Ante la competencia y la interdependencia
No es frecuente que un hombre de Estado pueda expresar en forma clara y profunda la estrategia de política exterior que pretende implementar. En tiempos de incertidumbre y desplazamientos relativos de poder a nivel internacional, es relevante escuchar la voz de Jake Sullivan, el Asesor Nacional de Seguridad del presidente Joe Biden. Resaltamos aquí algunos aspectos que pueden ser relevantes para la Argentina.
Sullivan plantea: “Nada en política internacional es inevitable”, dando a entender que en la competencia entre potencias, los factores subyacentes del poder nacional (demografía, geografía, recursos naturales) importan, pero no son determinantes. Lo que realmente importa son las decisiones estratégicas que toman las naciones: como se organizan internamente, en qué invierten, con quién eligen alinearse y quiénes se alinean con ellos, qué guerras pelean, cuáles desalientan y cuáles evitan.
Sullivan se plantea si EE.UU. puede enfrentar el fundamental desafió de ésta época: la competencia en tiempos de interdependencia. Es decir, cómo compatibilizar la intensa competencia que se ha desatado con China luego de la post-Guerra Fría –en lo militar, tecnológico y económico–, con la necesidad de enfrentar los problemas compartidos de la humanidad –cambio climático, pandemias–, en una época donde la fragmentación parece superar a la colaboración.
Con respecto a China, Sullivan afirma que EE.UU. intentará minimizar los riesgos de su relación con Beijing (de-risk) y diversificar sus fuentes de aprovisionamiento (diversify), pero que no procurará desacoplarse (decouple) del gigante asiático. Washington está consciente del alto nivel de interdependencia económica que existe entre ambas naciones y de que, en este contexto, la ardua competencia global existente entre ellos, no es un juego de suma cero. Si, por ejemplo, buscará proteger algunas tecnologías sensibles restringiendo el acceso chino a ellas, por otro lado el gobierno de Biden procurará intensificar las relaciones diplomáticas con Beijing, para evitar malentendidos y errores de comunicación que puedan llevar llevar a conflictos mayores.
En este escenario, Sullivan opina que es natural que existan naciones que no se alineen ni con EE.UU. ni con China, y que, interactuando con ambas, procuren beneficiarse de la competencia mutua, mientras defienden sus intereses y buscan minimizar los daños de un potencial conflicto entre las potencias. Afirma que varias de estas naciones se consideran parte del Sur global. Claramente, para él, este Sur global no incluye ni a China ni a Rusia. Aquí concuerda con el profesor Roberto Russell, quien considera que China y Rusia, en realidad, conforman un segundo “Norte global”, en competencia con EE.UU. y sus aliados.
Según el asesor de seguridad, al interactuar con estas naciones, Washington debe hacerlo en términos compatibles con los intereses y ambiciones de éstas últimas, y ser realista con respecto a las expectativas al tratar con ellas, respetando su soberanía y su derecho a tomar decisiones que hagan avanzar sus intereses. Sin embargo, se debe dejar en claro siempre qué es lo más importante para EE.UU.
Así, ante la competencia en tiempos de interdependencia, los funcionarios norteamericanos tendrán que pasar mucho más tiempo hablando con países con los que no están de acuerdo, a veces hasta en lo fundamental, de lo que lo hicieron en los últimos 30 años.