Asamblea barrial
Creen que son cien pero siempre llegan muchos menos; quién es quién en el encuentro anual de barrios
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El gran encuentro anual de la familia de los barrios porteños saca lo mejor y lo peor de cada uno de ellos. Siempre se piensa que van a ir como cien pero llegan cuarenta y ocho. Se reúnen en lo de Belgrano, el padre de familia que cree que todo tiempo pasado fue mejor y todavía recuerda su rol como cabecera de la ciudad. Se lleva bien con Núñez, el tío millonario que heredó y cada tanto lo tira en cara. Fiel a sus tradiciones, los días de partido es imposible contar con él. Es clave que no se cruce con su ex, La Boca, porque no se pueden ni ver.
Colegiales llega en bicicleta. Es el primo que se casó a los 18, se divorció con 40 y ahora anda achupinado, tomando gin tonic y correteando a sus compañeras de 22 del club de escritura. Villa Ortúzar y Villa Urquiza son los gemelos de la familia, y están tanto tiempo juntos que nadie sabe cuál es cuál. A veces los confunden con los mellizos Saavedra y Coghlan. Tienen siempre pegado a Villa Pueyrredón, que cuando nadie se da cuenta se hace pasar por ellos. Y suelen ser acompañados por Villa Devoto, que lucha por demostrar que es clase media y que no permitirá menos.
Chacarita es la prima con la palta tatuada en un brazo que le muestra a todo el mundo las fotos de su gato. A veces piensa que si se hubiera ido a vivir a Estados Unidos, ahora sería Williamsburg. Se lleva bien con Agronomía, el primo hippie en una relación tóxica con Parque Chas de la que no sabe salir.
El gran problema de la reunión es cuando cae Palermo con sus múltiples personalidades. A veces es Hollywood y otras Chico, Nuevo, Soho y Viejo. En una época se hacía llamar Las Cañitas. Es malo para estacionar. En la última Navidad, acusó a Villa Crespo de estar haciéndose pasar por él. Villa Crespo es el primo segundo al que nadie le prestaba atención y que ahora que tiene un microestadio le llueven los pedidos de entradas.
Puerto Madero no va. Está en Miami, ofendido desde la última reunión, cuando la tía Pompeya lo trató de “New rich”.
Recoleta llega sobre la hora y se junta con los que fueron a su mismo colegio. A veces nombra barrios de París para mostrar que viajó. Retiro le hace el juego hasta que alguien le nombra la zona de la estación y los ánimos se caldean.
Barracas y San Telmo están del otro lado de la mesa, compartiendo un tintillo y esperando el momento para arrancar con unos tangos. Boedo se les quiere sumar pero tiene a San Cristóbal y a Constitución en el medio. Encima se asoma Parque Patricios, su enemigo histórico.
San Nicolás bendice la mesa antes de empezar y se tiene que aguantar la cara de Caballito, que está en el medio de todos atento a saltarle a la yugular al que le diga que, en realidad, está lejos.
Liniers se cortó solo y fue con Villa Luro y Versalles. En lugar de llevar a Mataderos, le hicieron lugar a Vélez Sarsfield que, como se hizo Instagram hace poco, muchos no lo tienen de cara.
La tía Villa Lugano suele llegar o muy temprano o muy tarde porque tiene que tomar dos colectivos. Sabe que a la vuelta ningún taxi la lleva así que hace bondi-pool con Villa Riachuelo y Villa Soldati. Sigue ofendida desde aquella vez que dudaron de que fuera parte de la Capital Federal.
Lo mismo les pasó a las hermanas Villa: Villa Santa Rita, Villa General Mitre y Villa Real siempre son salvadas por Villa del Parque de ser rebotadas en la puerta. Que nadie se equivoque y lo confunda con Parque Avellaneda, que la última vez tuvieron que separarlos Flores y Floresta (a esos dos los invitan siempre y cuando no hagan el chiste de cuál es la diferencia entre uno y el otro). Adentro siempre suele estar La Paternal, el hermano del medio, que con Monte Castro siempre son pasados por alto.
Los rebotados nunca faltan. Barrio Norte se quiso colar atrás de Recoleta y lo sacaron para el lado de Avenida Córdoba. Once intentó pasar con el documento de Balvanera y lo mandaron por Pueyrredón. A Congreso se le cayó la mentira cuando se encontró con Monserrat. Se fue callado por Rivadavia. Afuera esperaban Abasto y Bajo Flores. Al final, fueron a comer a Barrio River.