Anne Hidalgo, la socialista que quiere reinventar París y hacerse un lugar en el poder de Francia
Alcaldesa de la capital francesa desde hace un año, cambia el perfil de la ciudad mientras no duda en marcar diferencias con Hollande
PARÍS.- Son las nueve y media de un lunes de febrero y el Consejo de París inaugura su primera sesión después de los atentados que golpearon a la ciudad entre el 7 y 9 de enero. Los tapices color bordó, los muebles de madera maciza oscura y la manera en que tres hombres en traje y moño sirven agua a los consejeros sentados en esta sala del Hotel de Ville, el ayuntamiento de París, remiten a una obra de Molière. Una voz que llama al orden hace volver rápidamente a la época actual. Es la de la alcaldesa Anne Hidalgo, que, mientras presenta su "plan antipolución" y habla de "partículas ultrafinas", se ve obligada a ponerse en el rol docente frente a un bullicio creciente. Su reto protocolar logra el silencio.
Primera mujer en convertirse en alcalde de París, la socialista Anne Hidalgo demostró en este primer año de mandato que tiene los pantalones bien puestos, incluso cuando el protocolo le impidió que los usara durante un encuentro con la reina de Inglaterra. Siempre con una sonrisa, quizá más por sus orígenes andaluces que por su costado parisino, logró feminizar su cargo y ser llamada "Madame La Maire", en vez del gramaticalmente correcto "Le Maire"; le recordó al presidente francés que la candidatura de la ciudad a los Juegos Olímpicos de 2024 es una decisión que recae en ella; demandó a Fox News por difamación luego de que la cadena estadounidense afirmara que en París existen "no-go zones" en donde rigen leyes islámicas, y se opuso a que todos los comercios de esta ciudad abran los domingos, a diferencia de lo que promueve el gobierno nacional, del mismo color político.
Hidalgo no ha dudado en mostrarse en desacuerdo con las decisiones de François Hollande. A diferencia del giro a nivel nacional hacia políticas más liberales, Hidalgo estima que los parisinos esperan de ella mayor solidaridad y protección de los más débiles.
Con uno de los cargos más prestigiosos de la jerarquía política francesa, esta hija de un electricista y una costurera conoce todos los rincones del Hotel de Ville, el palacete de fachada neorrenacentista a metros del Sena que emplea a más de 50.000 personas. Aquí pasó los últimos 14 años, desde que en 2001 fue nombrada número dos por su predecesor, Bertrand Delanoë, quien después de dos gestiones más conservadoras (Jacques Chirac, del 77 al 95, y Jean Tibéry, del 95 a 2001) les hizo entender a los parisinos que alguien se ocupaba de ellos. Fue él quien lanzó las bicicletas de la ciudad, modelo que después se reprodujo en Buenos Aires, y los carriles especiales para colectivos y taxis. Desde 2001, el uso del vehículo disminuyó en un 25%.
"Ser la heredera de Delanoë fue claramente una ventaja mayor durante la campaña, porque él era muy popular y ella proponía continuidad, pero el desafío fue justamente que Hidalgo se creara una personalidad propia, que se afirmara y no quedara en la sombra. La otra gran dificultad era posicionarse frente al gobierno nacional, también socialista, pero muy impopular en esa época. En la campaña, sentimos que íbamos hacia un voto sanción. El desafío fue mantenerse socialista, pero mostrarse como una mujer independiente con convicciones propias y distancias con el gobierno", explica a la nacion su primer adjunto, Bruno Julliard, responsable de la cultura y el patrimonio de la ciudad.
En el país de Victor Hugo
En su entorno, aseguran que Hidalgo no creció soñando con lo que hoy le toca. Sus padres abandonaron España en 1961 y se instalaron en un suburbio de Lyon cuando Anne tenía dos años. En su libro Mon combat pour Paris (Mi batalla por París), cuenta que, para su padre, "Francia era el país de Victor Hugo, ese que le dio refugio cuando sus padres tuvieron que escapar de las masacres de Franco". Vivió rodeada de otros emigrados de Armenia, Portugal, Italia, Rusia y África del Norte, se naturalizó francesa a los 14 años, se graduó en Derecho y a los 23 empezó como inspectora del trabajo. Quizá fueron estas experiencias las que la convirtieron en una feminista y luchadora contra las desigualdades sociales. De las 10.000 viviendas que prometió por año (la falta de espacio hace aumentar los alquileres, cada vez más prohibitivos), en 2014 inauguró 9700. Tiene un hijo y una hija de un primer matrimonio, y un tercero con su actual pareja, el diputado socialista Jean-Marc Germain.
Comprometida, apasionada, muy exigente, tenaz, a veces testaruda, accesible, muy impaciente, con espíritu de equipo, según confían sus colaboradores, Hidalgo odia que las compañías aéreas la reubiquen en un mejor lugar -cuando se enteran de que es ella- y ama poder escaparse de improviso a comer a algún restaurante del barrio al mediodía, como lo hizo durante años. "A los parisinos les gusta tener una alcaldesa dinámica, combativa, seria y buena gestora. A diferencia de la derecha parisina, que es muy conservadora, Hidalgo está en armonía con una ciudad mucho más tolerante, abierta al mundo, cosmopolita", asegura Julliard. "París es una ciudad rebelde, y por naturaleza su alcalde también lo es", agrega su director de Comunicaciones, Hervé Marro.
Hidalgo entendió que a los parisinos les gusta opinar sobre todo y lanzó el Presupuesto Participativo, un programa que incita a los ciudadanos a proponer proyectos para la ciudad (jardines horizontales, cultivos en las escuelas, agricultura urbana) y de esa manera a decidir sobre cómo se gastará el 5% del presupuesto total, que es de 42,6 mil millones de euros durante los seis años de gestión, hasta 2020.
En esta ciudad que recibe 40 millones de turistas al año y que por momentos se convierte en una caricatura de sí misma, la titánica tarea del alcalde reside en modernizar este refugio de la arquitectura neoclásica para que sea vivible para los parisinos, cada vez más numerosos y diversos. Sin titubear, Hidalgo propuso directamente "reinventar París" con un concurso mundial de creatividad urbana que busca atraer proyectos innovadores para redibujar 23 espacios de la ciudad y evitar que se convierta en una ciudad museo. Su plan antipolución, que prevé erradicar el diésel en 2020, es quizás uno de los aspectos más importantes de su mandato, impulsado además por la conferencia internacional del clima (COP15), que este año se celebra en París.
Su agenda parece la de un presidente: además de ser una de las grandes capitales del mundo, a París le tocó una líder hiperactiva. Recibe a reyes, príncipes y jefes de Estado -como indica el protocolo francés-, y puede viajar a Washington para participar de un coloquio organizado por la Casa Blanca sobre la lucha contra el extremismo, a Santiago para encontrarse con la presidenta Michelle Bachelet e intervenir en una conferencia de las Naciones Unidas sobre las mujeres y el poder, o a Copenhague luego de los recientes atentados. Los ataques contra el semanario Charlie Hebdo y en el supermercado kosher, que dejaron 17 muertos en enero, la pusieron dramáticamente al frente de una ciudad devastada y la convirtieron en una abanderada de esta nueva lucha urbana.
Su equipo asegura que está feliz en su cargo y que no tiene mayores aspiraciones políticas que la ciudad. El tiempo dirá si este trabajo de hormiga está o no exclusivamente reservado para los parisinos.
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