Apuntes en torno al fenómeno de Javier Milei
De un tiempo a esta parte irrumpe en nuestro país un cambio en las ideas estatistas que se habían apoderado de muchas personas, comienza una lenta pero esperanzadora transformación desde el estatismo al liberalismo, especial aunque no únicamente en los jóvenes que apuntan a los valores alberdianos.
Esta mudanza intelectual viene trabajándose desde hace tiempo desde la academia pero hoy surge en el nivel político, donde aunque por el momento minoritario, resulta creciente. Este último plano se debe a Javier Milei, que procede a contracorriente de la fracasada y empobrecedora noción de otorgarle al aparato estatal funciones que contradicen la tradición constitucional de circunscribirlas a la protección y garantía de los derechos individuales anteriores y superiores a la constitución de un gobierno.
En este contexto Milei viene batallando con gran mérito y perseverancia en la imperiosa necesidad de liberar energías creadoras de la encerrona que imponen megalómanos, vía regulaciones asfixiantes, gastos colosales, tributos astronómicos, inflaciones galopantes, legislaciones laborales contrarias al trabajo, manipulaciones cambiarias y cerrazones al comercio internacional, junto a manotazos a la independencia de los poderes y amenazas reiteradas a la libertad de prensa, todo a la vista de corrupciones alarmantes.
Asimismo se ha pronunciado categóricamente en contra del homicidio en el seno materno conocido como “aborto”, en línea con pronunciamientos científicos como, en nuestro medio, el de la Academia Nacional de Medicina. Ha explicado los errores del llamado “ambientalismo” como excusa para destruir la propiedad privada a través de figuras como los “derechos difusos” y la “subjetividad plural”, en consonancia con pronunciamientos como los del premio Nobel en física Ivan Giaever, el fundador y primer CEO de Weather Channel, John Coleman y el ex presidente de Greenpeace de Canadá, Patrick Moore. Ha propuesto el sistema de vouchers para la educación al efecto de financiar la demanda y no la politización a que inexorablemente conducen los desembolsos para alimentar la oferta, tal como insistía el premio Nobel en Economía Milton Friedman, también aplicables a los sistemas de salud. Y ha detallado sus reformas en tres pasos para salir del enjambre en que estamos.
Se ha dicho equivocadamente que Milei es la antipolítica cuando en verdad una y otra vez se ha pronunciado en contra de la indecencia en la política para reivindicarla en el sentido alberdiano. Esto desde luego no excluye prestar atención a otros paradigmas vinculados al monopolio de la fuerza que denominamos gobierno, como es el debate referido al dilema del prisionero, la asimetría de la información, los bienes públicos, las externalidades, el teorema Kaldor-Hicks y el equilibrio Nash. Solo las mentes conservadoras enredadas en pesadas telarañas mentales del statu quo son incapaces de mirar más lejos y entender que el conocimiento no es un puerto sino una navegación, por lo que, como reza el lema de la Royal Society de Londres: nullius in verba, es decir, no hay palabras finales. Como ha apuntado John Stuart Mill, “todas las buenas ideas pasan por tres estadios, la ridiculización, la discusión y la adopción.”
Milei sufre embates en no pocos frentes: los socialistas, los que no pueden digerir los celos y la envidia, los que están en tránsito desde ideologías autoritarias pero aún no pueden masticar píldoras demasiado grandes, operaciones con falsedades de políticos que ven amenazados sus espacios y, desde luego, el siempre presente tontaje bien intencionado. De todos modos es del caso subrayar cómo el personaje de marras ha forzado el corrimiento en el eje del debate en el discurso de otros políticos que están muy alejados del pensamiento liberal pero que han debido mutar la parla para no perder votos; en este sentido no hace falta más que prestar atención a los siempre indiscretos archivos.
Lo dicho en modo alguno significa que tengamos coincidencias en todo lo que expresa este candidato. Los liberales no somos una manada y detestamos el pensamiento único; entonces, bienvenidos los intercambios de ideas. Como nos ha enseñado Karl Popper, el conocimiento tiene la característica de las corroboraciones provisorias sujetas a refutaciones lo cual permite el progreso. Esto no adhiere al relativismo que además de convertir en relativa esa postura, se contrapone al necesario correlato entre el juicio y el objeto juzgado, ya que las cosas son independientemente de nuestras opiniones. La faena de reducir nuestro mar de ignorancia la convierte en un permanente peregrinar en busca de tierra fértil en que sostenernos. Milei ha hecho muchas veces este punto en el contexto de sus marcadas simpatías intelectuales por la Escuela Austríaca encabezada por Carl Menger, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Israel Kirzner y Murray Rothbard.
De un largo tiempo a esta parte nuestro país viene devorado por el estatismo, luego de haber sido el aplauso del mundo desde la Constitución liberal de 1853/60 hasta el fascismo del 30 y el peronismo del 43 surgidos de sendos golpes militares, una situación de la que no hemos sido capaces de liberarnos hasta el presente, consumidos por una monotonía alarmante en la sandez permanente que incluye la guillotina horizontal del igualitarismo.
En este cuadro de situación hay quienes critican a Milei por su peinado y por haber recurrido a veces a modos altaneros, pero parece que los críticos no se percatan del peligro que corremos de caer en las garras del chavismo autóctono, por lo que aparentemente han perdido el sentido de la proporción y el equilibrio elemental. Más: en algunos reportajes Javier Milei demuestra una admirable paciencia al ser interrumpido en temas que requieren razonamientos y concatenaciones detenidas. En otros casos aparece la veta del show en ciertos actos públicos. Cada uno tiene su estilo. Pero nuevamente debemos ubicarnos en lo que nos viene ocurriendo desde hace la friolera de casi siglo. Es la primera vez que en la historia argentina aparece un discurso de la naturaleza y profundidad de la que venimos comentando en la escena política.
Como es de público conocimiento participé en tres reuniones por zoom con Milei y Mauricio Macri con la intención de acercar posiciones alejadas en la contienda electoral, las que sucedieron el 23 de diciembre del año pasado, el 28 de enero y el primero de junio del corriente año. Tres encuentros cordiales pero con independencia del resultado en las elecciones y los múltiples esfuerzos por unir principios afines, el testimonio que deja Javier Milei es agradecido por todos los genuinos partidarios de una sociedad libre. Antes del zafarrancho viral en que estamos aun inmersos, tuve una tenida académica con Milei en la Universidad de Belgrano, colmada de jóvenes. Pero antes que la inmensa marea de gente en ese acto, destaco muy especialmente la calidad de preguntas que pusieron de manifiesto, que no eran para lucirse y salir del paso, sino que había mucha biblioteca tras esos sustanciosos interrogantes. Luego, lo del teatro Broadway, presentaciones académicas en las que participamos con colegas por invitación de Milei, con propuestas que apuntan a cerrar los grifos de la inflación.
El autor completó dos doctorados, es docente y es miembro de tres Academias Nacionales