¡Argentinos, el mundo nos espera !
En un encuentro de 400 jóvenes de todo el mundo se discutió acerca de cómo la agenda política, económica y climática de una región influye en el resto del planeta
Días atrás, se llevó adelante un congreso llamado HPAIR ideado por la Universidad de Harvard, en donde se discutió cómo a través de la innovación se pueden ir superando los retos que enfrenta la zona de Asia Pacífico, integrada según la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) por 10 países, entre ellos: Indonesia, Malasia, Tailandia, Filipinas, etc.
Fue un encuentro que reunió a más de 400 jóvenes de todo el mundo y donde no sólo se aprendió, sino que también se habló acerca de cómo la agenda política, económica, tecnológica y climática de una región influye en el resto del planeta.
¿Qué me lleva a escribir sobre esto?, lamentablemente, siento que tenemos prioridades políticas atrasadas y que no miran al futuro.
Mientras conversaba con esos jóvenes, sentía un gran entusiasmo por aprender, escuchar e intercambiar ideas, porque al margen de vivir separados por 17,787 km de distancia, me sorprendí al darme cuenta de que tenemos bastantes cosas en común con esta región tan lejana.
El proceso político-social es bastante similar al de América Latina: civilizaciones, colonialismo, nacionalismo, comunismo, dictaduras, procesos democráticos y, para terminar; integración. Sobre esta última fase tengo ciertas dudas que me gustaría comentar más adelante.
Al mismo tiempo que escuchaba sobre algunas políticas exitosas de esta región, me era imposible no recordar el relato que se fue inculcando en nuestra sociedad, sobre "el mirar afuera".
Al mismo tiempo que escuchaba sobre algunas políticas exitosas de esta región, me era imposible no recordar el relato que se fue inculcando en nuestra sociedad, sobre "el mirar afuera".
No soy inocente ante la sensibilidad que todavía hoy persiste en nuestro país frente a organismos internacionales, pero muy lejos de ellos, están las culturas y experiencias de otras naciones. Parecería que mirar a Europa, Estados Unidos o Asia está mal. Que si lo hacés sos un vende patria. ¿No es demasiado conservador este concepto en un mundo donde la globalización se está ocupando de dejar atrás cada vez más fronteras?
Filipinas hoy se proyecta como uno de los nuevos tigres asiáticos y como la segunda economía con mayor pronóstico de crecimiento del mundo. En los últimos años recibió inversiones externas por más de 62.0000 millones de dólares, y esto, lejos de significar vender un país, estuvo vinculado con la generación de puestos de trabajo, aumento en la producción y, como consecuencia, más progreso.
En distintas ocasiones, Filipinas necesitó valerse de sus vínculos regionales. Siendo un foco de desastres naturales (es azotado por el 70% de las catástrofes de su región) ha recibido la cooperación de diversas naciones que la han ayudado en la obtención de tecnología, financiamiento de obras de infraestructura e incluso recursos humanitarios. El pueblo filipino, lejos de desmerecer dicha ayuda, protestar o asociarla a "vender patria", ha celebrado estas uniones y actuado en pos de fortalecerlas, tanto en las situaciones adversas, como en los desafíos económicos.
Si algún país vecino nos hubiese ofrecido ayuda frente a las terribles inundaciones de la provincia de Buenos Aires, probablemente si lo hacían Ecuador, Venezuela o Bolivia, hubiese sido visto como una ayuda de la gran patria sudamericana, sin embargo, si lo hacía otro país como Alemania o Suecia, hubiera sido mirado con un poco de resquemor.
Bajo estos pensamientos que nos gobiernan, lo único que estamos haciendo es perdernos oportunidades. No hablo sólo de inversiones, hablo de puestos de trabajo, obras de infraestructura, cooperación internacional, intercambio en materia de seguridad y la lista podría seguir.
Me gustaría poder nombrar los grandes éxitos logrados desde el Mercosur, pero lamentablemente se me hace difícil individualizarlos. Los países que más beneficiados se ven hoy en día son únicamente la Argentina y Brasil.
Al conversar con gente de Asean, me comentaron que envidiaban la unificación de la lengua y la conectividad terrestre en nuestra región. Estas son dos herramientas importantísimas con las que ellos no cuentan y con las que nosotros nos podríamos fortalecer para generar mayor desarrollo.
Me gustaría poder nombrar los grandes éxitos logrados desde el Mercosur, pero lamentablemente se me hace difícil individualizarlos. Los países que más beneficiados se ven hoy en día son únicamente la Argentina y Brasil.
Los acuerdos económicos no han generado gran impacto y los acuerdos comerciales son débiles frente al gran crecimiento que está teniendo la Alianza del Pacífico, integrada por Colombia, Chile, México y Perú.
La patria grande, tanto como la hermandad sudamericana de los discursos, no se ve traducida en avances reales en nuestra región. No supimos abordar grandes acuerdos económicos en materia de tecnología, educación e infraestructura.
Lamentablemente tenemos una agenda política muy atrasada: en vez de estar discutiendo cómo integrarnos al mundo, estamos debatiendo sobre una modalidad de votación anacrónica.
Quizás podríamos abandonar un poco la forma conservadora con la que estamos mirando al mundo y abandonar el prejuicio con el que miramos a la ayuda o la unión con los países extranjeros y, en su lugar, construir puentes que generen más trabajo y crecimiento para todos los argentinos.
El relato nos dice que unirnos a países con dudosa seriedad institucional y republicana como Venezuela es hacer patria. Yo le digo a los que nos cuentan ese cuento, de que hacer patria es generar más empleo para terminar con los 14 millones de pobres en el país y que aislándonos no lo vamos a lograr.
¡Argentinos, no perdamos más el tiempo: el mundo nos espera!
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