Argentina y la OCDE: un horizonte para desarrollarnos
Hoy la atención global está puesta en lo que ocurre en las vecindades de Europa. La invasión de Rusia a Ucrania sacudió al mundo, produciendo un antes y un después.
La Argentina cometió errores inaceptables durante la escalada del conflicto y desde el inicio de la guerra. Son traspiés que afectaron la imagen y los intereses de nuestro país. Se destaca la desafortunada visita así como las declaraciones que el presidente Alberto Fernandez hizo a Valdimir Putin cuando era inminente su accionar violando la integridad territorial ucraniana. Los titubeos iniciales para rechazar la invasión fueron otro grave error. Luego de semanas de presión doméstica e internacional, finalmente el gobierno salió de su posición neutral y votó junto con 140 países una resolución condenando la invasión rusa.
Sin sacar la mirada de este asunto central que tendrá fuertes implicaciones globales, hay otros temas de interés para nuestro país. Porque a pesar de la visión cortoplacista y el deterioro del oficialismo, la Argentina no puede dejar a la deriva sus prioridades estratégicas. Particularmente, entre los objetivos de largo plazo que pueden llegar a alcanzar consenso para construir una política de Estado, se destaca nuestro potencial acceso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
La OCDE es una organización internacional con sede en París, conformada por 38 países. Su misión consiste en impulsar políticas para incrementar el bienestar, a través de la promoción de las mejores prácticas de gobernanza y estándares públicos de excelencia.
Originada en 1948 con el objetivo de implementar el Plan Marshall financiado por los Estados Unidos para la reconstrucción de Europa luego de la Segunda Guerra Mundial, la entonces llamada Organización para la Cooperación Económica Europea (OEEC), integrada por 18 países europeos, pasaría en 1961 a tomar su nombre actual, sumando a EE.UU. y Canadá como miembros. Cabe agregar que actualmente la integran también 4 países de Latinoamérica: México (incorporado en 1994), Chile (2010), Colombia (2020) y Costa Rica (2021).
Los países miembros concentran más del 60% del PBI global, el 60% de los flujos de comercio internacional y el 75% de la inversión extranjera directa mundial. Constituye uno de los foros más influyentes que establece lineamientos y ofrece cooperación en numerosas áreas, como economía, educación, transparencia y ambiente. Además, ha operado como organismo técnico encargado de implementar y hacer seguimiento de múltiples iniciativas lanzadas por el G20.
Asimismo, si bien la OCDE no otorga recursos financieros a los países que la integran, esta realiza una calificación crediticia que es tomada como referencia principal por parte de importantes agencias de crédito internacional. La calificación se da en el rango 0-7, siendo 7 la calificación más baja, y estando la Argentina calificada con 7.
Aunque la relación de la Argentina con la OCDE data de más de 35 años, en junio de 2016, durante la administración de Mauricio Macri, la Argentina pidió formalmente su ingreso. Hasta el 2015 teníamos participación activa en sólo 8 comités. Esta se incrementó a 23 comités para fines de 2017.
Hasta el 2019 la Argentina encaró reformas en línea con diversos lineamientos que propone la OCDE. Este trabajo incluyó leyes sancionadas en el Congreso Nacional como la Ley penal de responsabilidad empresaria, Ley de mercado de capitales, reforma tributaria, Ley de Defensa de la Competencia, Ley de Política Regulatoria y de Simplificación Administrativa, entre otras. Sin embargo, durante los últimos años se registra un retroceso, como las limitaciones a los movimientos de capitales con sus diversos cepos, las trabas al comercio internacional, controles de precios e impuestos distorsivos y expropiatorios.
En enero pasado, la OCDE envió una carta al Presidente Alberto Fernández para invitar a nuestro país a discutir la adhesión al organismo, y evaluar la posibilidad de incluirlo como miembro. También fueron invitados Brasil, Perú, Croacia, Rumania y Bulgaria. Pero a diferencia de los gobiernos de los demás países, que celebraron la invitación, la reacción de la Argentina fue tibia. Si bien no se dio a conocer públicamente la respuesta oficial de nuestro país, en Marzo se habría enviado una respuesta aceptando la invitación, lo que constituye un paso en la dirección correcta.
La importancia del ingreso a la OCDE no está dada por la membresía en sí misma, sino por la riqueza del proceso de adhesión. Este implica transitar una senda de reformas inspirada en las mejores prácticas y estándares internacionales, así como el intercambio de experiencias con los miembros de la organización. Son reformas en línea con un plan de desarrollo de largo plazo que nos permitiría ingresar y permanecer en un camino de institucionalización, crecimiento económico sostenido y más integración con el mundo.
La Argentina y el resto de los invitados podrán iniciar su proceso de incorporación una vez que confirmen su adhesión a dos documentos emitidos por la OCDE recientemente. Estos documentos establecen los valores compartidos por los miembros. Incluyen la preservación de las libertades individuales, los valores de la democracia, el estado de derecho y la protección de los derechos humanos, así como el valor de las economías de mercado abiertas, competitivas y transparentes, así como también promover el crecimiento económico sostenible e inclusivo y abordar soluciones frente al desafío del cambio climático.
En cooperación y junto a nuestros socios regionales que ya lograron el acceso, como Chile, Colombia, Costa Rica y México; así como los potenciales nuevos miembros, como Brasil y Perú, tenemos la oportunidad de ofrecer un horizonte compartido a toda la sociedad argentina y con la región. Por eso, una de las tareas nacionales más relevantes de cara al futuro es unir esfuerzos públicos, privados y de la sociedad civil para que la Argentina recorra el camino de acceso a la OCDE. Se trata de un objetivo de largo plazo que encarna el rol que queremos desempeñar y uno de los lugares que queremos ocupar en el mundo.
Como primeros pasos inmediatos, es clave que por un lado el Poder Ejecutivo confirme la adhesión de la Argentina a los dos documentos de orientación adoptados por los miembros en la última conferencia ministerial, tal como lo solicita a nuestro país el Consejo de la OCDE a través de su Secretario General. Por el otro, que se comience proactivamente a trabajar en delinear la hoja de ruta para su accesión.
Argentina no debe titubear. El camino de reformas, muchas de las cuales requerirán aprobación legislativa, puede representar una política de Estado. Una que, junto con otras, puede ser un camino del consenso que necesitamos empezar a recorrer para salir del proceso de deterioro social, económico e institucional que lleva décadas. A pesar de nuestros desaciertos, el mundo sigue esperando que la dirigencia política, el sector empresario y la sociedad elijan el camino correcto y permanezcan en él. Son pocas las oportunidades con el potencial de generar un impacto de largo plazo de esta envergadura que se le presentan a un país como el nuestro. Debemos aprovecharla y avanzar decididamente.