Argentina: siete días de vértigo
“Cristina se quiere autocoronar emperatriz” (De Jorge Yoma)
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Una semana tiene siete días, 168 horas y 10.080 minutos. Eso en todo el mundo menos en la Argentina. No es cuestión de cálculos matemáticos, sino de producción de hechos.
Hace una semana, Cristina peleaba con Quintela por ver cuál de los dos se quedaba al frente del PJ nacional. Quintela, entonces cercano a Kicillof, peleó y perdió ante la Justicia por los avales que dice que le robó Cristina y que, por el momento, lo dejaron fuera de carrera. “Se quiere autocoronar emperatriz”, vociferaba Jorge Yoma, apoderado de la lista de Quintela. Kicillof, quien segundos antes fungía de traidor de la arquitecta egipcia, empezó a buscar precios de tiaras en Mercado Libre por las dudas que Yoma tenga razón.
Siete días en los que salió AFIP, entró ARCA y a la Aduana se le cayeron encima todos los containers. Una semana en la que millones de pacientes pugnaron por saber si el plan de la prepaga que contrataron es cerrado, abierto o entornado, y si podrán pedir reintegros por los remedios que les recetaba el médico que dejó la prepaga porque no le pagaban.
Siete días menos dos de paro que finalmente se redujo a una sola jornada en la que no hubo ni aviones ni subtes ni trenes, y subió el precio de la nafta mientras se esperan alzas en otros servicios, pero por suerte bajó el riesgo país, se desplomó el dólar y la Casa de Moneda dejará de imprimir billetes porque en el exterior son más baratos.
Más de 160 horas en las que Diputados empezó a apurar dictámenes que probablemente no se voten o que, de ver la luz, el Senado les baje el interruptor.
Que se quiebra el kirchnerismo, que se parte la UCR y que echan a la canciller Diana Mondino que jura que hizo “todo lo posible”, menos contratar un catering por $3 millones y comprar una cafetera por otros $2 millones como la empleada de Pettovello, que ahora no sabe qué hacer con las cápsulas ni con los sanguchitos de miga que se le están arqueando.
La baja de los cargos hereditarios en el Estado sorprendió a los parientes que se ahorraban el testamento, pero que a partir de este momento podrán echar mano de los miles de profesionales que quedaron disponibles al cerrar la Anses el Registro de Abogados y Gestores Administrativos y dejar que cada uno elija libremente a quién pedir auxilio a la hora de tramitar la jubilación con la que tendrá que lidiar para pagar la prepaga, los médicos particulares y los medicamentos, según quien se los recete. Una delicia.
En una reciente entrevista, el escritor Juan Villoro decía sobre la inteligencia artificial que “somos la primera generación que tenemos que demostrar que aún somos humanos”. Pobre inteligencia artificial. Los humanos de la Argentina la vamos a enloquecer.