La nueva exhortación del Papa, un gran avance para la familia
La exhortación apostólica Amoris Laetitia representa no sólo un golpe de aire fresco en la mirada de la Iglesia sobre la familia, sino que sirve para llamar la atención "urbi et orbi" sobre uno de los problemas sociales más graves de la actualidad: cuáles son las consecuencias sobre el desarrollo de las personas que tiene la fragilidad (o inexistencia) de los vínculos afectivos. La atención periodística estará concentrada sobre los temas más impactantes, cuáles son las situaciones de los divorciados y el matrimonio homosexual.
Pero las 362 páginas del documento, además de una saludable autocrítica sobre el tratamiento pasado del tema desde la Iglesia, son una taxonomía cuidadosa de las dificultades concretas que las personas tienen hoy para iniciar, concretar y sostener un vínculo estable. Los números en todo el mundo son brutales: en la CABA se separan tantas parejas cuanto se casan; el embarazo adolescente se ha convertido en una epidemia que impacta duramente sobre el futuro de padres e hijos. En EE.UU el 40% de los nacimientos lo son en madres jóvenes, no casadas; que en el 70% de los casos no habían planeado tener ese hijo. O sea, el 30% de los nacimiento en ese país no fueron deseados. EL 50% de esos hijos tendrán otro padre en 5 años y el otro 50% 2 padres en los próximos 10 años.
Las consecuencias de esta "familia líquida" sobre el futuro de esos hijos son devastadoras. El vínculo con el padre se va diluyendo; las madres -en especial las más pobres- sufren problemas de inserción laboral y protección afectiva y los hijos pagan esta historia en términos de resultados educativos, desarrollo emocional y capacidad para el crecimiento personal.
Con un claro componente de inequidad, la mayor inestabilidad e informalidad de las relaciones laborales, agregan vulnerabilidad a estructuras familiares ya de por si frágiles. De tal modo, vidas más inestables contribuyen al fracaso de parejas débiles y limitan la posibilidad de los padres para sostener adecuadamente las necesidades económicas y afectivas de los hijos.
El documento Papal trata este tema con la mirada amplia y misericordiosa que es la esencia del tiempo de Francisco: "En las difíciles situaciones que viven las personas más necesitadas, la Iglesia debe tener un especial cuidado para comprender, consolar, integrar, evitando imponerles una serie de normas como si fueran una roca, con lo cual se consigue el efecto de hacer que se sientan juzgadas y abandonadas precisamente por esa Madre que está llamada a acercarles la misericordia de Dios. De ese modo, en lugar de ofrecer la fuerza sanadora de la gracia y la luz del Evangelio, algunos quieren «adoctrinarlo», convertirlo en «piedras muertas para lanzarlas contra los demás»[37].
Pero resolver este problema exige un enorme esfuerzo desde las perspectivas de las múltiples políticas públicas, que tienen efecto sobre el desarrollo personal y familiar. Desde la formación sobre la relación con el otro, hasta el respeto por la mujer; desde las oportunidades laborales para los jóvenes hasta las condiciones laborales de las madres; desde el acceso a la vivienda hasta el apoyo comunitario para las madres solas; desde el acceso a la Justicia hasta la contención para casos de adicciones. Y un tema crítico sobre el que se necesita un avance enorme: la paternidad responsable, que evite que tener un hijo sea causado por ignorancia o distracción antes que por una decisión consciente. Todo ello es un desafío de enormes implicancias sociales, que Francisco viene a alentar con este documento histórico.