanto de esta gran obra de teatro que es la vida y disfrutan cada escena porque se deben a su público.
¿Canciones? Muchas. Con Tan Biónica, Chano canta: “Loca, me gustás así de loca, inestable y caprichosa”. O sea, le gustan las chicas que están mal del marulo, en una, rayadas o con los cables en corto o directamente pelados. Uno podría pensar que Chano está tan loco como la loca que le gusta, porque la loca le hará chistes de loca, comentarios de loca, reflexiones de loca, planteos de loca y comprará sándwiches de miga triples como loca y volverá loca a la vendedora. Sin embargo, entre los locos se entienden y siempre hay un loco para una loca y… ¿quién es uno para cuestionarlos? Después de todo, cada loco con su tema y si trae sándwiches de miga, mejor.