Ascenso veloz y crisis imprevista: el dilema del Frente Renovador
En la tensión entre los "intendentes jóvenes" y la vieja guardia peronista, podrían estar las causas de la caída en las encuestas del espacio impulsado por Sergio Massa
Hace un año y medio, políticos y empresarios peregrinaban hacia Tigre para escucharlo, sólo recibía elogios y contaba los días que faltaban para un desembarco soñado en la Casa Rosada. Sergio Massa, que entonces era el líder de la propuesta que concentraba la atención y la expectativa de gran parte de la política y la sociedad, hoy aparece como la alternativa más débil de cara a las elecciones presidenciales. El jefe del Frente Renovador multiplica los actos y las caminatas en la provincia de Buenos aires, todavía confía en que "la gente" le dé su aval en las urnas y asegura que no está fuera de juego, pero quedó tan rezagado que ahora es él el que clama sin éxito por unas gran PASO opositoras. En pocos meses, perdió el respaldo de peronistas como Carlos Reutemann; de su jefe de campaña, Juan José Álvarez, y sufrió la fuga de cuatro intendentes del conurbano bonaerense -incluido su jefe de bloque en Diputados, Darío Giustozzi-, la base de su construcción política. La pregunta es por qué y la respuesta la buscan dentro y fuera del espacio que surgió a la política para ponerle fecha de vencimiento al kirchnerismo.
Massa culpa al poder económico, que dejó de apoyarlo; se queja de la cobertura mediática -que antes lo beneficiaba-, y dice que no puede competir con la campaña del Estado nacional, el Estado provincial y el gobierno de la ciudad, que cuentan con caja para aguantar y cargos para ofrecer en la recta final del año electoral. Pero sabe que otras razones también explican su presente. La primera son los errores políticos, que él mismo reconoció hace poco en una entrevista con Jorge Lanata en Radio Mitre. Cuáles son esos errores es materia de discusión entre los que se fueron y entre los que se quedaron.
El primero es haber lanzado formalmente la campaña presidencial más larga que se recuerde desde que volvió la democracia. Comenzó al día siguiente de su triunfo en la provincia de Buenos Aires y se profundizó cuando el FR colgó sus carteles de publicidad en los que anunciaba -ansioso y voraz- que faltaban 500 días para que Cristina Kirchner abandone la Casa Rosada. Sin embargo, dentro del armado de Massa hay quienes admiten en voz baja que el nombre elegido hace dos años para nacer a la política quedó desautorizado por los hechos. La "renovación" que encarnaban intendentes de distintos partidos que hacían eje en "la gestión" y la cercanía con los vecinos fue opacada poco a poco por figuras que ya habían atravesado -más o menos chamuscadas- el fuego del menemismo, el duhaldismo y el kirchnerismo. Desde el arranque, Massa se vio ante el desafío de conducir con poco más de 40 años a un seleccionado mayor de figuras que le llevaban entre dos y tres décadas de política en la fauna del peronismo. Desde el ex gobernador Juan Carlos Romero en Salta hasta Alberto Fernández como vocero del FR, pasando por la creciente influencia que -los que se van- les atribuyen no sólo a la diputada Graciela Camaño, sino también, cada vez más, al gastronómico Luis Barrionuevo. Los intendentes, que, según Massa, eran los únicos que le daban sangre a su espacio, fueron devorados por los vampiros que se sumaron al Frente. Son las características que le sirven a Mauricio Macri en bandeja una frase con la que busca hacer historia: "Ellos -sciolismo y massismo- vienen gobernando hace 25 años".
José Eseverri, el intendente de Olavarría, que es uno de los tres miembros de la mesa chica del massismo, lo admite pero considera que se trataba de un riesgo inevitable. "Los intendentes perdimos el peso que tuvimos en la provincia cuando aparecimos con la novedad y eso se puede discutir, pero como fuerza nacional es lógico porque aparece un equipo económico que nadie puede discutir y un equipo social encabezado por Daniel Arroyo. Falta que corra bastante agua bajo el puente: durante 2014 perdimos mucho tiempo en el diálogo con los dirigentes, pero veo ahora una enorme fortaleza de Sergio con la gente", dice y remarca que la crisis del FR se inscribe dentro de la inexistencia de un sistema de partidos políticos fuertes.
Una de las espadas políticas de peso que abandonó a Massa en los últimos meses lo remarca con más crudeza, en sintonía con algunos conceptos del ventilador que prendió Giustozzi en su despedida del massismo. "Nosotros dejamos de ser renovadores." En busca de generar la sensación de que encarnaba una marea incontenible, el ex jefe de Gabinete coqueteó con Martín Insaurralde durante todo 2014 y sumó a Francisco de Narváez, pero fue perdiendo a casi todos sus candidatos a gobernador. A Massa lo critican por un estilo de conducción excesivamente radial, como el que ejercitaba Néstor Kirchner aunque desde el poder: habla con todos, les dice a todos que sí y después decide sin preocuparse por lo que prometió. El ex intendente de Tigre fue postergando los criterios de sus asesores políticos y privilegió los focus groups y los consejos del séquito de consultores en comunicación que lo rodea. Además, suele desautorizar ante la dirigencia lo que su gente de confianza ejecuta en su nombre y a pedido de él. La paradoja es que, aunque Massa concentra todas las decisiones y no existe un espacio de discusión colectivo, al final del día no está claro quién manda.
La lista de los equívocos que redactan los que se fueron del massismo es extensa. No haber podido construir una organización nacional, haberse creído dueño de una estrella incandescente y también haber abandonado la ancha avenida del medio para caminar por una vereda angosta que tuviera como eje excluyente de campaña el tema de la seguridad. Uno de los experimentados peronistas que siguen con Massa señala además algo que puede ser decisivo: Macri madrugó a su espacio cuando planteó como mensaje que la encrucijada de la hora era la de "continuidad o cambio". Sin embargo, en el massismo advierten que el diputado que obtuvo 4 millones de votos bonaerenses en 2013 nunca se resigna y no piensa renunciar a la candidatura presidencial. Apuestan todo a las recorridas bonaerenses en las que los vecinos del conurbano todavía se agolpan para tocar a Massa, algo que no sucede con ningún otro candidato. Y dicen ser los únicos que plantean una estrategia electoral eficaz para que la oposición logre doblegar al oficialismo por primera vez en 12 años de comicios presidenciales. Las gran PASO opositoras nacionales, que hoy se presentan como un imposible, son avaladas incluso por intendentes que se alejaron temprano del massismo como Gustavo Posse, que ya critica al líder de Pro por negarse a un entendimiento. El jefe comunal de San Isidro suele decir que Massa era un "muy buen producto" que estuvo mal administrado, pero advierte que la tendencia "endogámica y monocolor" ahora afecta a Macri. Si el ex presidente de Boca mantiene su negativa a cualquier acuerdo hasta el 10 de junio -cuando cierra la inscripción de las alianzas electorales-, el FR buscará capitalizar ese "egoísmo" en los dos meses que restarán entonces para las PASO del 9 de agosto con una consigna a todo o nada: "Si el Frente para la Victoria sigue en el poder, la culpa será de Macri"