Ante la posibilidad de una catástrofe
En las últimas semanas, varios líderes mundiales de peso se sumaron al pedido de que se extingan las patentes sobre las vacunas contra el Covid. El pedido parece razonable dado el impacto de la pandemia sobre la salud y la economía global. Pero quizás estas almas bellas deberían pensarlo mejor. Si su demanda tiene éxito podrían estar preparando una catástrofe sanitaria sin precedentes.
Como los expertos señalan, el actual régimen de patentes se convirtió en un verdadero obstáculo para el derecho humano a la salud a escala mundial. Las regulaciones en curso conceden a los laboratorios un monopolio de 10 años sobre las drogas que desarrollan, y así pueden fijar su precio de manera unilateral mientras no haya competencia. El efecto de esta norma es que millones de personas carecen de acceso a drogas esenciales que sus Estados no puede comprar en las cantidades necesarias. La comunidad internacional debe atender esta situación con urgencia.
Pero el problema no se resolverá con la extinción de patentes. El desarrollo de insumos médicos involucra inversiones millonarias, y la obvia motivación que los laboratorios tienen para asumir el riesgo es la expectativa de obtener ganancias que lo justifiquen. Esta lógica no es producto del avaro desprecio por la vida humana. Es la misma lógica que la mayoría de nosotros aplicamos para tomar nuestras desiciones, incluidos esos paladines de la solidaridad que no donan un centavo para combatir el Covid. Ni el régimen “comunista” chino ni nuestro aliado contra-hegemónico Putin están regalando sus fórmulas. Y tampoco serviría de mucho que lo hicieran porque la producción masiva de la vacuna demandaría recursos, tecnología y capacidad que los países pobres no tienen.
Así las cosas, la extinción de patentes probablemente volverá nuestro acceso a vacunas todavía más tortuoso en el futuro, ya que los laboratorios evitarán desarrollar productos que puedan ser considerados de interés público. En ese caso, estaríamos preparando el escenario para tragedias mucho peores que la actual. Si los líderes mundiales están realmente interesados en las víctimas del Covid, sería mucho más sensato que crearan un fondo mundial para adquirir las patentes y financiar el desarrollo de drogas estratégicas para uso público. Pero es mucho más barato dar lindos discursos y hacer beneficia con plata ajena. Pensar en las consecuencias es cosa de neoliberales.
Naturalmente, muchos de los que se pliegan a la ola solidaria solo aprovechan la oportunidad de atacar al capitalismo. La mala noticia para ellos, que nunca terminan de asimilar, es que fue en gran medida la inversión privada la que desarrolló en tiempo récord vacunas de alta calidad que se veden a precios relativamente bajos y que están salvando millones de vidas. Si desmantelamos ese abyecto aparato filisteo basado en el lucro y el interés individual, la próxima vez estaremos en manos de la providencia. Pero eso sí, seremos todos muy solidarios en la muerte.
Filósofo, politólogo y premio Konex a las humanidades