Argentina y la tensión mundial
Las guerras que encaran Rusia en Ucrania e Irán contra Israel tienen consecuencias globales que impactan en nuestro país
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Nuestra patria está inmersa en una pesadilla económica y social nunca vista y transitando un complicado proceso electoral del que debe surgir un nuevo Gobierno. Con semejante realidad es difícil que los medios de comunicación y los propios candidatos dediquen su tiempo al análisis de lo que pasa más allá de nuestras fronteras. Sin embargo es imprescindible realizar aportes que anticipen posibles problemas y proponer caminos que aminoren los riesgos
Dos conflictos militares de consecuencias planetarias se están desarrollando al mismo tiempo. Las agresiones de Rusia a Ucrania y de Hamas a Israel han tenido un nivel de brutalidad que no solo involucra a las víctimas directas de las violaciones a los DD.HH. y angustia a cualquier ser humano con sensibilidad, sino que tiñe con un odio profundo a las sociedades agredidas y garantiza durabilidad y violencia.
Dos naciones, aliadas entre sí, son las responsables de estos conflictos: Rusia e Irán. Nuestro país tiene mucho que temer en el aspecto de la seguridad interior y en la economía.
Terroristas dirigidos y financiados por Irán produjeron el atentado a la AMIA, según surge de la sentencia judicial pertinente. Esto puede volver a ocurrir y el próximo gobierno debería tomar precauciones adicionales en materia de prevención.
Los acuerdos del régimen de Teherán con Venezuela y Bolivia y las declaraciones de Evo Morales, justificando la agresión al pueblo israelí, hace más necesario aún aumentar el nivel de alerta.
El inminente aumento del precio del petróleo, el gas y sus derivados volverá a tener consecuencias negativas sobre nuestra colapsada economía.
Alberto Fernandez no supo o no quiso tomar previsiones que, ante la invasión a Ucrania, podrían haber evitado parte de los costos producidos por la falta de combustibles.
Hace 50 años la Guerra de Yom Kippur triplicó los precios del crudo. Es verdad que, hasta ahora, el conflicto no abarca a todos los países productores, pero debe hacerse un seguimiento riguroso.
Tanto Rusia como Irán tienen gobiernos autocráticos capaces de tomar medidas sorpresivas en cualquier momento. Ambas dictaduras comenzaron por acabar con toda oposición interna, el disenso tiene consecuencias terribles.
Los que discuten con Putin reciben un té envenenado, se caen de los balcones o sus aviones explotan en el aire, el desguazamiento de la URSS terminó con las empresas en manos de los nuevos oligarcas nacidos bajo la protección del Kremlin y muchos están vinculados a la exKGB a la que pertenecía el dictador.
Los ayatollah, con la excusa del estricto cumplimiento de las normas de la fe, han estructurado una sociedad donde el poder civil se dirime sólo entre los “autorizados” por el poder religioso. Los castigos son durísimos y abarcan una pluralidad de delitos. La policía de la Moral iraní parece una copia de la Policía del Pensamiento de George Orwell.
Ambos gobiernos productores de petróleo y gas, controlan vías claves para comercialización marítima y poseen ingentes recursos económicos con los que han desarrollado una fuerte industria militar convencional y han conseguido aliados que difunden sus ideas y los defienden de las críticas por sus aberraciones.
Rusia es una nación dotada de armas nucleares. De hecho su arsenal táctico es el más grande del mundo y es de esperar que el gobierno de Teherán, que fabrica drones para el de Moscú, pronto acceda a armas de destrucción masiva.
China, principal socio comercial de Irán y Rusia (también de Israel) tiene mucho que ganar con la actual situación. Las sanciones occidentales a Moscú, le han permitido ser receptor central del gas, el petróleo y los alimentos que Rusia exporta.
El ataque de Hamas a Israel hace poner en larga pausa la negociación con Arabia Saudita impulsada por la administración Biden y mantiene a Beijing en la mejor posición posible para sus acuerdos con el gobierno de Mohamed Bin Salman.
Cada niño, israelí o palestino que muere, no solo es un drama insoportable para su familia, es un camino sin retorno.
El presidente Joe Biden busca en Israel impedir una escalada con final imprevisible.
El Mundo se ha vuelto muy peligroso lo que hace necesario que los gobiernos de países como el nuestro deban estar más atentos que nunca.