Balance 2016. Arte: el año de los números redondos
Varias de las principales instituciones artísticas del país celebraron sus aniversarios
120 del MNBA
El 25 de diciembre de 1896, el Museo Nacional de Bellas Artes abrió sus puertas en el edificio del Bon Marché de la calle Florida, que hoy aloja las Galerías Pacífico. Su primer director, Eduardo Schiaffino, proponía una colección enciclopédica similar a las de los museos estadounidenses y europeos. El principal museo del país tiene hoy un acervo de más de 12.000 obras, que incluye pinturas de grandes maestros como Pablo Picasso, Amedeo Modigliani y Auguste Renoir.
60 del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires
Durante años lo llamaron el “museo fantasma”. La falta de sede propia obligó a su fundador, Rafael Squirru, a realizar muestras en espacios prestados. Incluso sobre el agua, cuando llevó a 22 ciudades el mundo obras de medio centenar de artistas a bordo del buque Yapeyú. Hoy exhibe parte de su colección –más de 7000 obras realizadas desde 1920– en su sede de la avenida San Juan 350, que comenzará a ser ampliada en marzo.
25 de arteBA
Organizada por una fundación sin fines de lucro –lo que la destaca de otras ferias a nivel mundial–, arteBA nació en 1991 en el Centro Cultural Recoleta. Hay un abismo entre aquella primera edición, cuando una galería decoró su stand con helechos, y el lugar que ocupa hoy como referente regional. Su rol fue clave en la reciente alianza con Art Basel y en la invitación de la Argentina como país invitado en ARCO 2017, dos hitos para el crecimiento de la escena artística local.
20 de Fundación Proa
Una muestra dedicada al artista mexicano Rufino Tamayo inauguró en 1996 esta institución de proyección internacional, impulsada por Adriana Rosenberg con el apoyo de Tenaris-Organización Techint. Con una programación que abarca diversas disciplinas y alianzas con universidades, en su sede de La Boca alojó obras de varias figuras clave del arte del siglo XX, como Marcel Duchamp, Joseph Beuys, Alberto Giacometti y Kazimir Malevich.
15 del Malba
En 2001, uno de los años más críticos de la historia reciente, la apertura del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires marcó un punto de inflexión en la vida cultural porteña. Fundado por el empresario Eduardo Costantini, que donó las 223 obras inciales de la colección, hoy tiene un acervo de 590 piezas y proyecta construir otra sede. Yayoi Kusama, Andy Warhol y Antonio Berni batieron récords de público con muestras temporales en sus salas.
10 del Museo de Arte Tigre
Alojado en la antigua sede del Tigre Club, sobre el río Luján, el Museo de Arte Tigre fue creado por el intendente Ricardo Ubieto. El funcionario conformó una colección de 165 obras de arte argentino figurativo de los siglos XIX y XX, compradas en remates públicos, y recuperó para exhibirlas el imponente edificio de 1912. Actualmente se exhiben las más emblemáticas de su patrimonio, realizadas por maestros como Antonio Berni y Benito Quinquela Martín.
Ante la oportunidad de cambiar la historia
Si éste fue un año de números redondos, en el que varias de las principales instituciones del país celebraron sus aniversarios, el próximo promete marcar un hito en la escena artística local. Todas las condiciones están dadas para que la Argentina deje de ser un destino lejano y conquiste, por lo menos, una codiciada semana en la apretadísima agenda de los principales coleccionistas internacionales.
Eso es lo que busca el gobierno porteño, ansioso por que Buenos Aires recupere su antigua jerarquía de capital cultural de América del Sur. Horacio Rodríguez Larreta jugó su as en la manga al lograr que Art Basel, la feria de arte más importante del mundo, eligiera esta ciudad para debutar con el programa Art Basel Cities. En mayo, durante la próxima edición de arteBA, se anunciarán los alcances de esa alianza, que promete -como mínimo- hacer más visible lo que ya hay. Y aunque pocos lo digan en voz alta, también un alto rendimiento para quienes hayan invertido en la zona sur de la ciudad.
Más allá de los negocios inmobiliarios, ¿sabremos capitalizar al máximo una oportunidad tan esperada por los artistas? Desde la asociación de galerías Meridiano recuerdan que los desafíos son varios. ¿Qué pasará, por ejemplo, cuando los compradores extranjeros queden atrapados en la telaraña burocrática que traba la exportación de obras? Una vez superado el cepo cambiario que empantanó el mercado local durante años, el afilado cerco aduanero aún nos aísla del resto del planeta.
El foco ya está puesto en Buenos Aires, y sobra talento para estar a la altura de las expectativas. Lo acaba de demostrar una vez más Marta Minujín, flamante ganadora del Premio Velázquez y convocada para participar con su Partenón de Libros en la próxima edición de la documenta de Kassel, la muestra de arte contemporáneo más prestigiosa del mundo. La reina criolla del pop, sin embargo, aún trabaja contra reloj para convencer a los funcionarios locales de la importancia de la invitación. Toda la atención oficial parece estar puesta por ahora en el envío a la Bienal de Venecia y, sobre todo, en la participación de la Argentina como país invitado en la feria madrileña ARCO. Las puertas del mercado europeo no se abren todos los días, y ya es hora de que las obras de nuestros artistas coticen en euros.
En el mercado internacional, los precios del arte argentino son irrisorios. El récord lo ostenta Emilio Pettoruti con su Concierto(1941), pintura vendida en 2012 en 794.500 dólares en Christie's de Nueva York; ese mismo año, en la misma ciudad, se pagaban en Sotheby's 2,1 millones por Mi limón (2000), de la brasileña Beatriz Milhazes. El récord de Guillermo Kuitca en subastas, en tanto, apenas superó el mes pasado el medio millón. ¿Qué nos está faltando para igualar a nuestros vecinos? "Que los primeros en comprar arte argentino a precios altos sean los coleccionistas argentinos", señaló la galerista Orly Benzacar, presidenta de Meridiano.
Otra clave fue señalada en Ideas, semanas atrás, por Inés Katzenstein. La directora-fundadora del Departamento de Arte de la Universidad Torcuato Di Tella opinó que si queremos participar con solidez de las crecientes redes de colaboración para reubicarnos en el cambiante sistema del arte, debemos dejar de ser "receptores de saberes y promesas" y "generar nuestras propias plataformas de ideas". Recordó, además, lo que todos sabemos: esas ideas no serán sustentables sin programas de financiación (públicos, privados o mixtos) que permitan a las instituciones planificar a largo plazo.
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