Aprender a leer y a escribir, política de Estado
En 1869, Domingo Faustino Sarmiento, entonces presidente de la República, realizó el primer censo nacional. Constató así que éramos un puñado de 1.830.000 habitantes y quedó anonadado al descubrir que el 87 por ciento no sabía leer ni escribir.
Inmediatamente reunió a su gabinete de ministros y les anunció: “Señores ministros: ante los datos del censo, voy a proclamar mi primera política de Estado para un siglo: escuelas, escuelas, escuelas”. El resultado de esa política es conocido y se puede ver en datos concretos. Desde 1869 hasta 1947 los argentinos nos multiplicamos hasta llegar a casi diez veces y, gracias a las escuelas y al programa sarmientino, el analfabetismo bajó de 77% a 13%.
Estamos en la carrera final hacia las elecciones y tenemos datos que pueden hacer que el futuro presidente tome una decisión para una política de Estado de la envergadura de la que tomó Sarmiento. ¿Cuál debe ser esa política?
El Censo 2022 mostró que hoy somos 47.327.407 y que el 98.08% de los habitantes está alfabetizado. Sin embargo, y a diferencia de todos los censos anteriores, el cuestionario de 2022 no incluía la pregunta clásica: ¿sabe usted leer y escribir? Este cuestionario, en cambio, preguntaba cuál fue el nivel educativo más alto que cursó la persona encuestada. Luego, si la respuesta era que no había completado ese nivel, el cuestionario requería que se responda cuántos años o grados había aprobado de ese nivel educativo. Es decir, el censo llevaba implícita en la pregunta por cuántos años de escolarización el dato de cuántos habitantes están alfabetizados. Pero ¿es así? ¿Ir a la escuela implica lograr estar alfabetizado? Tenemos docentes extraordinarios y comprometidos con sus estudiantes, que dan todo por ellos. Sin embargo, en miles de casos, no logran que aprendan a leer y a escribir. ¿Qué nos pasa?
Los datos son angustiantes: en el último informe de Argentinos por la educación, Kit, Nistal y Sáenz Guillén muestran que a nivel nacional, de cada 100 estudiantes que comenzaron primer grado en 2011 apenas el 13% llegó a tiempo y con niveles satisfactorios de Lengua y Matemática al final de la escuela secundaria. La cifra implica un retroceso importante respecto de cohortes anteriores. Y en un informe previo se muestra que solo 1 de cada 10 chicos de tercer grado se ubica en el nivel de desempeño más alto de lectura. Esta cifra, además, ubica al país por debajo del promedio de la región.
Es claro, nuestra escuela no está logrando lo que sí consiguió Sarmiento. En esta crítica situación, pidamos y roguemos que el nuevo presidente –al igual que lo hizo Sarmiento– convoque a su equipo de ministros y declare con determinación: “He definido mi política de Estado: escuelas, escuelas y escuelas. Pero que en cada una de ellas se garantice que el 100% de nuestros estudiantes adquieran la habilidad de leer, escribir y comprender”.
Entonces, ¿cuáles serían algunos puntos claves de esa política de estado? 1) Que el líder máximo respalde fervientemente esa iniciativa con todo su compromiso. 2) Que se convenza plenamente y pueda comunicar este convencimiento de que todos los niños y las niñas tienen la capacidad de aprender a leer y escribir en primer grado, sin importar su origen socioeconómico o cultural. 3) Que podamos reafimar que la sala de 5 años del nivel inicial es el escalón clave para el aprestamiento en el aprendizaje de la lectura y escritura comprensiva. 4) Que se suministre a cada educador de la nación, las herramientas más efectivas, respaldadas por la ciencia, para asegurar que cada estudiante alcance la habilidad de leer, comprender y escribir con destreza.ß
Escritora, investigadora y especialista en educación. Directora de Educere ONG