Apuntes al paso. Encuentros en la torre de Babel
Para quienes viven entre diferentes lenguas, culturas y orígenes, la riqueza de la voz del otro es cosa de todos los días
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“La traducción es como una tela; hay cosas que se revelan, otras que no”.
Estoy en el Malba, en la inauguración de la muestra Aó. Episodios textiles de las artes visuales en el Paraguay. Quien habla –con una calidez que parece emanar de las piezas de ñanduty, algodón, poyví, aó po’í y encaje yú que nos rodean– es Lía Colombino, la curadora.
Nos detenemos frente a la obra El gran manto, de Ricardo Migliorisi, suerte de patchwork donde el artista unió infinidad de retazos de viejos gobelinos (los tapices con los que la burguesía paraguaya solía engalanar sus casas) para luego intervenirlos. Sobre los motivos de evidente origen europeo, Migliorisi hizo bordar frases escritas en las más variadas lenguas, braille y guaraní incluidos. El gran manto es, en realidad, un “manto babélico”, enorme pieza de tela que en cada pliegue exhala un sentido distinto: una Babel textil, un canto a la existencia y la imposibilidad (sí, las dos cosas al mismo tiempo) de toda traducción.
“A pesar de que tiene dos lenguas, el bilingüe habla como si siempre le faltara algo, en permanente estado de necesidad”, escribe Sylvia Molloy, trilingüe ella, en Vivir entre lenguas. Y porque siente que el castellano no basta para dar forma a esa idea, la enfatiza echando mano al francés. El bilingüe, insiste, vive en permanente état de besoin.
Béatrice es francesa. Se enamoró de un argentino, se casó con él, formó su familia y vive desde hace muchos años aquí, en Buenos Aires.
Béatrice es mi profe y mucho más. Integrante del CEF, Centro de Estudios Francófonos, hace tiempo que navega en las inagotables aguas de la literatura escrita en francés más allá de las fronteras del Hexagone: escrituras del Caribe, África, Asia, el Canadá francoparlante. Texturas de palabra multicolor, sabrosa, fragante, inesperada, deslumbrante. Ella navega, yo me armo un botecito y, como puedo, la sigo.
Me maravilla su búsqueda y la de muchos de los escritores que me anima a leer: Nancy Huston, Atiq Rahimi, François Cheng. Autores acunados en una lengua (inglés, persa, chino) que en algún momento no solo comenzaron a hablar sino también a escribir en un idioma totalmente diferente al del origen.
Me maravilla su búsqueda y la de muchos de los escritores que me anima a leer: Nancy Huston, Atiq Rahimi, François Cheng. Autores acunados en una lengua (inglés, persa, chino) que en algún momento no solo comenzaron a hablar sino también a escribir en un idioma totalmente diferente al del origen.
A mí, que nunca dejaré de ser la tímida invitada que se queda en un rincón del gran salón de las lenguas extranjeras, me deslumbra el modo en que Béatrice pasa del francés al español y del español al francés, con la suavidad de quien se pone un vestido, se lo saca y vuelve a ponerse otro.
Pero el état de besoin.
Un día, hace algún tiempo –me cuenta–, cuando comenzaba su vida de francesa y joven madre arraigada en la Argentina, salió a pasear con su hija en cochecito. Sus días transcurrían en castellano; la adaptación no había sido traumática.
Llegó a un parque, buscó algún rincón apacible, se sentó en un banco y se dejó llevar, junto a la bebé, por la tarde y el rumor de niños jugando ahí nomás.
Se aproximó otra madre, empujando su propio cochecito. Ambas sonrieron –la solidaridad instantánea de quienes atraviesan situaciones similares–, intercambiaron alguna palabra.
Y de repente, hete aquí el descubrimiento. Las dos eran francesas. Liberación, habla sin trabas, la voz que nace de las entrañas, un torrente. Descanso, sobre todo descanso.
Con Béatrice, con los autores que solo con ella puedo leer, aprendí el sentido del término entre-deux, expresión que en castellano alude a aquello que está entre dos cosas, pero que en francés y en el marco de aquellos que viven entre lenguas, culturas y orígenes, es más justa. Va al punto, revela trama y urdimbre: siempre hay riqueza y soledad, soledad y riqueza, en el entre dos.
En su maravillosa presentación de la muestra en el Malba, Lía Colombino, que nació en Asunción, habló de textos y tejidos, del guaraní y de todo lo que se pierde cuando se lo intenta traducir al español. Porque eso somos: carencias, mixturas, palabras que vienen a dar abrigo. Y un entre dos que cada tanto quiere ser entre muchos.