Arte: de colección
Breve introducción a las obras que integran su acervo
En los últimos años, las políticas culturales de los museos públicos y privados inclinaron su balanza hacia las muestras temporarias. El lado positivo fue que dinamizaron su perfil; el negativo, que sus colecciones permanentes quedaron relegadas. En el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (San Juan 350) se ha promovido poner en valor un patrimonio más que significativo. En estos días se presenta La paradoja en el centro, ritmos de la materia en el arte argentino de los años 60; el curador, Javier Villa, seleccionó 130 obras que integran un acervo de unas 7000, constituido a partir de adquisiciones y donaciones gestionadas por los dos primeros directores del Moderno, Rafael Squirru y Hugo Parpagnoli. En forma paralela se exhibe hasta hoy Gabinete Heredia, con decenas de obras de pequeño formato donadas por Alberto Heredia, artista absolutamente innovador y desafiante.
Antonio Trotta: una experiencia desconcertante
Verificación esquemática, 1968
El original de 1968 fue destruido, y en 1998 Fundación Proa lo recreó bajo la tutela de la curadora Patricia Rizzo, para recordar los treinta años de las Experiencias '68 que se presentaron en el Centro de Artes Visuales del Instituto Di Tella. Ésta es una obra experimental, de pura visualidad y cuestionamiento del marco como soporte de la imagen. Con el espíritu de una matrioska rusa, seis marcos rectangulares de madera cuelgan suspendidos del techo; a medida que se alejan del espectador, son cada vez más grandes y el último contiene un espejo. El mismo esquema se repite del otro lado del espejo; por lo tanto, la estructura total se puede leer como dos pirámides truncadas unidas por su base. De un lado u otro, en una experiencia desconcertante, la mirada atraviesa los seis marcos vacíos hasta rebotar en la superficie espejada del séptimo. Por otro lado, el formato rectangular tradicional del cuadro -heredado del concepto renacentista de arte como ventana al mundo- se vacía y a la vez se completa por la imagen del espectador, que ya no queda afuera sino dentro del cuadro.
Antonio Berni: Juanito bajo el sol negro
Juanito Laguna lleva la comida a su padre peón metalúrgico, 1960
Un capolavoro de la saga de Juanito Laguna, el arquetipo del niño humilde. El collage presenta una mole plateada junto a chimeneas industriales: dos pintadas, otras dos recreadas en chapas oxidadas. Frente a la diminuta figura del hijo del peón metalúrgico, la fábrica es un monstruo sucio y aterrador. Hay sólo dos figuras humanas: la de una mujer que ofrece una bebida alcohólica desde una cartelera publicitaria y un Juanito apenas esbozado. La figura femenina es enorme, está iluminada por tres lámparas; posa en bikini, tiene un peinado batido y ese aspecto irreal de las modelos publicitarias. Juanito, en cambio, está de espaldas al espectador, a punto de ingresar en la fábrica; se lo ve en la franja inferior del collage, donde también aparecen dibujados tres vehículos. Arriba a la izquierda, presidiendo la escena, un círculo metálico negro proyecta un aspecto opresor y tenebroso. Se eleva como el sol negro de los alquimistas, que señala el aspecto oscuro y negativo del sol diurno; es el sol intenso que quema las cosechas y seca los ríos.
Alberto Heredia: la supervivencia del más apto
Carrito, c. 1964. Donación del artista, 2000
Con el concepto de "Cámara de las maravillas", aquellos espacios que atesoraban curiosidades de origen vegetal, animal y mineral, se exponen unas 50 obras que forman parte de la donación de 500 obras de Alberto Heredia. En la tradición objetual inaugurada por los dadaístas, Heredia ensambla drama, revulsión y humor negro. Llama la atención un pequeño vehículo que parece salido de Mad Max. Como en la taquillera película, evoca un mundo abyecto donde sobrevive el más apto.
Federico Manuel Peralta Ramos: arte y vida
Esperándote, c. 1990
Federico Manuel Peralta Ramos, figura inspiradora de otra exposición inaugurada el jueves en el Malba, encarnó como ninguno el espíritu del dadaísmo y del grupo Fluxus. Para él no había diferencia entre arte y vida; cada acto cotidiano podía convertirse en una performance. Alberto Greco había transitado esta línea de pensamiento con su Vivo Dito, operación que consistía en enmarcar con un círculo de tiza a una persona para reconvertirla en obra de arte viva. En este contexto es natural que se conserven pocas obras de Peralta Ramos, ya que para él lo importante no era el producto sino el procedimiento. Doce años atrás, la curadora Clelia Taricco hizo un trabajo ciclópeo de reconstrucción para la muestra retrospectiva de este artista, también en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Sus acciones fluctuaban entre el arte, la simpatía, el absurdo y la locura; actuó en televisión con el humorista político Tato Bores y demostró sus dotes de showman con sus frases muy cercanas al koan zen.
Kenneth Kemble: un trazo maestro
Gran pintura negra, 1960
Además de un importante artista, Kemble (1923 - 1998) fue crítico del Buenos Aires Herald, piedra angular del informalismo argentino e influyente maestro. Esta obra parece vincularse a la tradición de informalistas como Robert Motherwell, Pierre Soulages y otros pintores que abrevaron en la caligrafía tradicional de Oriente al acentuar la espontaneidad del gesto. En este caso, apuntaba el historiador Jorge López Anaya, "los grandes trazos negros no eran el efecto de un gesto rápido y sin posibilidades de rectificación; el trazo provenía del sobredimensionamiento de pequeños bocetos".
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