Apostar al desarrollo genuino
Afines de febrero se hizo realidad la quita de aranceles a la importación de productos informáticos. En breve una norma similar regirá para los teléfonos celulares. Estas medidas facilitan el acceso a la tecnología. El producto final al consumidor tendrá importantes disminuciones de precio. Sin dudas, el acceso a este tipo de dispositivos es clave para achicar la brecha digital y para favorecer la educación no formal de amplios sectores de la sociedad.
Sin embargo, la contracara de esta medida es la pérdida de puestos de trabajo de la industria ensambladora en Tierra del Fuego. Durante décadas, la provincia patagónica fue beneficiaria de políticas aduaneras especiales con un claro objetivo geopolítico: poblar un área de muy baja densidad de habitantes y de esta manera consolidar la soberanía nacional. Este objetivo se logró: Tierra del Fuego es una provincia con alta tasa de crecimiento y receptora de inmigrantes.
No obstante, después de décadas, Tierra del Fuego no pudo desarrollar una industria tecnológica competitiva, capaz de subsistir sin un mercado artificialmente protegido. Este tipo de políticas tienen sentido durante un horizonte temporal acotado: se protege un sector productivo por un tiempo para que en ese período se desarrolle y pueda luego competir libremente en el mercado con éxito. Pero cuando los subsidios se mantienen en el tiempo y no generan las capacidades necesarias para competir, este tipo de políticas deja de tener justificación. El régimen promocional de Tierra del Fuego tiene un costo de 36 mil millones de pesos anuales, lo que significa casi el 0,4% del PBI del país. Esta situación no es sostenible.
Sin embargo, es imprescindible que también se atienda la situación local de Tierra del Fuego y se busquen soluciones a la pérdida de puestos de trabajo. El desarrollo de la provincia en las últimas décadas ha generado una infraestructura de gran valor. Por eso mismo, quizá sea el momento de poner en marcha nuevas políticas de desarrollo, basadas en sus propias ventajas competitivas. La energía, la minería, la pesca y también el turismo son caminos promisorios.
La pesca, particularmente, no sólo permitiría la explotación de un recurso económico primario de creciente demanda internacional, sino que también podría dar lugar al desarrollo de derivados orientados tanto a la alimentación humana como animal. Desde la harina y el aceite de pescado hasta productos de alto valor agregado dirigidos a sofisticados mercados globales de la alimentación podrían generar puestos de trabajo sostenibles. Por otro lado, las posibilidades turísticas que ofrece Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, con sus bellezas naturales, su gastronomía y prácticas deportivas son otro espacio a potenciar. Todos estos sectores, basados en ventajas propias de la región, podrían recibir beneficios fiscales por un tiempo, de modo que partiendo de las fortalezas de base puedan desarrollarse y generar en unos años un nivel de productividad que les permita competir exitosamente a nivel global.
Si queremos desarrollar un país sustentable, tenemos que partir de nuestras propias ventajas competitivas y explotarlas, generando cadenas de valor locales. La situación actual pone a Tierra del Fuego frente a una gran oportunidad de desarrollo genuino. Ojalá sepa aprovecharla y pueda ser ejemplo señero para otras provincias.
Miembro de la Academia Nacional de Ciencias de la Empresa